MADURO MÁS SOLO QUE RINOCERONTE EN SU SELVA Por: Braulio Jatar Alonso

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MADURO MÁS SOLO QUE RINOCERONTE EN SU SELVA

Por Braulio Jatar Alonso
12 de diciembre de 2024

En la sabana africana, el rinoceronte deambula solitario por su territorio. No por elección, sino porque su propia naturaleza lo ha convertido en un gigante obsoleto, temido pero no respetado, poderoso en apariencia pero vulnerable en esencia. Nicolás Maduro hoy es ese rinoceronte en una selva política que le ha dado la espalda, rodeado por el cerco militar más grande que Estados Unidos haya desplegado en Sudamérica, mientras sus históricos aliados miran hacia otro lado y el mundo observa lo que parece ser el principio del fin de un experimento político que convirtió al país más rico de América Latina en un naufragio colectivo.

El 11 de diciembre de 2024, Trump ordenó «un bloqueo total y completo de todos los petroleros sancionados que entran y salen de Venezuela». En derecho internacional, un bloqueo es un acto de guerra. Un día antes, guardacostas estadounidenses confiscaron el petrolero Skipper con 1.9 millones de barriles de crudo venezolano, el mayor tanquero jamás incautado por Estados Unidos. «Venezuela está rodeada por la mayor Armada jamás reunida en la historia de Sudamérica», escribió Trump, amenazando con un impacto «como nada que hayan visto antes».

La Operación Punta de Lanza ha cobrado 87 vidas en 21 ataques contra embarcaciones desde septiembre. El despliegue incluye al portaviones USS Gerald R. Ford, el más grande del mundo, y más de 15,000 efectivos militares. Trump no descarta operaciones terrestres «muy pronto» y mantiene todas las opciones sobre la mesa.

Lo más devastador no es la potencia de fuego, sino el silencio que encuentra Maduro cuando pide ayuda. El 30 de noviembre escribió a la OPEP suplicando apoyo: ningún país respondió. Rusia, que en 2018 envió bombarderos con capacidad nuclear, hoy se limita a declaraciones tibias. China, preocupada por sus relaciones con Washington, no sacrificará sus intereses globales por un régimen sin respaldo interno. «Esta vez, Maduro está completamente solo», sentenció el experto Vladimir Rouvinski.

El aislamiento es también regional. Ni Brasil ni Colombia, gobernados por líderes de izquierda, reconocieron las elecciones del 28 de julio donde Maduro se proclamó ganador contra toda evidencia. La oposición presentó actas que demuestran una victoria con más del 70%, pero el régimen se negó a publicar resultados detallados. Argentina, Ecuador, El Salvador, Uruguay y Honduras han girado a la derecha prometiendo romper con Caracas. Le quedan solo Cuba  y Nicaragua una isla en quiebra, una dictadura centroamericana.

Los números son implacables. El PIB venezolano cayó de 260,000 millones de dólares en 2013 a apenas 102,000 millones hoy. El 51.8% vive en pobreza extrema. Los ingresos petroleros, que representan el 53% del presupuesto estatal, están bajo amenaza directa. Analistas estiman que dos millones más podrían abandonar el país, sumándose a los ocho millones que ya huyeron.

El rinoceronte está acorralado. La selva está vacía. El silencio que responde a sus súplicas es el sonido más aterrador. Porque cuando nadie responde a tus llamados de auxilio, cuando has quemado todos los puentes, convertido la riqueza en miseria y la esperanza en éxodo, lo que queda no es poder, sino soledad. Y todos esperan que el rinoceronte finalmente caiga.

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