Protagonistas revelan cómo rejuvenecieron a sus personajes para el final de Stranger Things
NOTI-AMERICA.COM | CHILE
La última temporada de Stranger Things, producción estadounidense que regresa a Netflix con el peso emocional de casi una década de historias, vuelve a abrir la puerta a los recuerdos.
La serie decidió mirar hacia atrás y reconstruir momentos que parecían intocables, esta vez con una herramienta que permite a los actores reencontrarse con sus versiones más jóvenes sin romper la coherencia del relato. Lo que parecía solo un avance técnico terminó siendo un viaje íntimo para quienes han crecido frente a la cámara.
El regreso a la niñez digital
Para traer de vuelta escenas que pertenecen a los primeros días del universo de Hawkins, la producción apostó por el de-aging digital, una técnica que mezcla efectos CGI con el trabajo de dobles infantiles.
Gracias a esto, Will Byers y Eleven vuelven a aparecer como los conoció el público en los primeros capítulos, cuando la serie todavía empezaba a armar su propio mito y los protagonistas eran apenas unos niños entrando al mundo del entretenimiento.
Este proceso exigió más que una recreación visual. Implicó que Noah Schnapp y Millie Bobby Brown acompañaran de cerca a los actores que asumirían sus versiones infantiles. Querían que las miradas y los pequeños movimientos recuperaran esa inocencia y esa intensidad que ambos tuvieron al inicio, cuando su carrera apenas empezaba a formarse.
Schnapp fue quien más se sumergió en esa búsqueda. Tuvo a su cargo al joven Luke Kokotek, encargado de interpretar a Will a los 11 años. El trabajo lo obligó a volver sobre sí mismo, a recordar cómo respiraba y cómo caminaba, y a identificar esos matices que construyeron al personaje durante la primera temporada.
Sabía que esos gestos debían encajar con el rostro digital que el equipo colocaría después. Admitió que lograrlo no es perfecto y que lo digital siempre deja algún rastro, aunque celebró que el resultado capturara la esencia que buscaban.
Brown también vivió su propia confrontación con el pasado al ver a Schnapp revisitar esa etapa. Recordó cómo era interpretar a Eleven cuando casi no existía la presión de las redes sociales y la actuación se sentía más libre, más instintiva. Esa memoria volvió cuando vio a su compañero guiar al niño que lo representaba, como si ambos estuvieran reconstruyendo un pedazo de lo que fueron a la misma edad.
Ella también acompañó a Martie Blair, la actriz que da vida a la pequeña Eleven en los flashbacks. Durante las escenas más intensas, Brown trataba de aliviar la tensión recordándole que no importaba verse un poco extrañas mientras extendían la mano sin mover nada realmente. Lo que buscaba era sostener juntas la energía que definió al personaje desde el inicio. En varias escenas incluso se escondía detrás de una pared para repetir los movimientos, solo para que Blair sintiera que no estaba sola.
La técnica que teje el recuerdo
Mientras los actores reconstruían esa emoción, el equipo de efectos visuales trabajaba en otra capa del proceso, restaurando digitalmente los rasgos originales de Will y Eleven para que la transición entre épocas se sintiera natural. La idea era evitar un reemplazo total de actores y, al mismo tiempo, respetar la memoria visual que los espectadores conservan de la primera temporada.
Esta apuesta buscó algo más profundo que un efecto convincente. Pretendió reforzar el puente entre lo que los personajes fueron y lo que son ahora, de modo que los flashbacks no quedaran como un simple gesto nostálgico. La serie quería que estos fragmentos del pasado aportaran emoción y completaran el recorrido que sus protagonistas han vivido durante todos estos años.
Conforme la temporada avanza, estas escenas aparecen como recordatorios del camino recorrido, pero también como pequeños encuentros entre generaciones. La técnica puede encargarse de rejuvenecer los rostros, pero la humanidad está en el gesto de dos actores adultos viendo a sus dobles infantiles tomar su lugar.
En esa mezcla de tecnología y memoria se sostiene uno de los últimos regalos de Stranger Things: una despedida que mira hacia atrás sin soltar lo que todavía queda por contar.



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