El factor Trump para la paz en Ucrania: promesas ambiguas ante negociaciones complejas
NOTI-AMERICA.COM | ESPAÑA
Desde 2022, el Gobierno de Estados Unidos tiene un objetivo en Europa: poner fin a la guerra en Ucrania. Primero lo intentó Joe Biden, ahora es el turno del presidente Donald Trump, que prometió una y otra vez a lo largo de su campaña electoral acabar con el conflicto 24 horas después de ingresar a la Casa Blanca. Ahora, el enviado de paz para Ucrania y Rusia, Keith Kellogg, ofrece un lapso más factible, aunque igual de ambiguo: 100 días, aunque algunas fuentes consultadas por medios estadounidenses hablan incluso de seis meses.
«Es evidente que saben que será un desafío difícil», revela el profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de San Diego y experto en efectos sociopolíticos de la guerra rusoucraniana, Mijail Alexseev. «Esas palabras tienen menos que ver con la realidad y más con la política interna estadounidense, con esa ‘magia’ de que los presidentes pueden lograr ‘el mayor éxito’ en los primeros 100 días su legislatura», insiste.
Antes de las elecciones estadounidense, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se reunió con Trump para trasladar su preocupación por el conflicto y apoyar su principio de «paz a través de la fuerza». Tras los comicios, tuvieron oportunidad de verse una vez más durante la reapertura de Notre Dame en Francia. En ese momento, Zelenski admitió que la opción era la salida diplomática.
Todas las guerras eventualmente llegan a su fin, pero no todas las paces se fraguan de la misma forma. Para lograr el cese de las hostilidades, es esencial comprender las condiciones de cada lado y a qué están dispuestos a renunciar.
En una tribuna publicada el pasado jueves en el diario The New York Times, el consejero de Seguridad Nacional saliente de EE.UU., Jake Sullivan, y el ex secretario de Estado, Antony Blinken, llamaban a no hacer concesiones a Rusia ni negar desde Washington el apoyo a Ucrania. Los expertos ucranianos consultados por RTVE.es coinciden en que no solo depende de lo que decidan las partes enfrentadas, también de los compromisos que estén dispuestos a ofrecer el resto de los involucrados (EE.UU. y la OTAN).
Por lo pronto, los objetivos maximalistas de Rusia están en conservar las regiones del Donbás y mantener a Ucrania alejada de la OTAN. Los de Kiev son igual de claros: proteger su integridad territorial y asegurar su futura membresía en la Alianza.
«Según las últimas encuestas, el 57% de los ucranianos quieren seguir luchando a cambio de negar cualquier ganancia territorial para Rusia, y el 43% restante está listo para ciertas concesiones; nadie habla de capitulación», establece el profesor de Economía de la Universidad Nacional Taras Shevchenko de Kiev, Andriy Stavytskyy.
La política exterior de Trump da prioridad a reducir la maraña de desafíos a la seguridad que siguen a esta guerra. Él, de hecho, se declaró un «pacifista» en su discurso de investidura. Si la resuelve, será el primer líder político en un siglo capaz de poner fin a un conflicto en Europa mediante negociaciones, con la excepción de la diplomacia multilateral de los Balcanes en los años 90. La duda está en cómo presionará para alcanzar un acuerdo que satisfaga a ambas partes.
Las expectativas de la paz
Rusia y Ucrania solo estuvieron cerca de una paz negociada durante el fallido acuerdo de Estambul de abril de 2022. Entonces, la oposición de Kiev a los términos propuestos (neutralidad permanente sin opción a asistencia militar) finalmente llevaron a su abandono.
Desde el Kremlin, la reciente oferta de cese al fuego pasa por congelar la situación en las actuales líneas del frente, algo que Ucrania rechaza si no conlleva un compromiso de Occidente para mantener su seguridad. El desafío de Trump pasará por convencer al presidente ruso, Vladímir Putin, de cómo, después de un año de obtener ganancias territoriales lentas pero constantes, corre el riesgo de una reversión en 2025.
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