¿Sabías que Platón intentó convertir a un tirano en un gobernante sabio?
NOTI-AMERICA.COM | ESPAÑA
Platón no solo escribió la célebre «Alegoría de la caverna» –una metáfora sobre la condición humana en una sociedad atrapada entre la ficción y la realidad–, sino que también trató de escapar de ella. ¿Cómo lo hizo? Intentando convertir al joven tirano Dionisio II de Siracusa en el «primer rey filósofo» de la historia.
En la Carta VII, su relato más personal y crudo, el discípulo de Sócrates abre su corazón para compartir su desengaño social y político, mostrándonos cómo sus esfuerzos, aunque en vano, dejaron una cicatriz que sigue, más de dos milenios después, sin curar. Porque sus lecciones parecen sacadas de los informativos actuales: la lucha contra la corrupción, la tentación de los intelectuales de querer cambiar el mundo y el poder transformador de la amistad verdadera.
El helenista Miguel Herrero de Jáuregui, Catedrático de Filología Griega de la UCM y editor de la Carta VII de Platón, desvela todos los detalles en el podcast de RNE Audio Locos por los clásicos presentando por Emilio del Río, colaborador de No es un día cualquiera.
Platón no solo soñaba con un mundo mejor, sino que quiso hacerlo realidad. Pero, no lo tuvo fácil. Los cambios nunca han sido plato de buen gusto.
Estamos en el siglo IV a.C., en Siracusa, una de las principales ciudades de la Magna Grecia, regida autocrática y militarmente, primero por Dionisio el viejo y después por su hijo, Dioniso el joven.
Los conflictos, tanto políticos como culturales, estaban por aquel entonces en su máximo apogeo. Sin embargo, los ideales de Platón tampoco se quedaban atrás.
Con la esperanza de influir en la política a través de la filosofía, el pensador se embarcó en tres viajes épicos a la ciudad italiana.
El primero, en torno al año 388 a.C., fue, según Herrero, «un viaje de juventud» que, pese a desarrollarse en «un plano distinto», marcó la pauta para lo que vendría después. De hecho, sin esta primera travesía, las demás jamás se hubieran producido.
El primer viaje se produjo tras la muerte de su mentor, Sócrates. El mismo Platón cuenta que tras ello abandona el empeño político de Atenas para viajar y dedicarse a la filosofía», indica el profesor. Y en uno de esos periplos, tras haber pasado por Egipto, añade, Platón termina arribando a la siciliana Siracusa.
Desafortunadamente, los problemas no tardaron en aparecer. Al contrario. «Al llegar, Platón entra rápidamente en conflicto con el tirano Dioniso I el viejo, quien lo vende como esclavo teniendo que ser rescato por un amigo de Egina», relata el experto.
Pero el fracaso no fue absoluto. Platón supo encontrar una luz entre tanta oscuridad. Gracias a esa experiencia conoció a Dion. Y la conexión fue inmediata. «Desde el principio le profesó una admiración absoluta. Compartían el mismo sueño de establecer un gobierno basado en principios filosóficos y establecieron una amistad que duró para siempre».
Una amistad que cambió su vida y que a punto estuvo también de cambiar el rumbo del mundo. «Dion era cuñado de Dioniso I y tío materno de Dioniso II», apunta el profesor Herrero. Es decir, tanto Platón como Dion tenían ‘acceso’ directo a la capa más profunda y compleja de su plan: el poder. Solo había que esperar el momento ideal, que llegaría en torno al año 367 a.C., durante el segundo viaje.
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