LA DIASPORA Por: Domingo Carrasquero R. (*)
LA DIASPORA
Domingo Carrasquero R. (*)
“…hay una especie de diáspora, donde desde el país nuestros jóvenes profesionales huyen en búsqueda de mejores horizontes donde encauzar sus inquietudes: mejores sueldos, calidad de vida, desarrollo profesional acorde con su condición profesional”
El talento humano, el más valioso patrimonio del país venezolano está emigrando. Cada día es más frecuente evidente cómo los jóvenes profesionales y técnicos están abandonando los límites de país en búsqueda de mejores oportunidades que su patria no les ofrece. Los efectos de la crisis económica, la inestabilidad política y el agravamiento de los problemas sociales en Venezuela han mermado la calidad de vida y potenciado el éxodo de su población a muchas partes del mundo. Para el año 1999, cuando el presidente Chávez asumió el poder, el precio del petróleo andaba $11 por barril y desde entonces el crudo inició un ascenso que generó a los mayores ingresos en toda su historia. En 2004 el precio de las exportaciones se duplicó hasta ubicarse en $32, en 2008 alcanzo los $88 y a partir de 2010 y hasta 2014 se mantuvo entre los $84 y los $103 el barril. Pese a los enormes ingresos registrados durante la gestión de Chávez, desde su asunción al poder comienza una “transformación del fenómeno migratorio nacional”.
Las cifras disponibles dan cuenta de que en los últimos 17 años han salido del país más de 1 millón 900 mil venezolanos, a razón de 245 diarios. Solamente el último año, más de 60 mil profesionales han dejado Venezuela para dirigirse a otras latitudes, porque sienten que lo que buscan, el país se lo está negando. Venezuela en una época fue un país en plena ebullición económica, bastante atractivo a la inmigración, especialmente europeos aventados por las guerras, que llegaron al país, echaron raíces e hicieron su aporte al desarrollo y progreso del país; luego en los 70 y 80, entró una oleada de inmigrantes latinoamericanos y del Caribe, atraídos por el boom petrolero, que también dieron su valioso aporte.
Sin embargo las condiciones han cambiado, el país atractivo, receptor de inmigrantes, se ha convertido en fuente de emigración. Hoy hay una especie de diáspora, donde desde el país nuestros jóvenes profesionales huyen en búsqueda de mejores horizontes donde encauzar sus inquietudes: mejores sueldos, calidad de vida, desarrollo profesional acorde con su condición profesional. El talento humano, profesionales con educación, y experiencia, constituye el capital humano de una sociedad, mientras más alta
son sus calificaciones, más valioso es su aporte a los procesos productivos. El profesor NG Mankiw Ph.D refiere que un profesional universitario genera “externalidades positivas” en la economía de un país, porque con sus conocimientos, puede agregar valor a los procesos productivos, elevando la productividad y por ende el bienestar en la sociedad en la cual vive.
Cuando un joven profesional abandona su país, se produce un proceso empobrecedor -una externalidad negativa- de descapitalización, tan dañino como la desinversión en su capital físico (infraestructura, maquinaria). Las cifras disponibles son elocuentes; el salario mínimo en Venezuela según la OIT calculado a dólar libre se ubica en este ultimo año 2017 en 12$ mensuales, el tercer más bajo de América Latina; lo cual es dramático cuando se compara en países tales como Argentina 413 $, Chile 373 $, Ecuador 366 $, Panamá 677 $, Costa Rica 520 $, Uruguay 349 $.
Estudios sociales modelan los procesos migratorios enmarcados en escenarios agudizados por la inseguridad personal y jurídica, las medidas de confiscación de empresas, la regulación de precios, la escasez de alimentos y medicamentos, la depreciación del bolívar y la desbocada inflación; para explicar cómo el país dejó de ser un destino de inmigrantes, a presentar los mayores desplazamientos internacionales de venezolanos en el período de más alta bonanza económica del país. A saber se identifican cinco corrientes migratorias, la primera: “Emigración de la élite venezolana” se Inicia en el año de 1999 con éxodo de la llamada élite venezolana” con poder económico y político, así como de los jóvenes con doble nacionalidad. La segunda “Emigración de talento y saber” a partir del 2002 se inicia con la salida de antiguos empleados de la Petróleos de Venezuela (Pdvsa), luego del paro petrolero ocurrido entre 2002 y 2003; como eran técnicos de calificación mundial, rápidamente fueron absorbidos por grandes corporaciones en todas partes del mundo. La tercera corriente es la denominada “Emigración de profesionales y técnicos” a partir del 2004, durante este período a pesar de que el país recibió una enorme renta proveniente de la bonanza petrolera, contrario a lo que pudiese pensarse, esto no detuvo a los jóvenes profesionales y técnicos quienes arreciaron en su salida del país. La cuarta fue la “Emigración de los jóvenes” a partir del 2010, durante este periodo, la fuga del talento joven que se había desarrollado sin pausa, -especialmente aquellos de doble nacionalidad- se acentúa durante este período y de manera especial luego de la muerte del presidente Chávez. Por último la “Emigración de la sobrevivencia” desde el 2015: nuestros jóvenes talentos
agobiados por el incremento en los niveles de desabastecimiento, escasez e inseguridad personal, prácticamente huyen en masa del país; este período es caracterizado como una “fuga para sobrevivir”.
Las perspectivas del país no parecen mejorar al menos en el corto plazo, para al menos detener la diáspora: una sangría en su capital humano; lamentablemente la desesperanza y el pesimismo siguen condicionando las expectativas de nuestra población, por lo que es necesario un cambio de rumbo, para recobrar la senda de progreso y bienestar, que el país y los venezolanos reclamamos.
(*) Economista @dojcarr
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