Opa del BBVA sobre el Sabadell: cómo afectaría una fusión a usuarios, pymes, accionistas y trabajadores

NOTI-AMERICA.COM | ESPAÑA
Lucía es una de las ciudadanas que en las últimas semanas han completado la consulta sobre la oferta pública de adquisición (opa) del BBVA sobre el Banco Sabadell. Le preocupa el cambio de condiciones de su cuenta corriente y se ha animado a exponer su opinión en el formulario del Ministerio de Economía, abierto el pasado 6 de mayo hasta el 16 del mismo mes.
«¿Considera que existen criterios de interés general distintos de la defensa de la competencia que pueden verse afectados por la operación BBVA/Banco Sabadell?». Es la pregunta del Gobierno a usuarios, organizaciones, asociaciones y otros agentes económicos en la primera ocasión que se utiliza una consulta pública para valorar una operación entre empresas.
Pero esta puerta abierta a la participación no es la única muestra de que la opa permea en la sociedad más allá de los círculos económicos y empresariales. El BBVA a través de un anuncio en televisión y plataformas digitales trata de convencer a los accionistas del Sabadell. «¿Cómo podría ser nuestro nuevo banco?», lanzan.
Por eso, nos hemos preguntado cómo puede afectar la opa y, sobre todo, una posible fusión como consecuencia de ella a ahorradores particulares, pequeñas y medianas empresas, accionistas y trabajadores.
Los clientes particulares
Las experiencias pasadas de fusiones de bancos demuestran que no son problemáticas para los clientes, cuyas cuentas o hipotecas, por ejemplo, pasan de un contenedor a otro sin tener que hacer nada. Pero hay que tener en cuenta algunas cuestiones.
El banco está obligado a mantener las condiciones de hipotecas y préstamos (tipo de interés, plazos…), sin embargo, sí puede cambiar las de cuentas y tarjetas (comisiones, costes, remuneraciones…). En ese caso, debe comunicarlo con dos meses de antelación y permitir la cancelación sin coste. De hecho, esto es algo que puede ocurrir sin que el banco haya cambiado de manos y así se recoge siempre en los contratos.
Una fusión también puede impactar en las formas del servicio que se ofrece. El alcance depende de a quién se pregunte: «No tiene por qué afectar enormemente [al usuario], mucho menos en momentos tecnológicos como el actual. Utilizamos mucho menos las oficinas y elementos presenciales (…) Será una nueva app, un nuevo entorno», valora el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Santiago Carbó, en una conversación con RTVE.es, y apunta que, aunque puedan producirse cierres de oficinas y despidos, también es posible que algunos empleados sigan exactamente con los mismos puestos y funciones.
La presidenta de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin), Patricia Suárez, es más crítica en su análisis. «Los problemas empiezan en que la gente tiene la sucursal al lado y termina teniéndola a media hora o 45 minutos», señaló en una entrevista en La hora de la 1, en la que vinculó los cierres de oficinas con la merma de la «inclusión financiera», muy relevante en el ámbito rural y de forma creciente en las ciudades. «Cada vez es más difícil tener una oficina cerca porque se está apostando todo a internet. Consideramos que es un camino que por supuesto que no hay que desandar, pero a muchas personas, sobre todo mayores, se les está dejando fuera», declaró.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha dado el visto bueno a la operación si el BBVA cumple con sus compromisos al respecto: mantener su presencia física en determinados territorios (por falta de competencia, baja renta per cápita o servicios especializados, entre otros motivos), y respetar las condiciones comerciales en los códigos postales con menos competencia. Esos compromisos caducan a los tres años, prorrogables a cinco en algunos casos, y resultan insuficientes para Asufin. Carbó, en cambio, cree que bastarán para «minimizar el estrés» que pueda generar una fusión.
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