Ellas no están solas: en Venezuela hay más de 180 mujeres detenidas por razones políticas Por: Emilin Piña Mogollon
NOTI-AMERICA.COM | FLORIDA
Ellas no están solas: en Venezuela hay más de 180 mujeres detenidas por razones políticas
Cada 25 de noviembre, el mundo detiene su rutina para recordar que millones de mujeres viven atrapadas en distintos tipos de violencia. Ese día, declarado por la ONU como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nos invita a mirar de frente realidades que muchas veces preferimos no nombrar. Y entre esas realidades, en Venezuela hay una silenciosa que exige ser escuchada: la de las mujeres que permanecen privadas de libertad por razones políticas.
Hablar de ellas es hablar de una forma particular de violencia: la violencia ejercida desde el poder. Es esa que no deja moretones visibles, pero sí cicatrices profundas. Esa que no golpea con las manos, pero lastima con la arbitrariedad, la incomunicación, los procesos judiciales opacos y el castigo psicológico de saber que su identidad —como mujer, como madre, como profesional— es utilizada para quebrarlas.
A esto se suma una verdad que duele: las mujeres detenidas por motivos políticos enfrentan condiciones que ningún ser humano debería vivir. Muchas han sido sometidas a aislamiento prolongado, restricciones injustificadas para ver a sus familias, negligencia médica aun cuando padecen dolencias graves y constantes presiones o acosos que buscan doblegar su fortaleza emocional. Su único “delito” ha sido pensar diferente, ejercer su voz o defender principios que en cualquier sociedad democrática deberían ser un derecho, no una amenaza.
- Ellas no son números ni expedientes.
- Son hijas que no pueden abrazar a sus padres.
- Son madres que cuentan las semanas para tener noticias de sus hijos.
- Son mujeres que, aun entre barrotes, resisten con una dignidad que el encierro no puede apagar.
En un país marcado por las carencias, ellas representan una más dolorosa: la ausencia de garantías para quienes piensan distinto. Y, sin embargo, su nombre no aparece en titulares, su historia no se escucha en las calles, su lucha no suele convertirse en tendencia. Por eso este 25 de noviembre es una oportunidad poderosa para recordarlas, nombrarlas y acompañarlas.
La violencia contra la mujer no es solo individual; también puede ser institucional. Puede estar en el silencio, en las condiciones de reclusión, en la negación del debido proceso, en el uso del miedo como herramienta de control. Y cuando esa violencia se ejerce sobre una mujer privada de libertad, el impacto es doble: golpea su cuerpo y golpea su voz. Pero, aunque intenten apagarla:
- Su voz sigue viva afuera,
- sigue en sus familias, que no se cansan de exigir justicia,
- sigue en las organizaciones que documentan su situación,
- sigue en cada persona que se niega a normalizar lo inaceptable,
- sigue en nosotras, que creemos en un país donde ninguna mujer debe ser castigada por pensar, expresar o soñar.
Hoy, 25 de noviembre, las recordamos no como víctimas, sino como símbolos de resistencia. Recordamos que una sociedad se mide por cómo trata a quienes no tienen poder. Y recordamos algo aún más importante: ellas no están solas. Porque mientras una mujer esté injustamente encarcelada, ninguna de nosotras está completamente libre.



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