Es común en las empresas mostrarse como entidades inclusivas, promover acciones específicas e incluso exhibir sellos que les avalan como inclusivas, pero si revisamos mejor, todavía la visión no forma parte de sus políticas corporativas, y mucho menos de su día a día.
Este planteamiento lo hizo Francina Hungría, asesora de responsabilidad social y presidenta de la fundación que lleva su nombre, en el “Seminario Mujer y cadena de valor sostenible” que realizó el Centro Mipymes Innovación de esta Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), con apoyo de la empresa CEMEX.
Al dictar la conferencia “Claves para movilizar el aparato productivo desde la diversidad”, Hungría, también socia fundadora de Puentes de Inclusión S.R.L., dijo que el paso que tienen que dar las empresas va “más allá de un departamento”. Expresó que la inclusividad es la virtud o capacidad que tienen las empresas para incluir personas que tengan algún tipo de discapacidad o condición en la entidad, y así permitir que tengan igualdad de oportunidades y de acceso al trabajo.
Además, aseguró que las empresas tienen un rol político, es decir, que tienen influencia con las decisiones que se toman en los gobiernos, ósea que, “a nivel de Estados, hay una incidencia importante del sector empresarial”. Es por eso que, “el desafío que tienen las empresas consiste en responder ¿cómo se aprovecha la innovación que les exigen los mercados para garantizar que los servicios lleguen a todas las personas en igualdad de condiciones”.
Hungría sugirió evitar errores como los que se han cometido en otros sectores productivos cuando intentan abordar la diversidad de la inclusión: “tenemos que hacer un poquito más que mirar un manual de accesibilidad o mirar un libro blanco para esperar resultados adecuados”, dijo Hungría.
La conferencista aseguró que hay empresas que sostienen que contratar personas con discapacidad les cuesta mucho. “Esto pasa porque la empresa compra un teclado braille que cuesta 2,500 dólares que no lo usa nadie, porque no sabían que del 100% de las personas con discapacidad, 33% son personas ciegas, de las cuales el 30% tienen ceguera total, y de esas solo el 10% accede a braille… Entonces, tú compraste un teclado para una minoría, de la minoría que tú no vas a encontrar jamás”, explicó.
Francina dijo que las industrias, negocios y empresas deben hacerse acompañar de las instituciones que hacen este proceso de intermediación. “Es trabajar con entidades con capacidad técnica y operativa para guiar en estos procesos, porque si no, harán inversiones incorrectas”, dijo.
La expositora expresó que no se trata de pensar en servicios para las poblaciones vulnerables, más bien, se trata de que todas las poblaciones accedan a los mismos servicios. Y, es que “a veces instalamos políticas y al mismo tiempo segregamos”.
Con relación a las cajas accesibles, Francina Hungría narró que en algunos bancos le han hecho hacer filas y, “cuando yo pregunto si no es una fila para todos, y me dicen, “la fila que te toca a ti es que tiene gente, y las otras filas están vacías” ¿Por qué estigmatizamos y mal utilizamos los esfuerzos? No se trata de eso, se trata de que podamos brindar el mismo servicio a todas las personas, idéntico cuando es posible, y equivalente cuando no lo es”.
Además de Francina Hungría, se presentaron las conferencias “Vinculando personas con discapacidad a mi cadena de valor”, a cargo del presidente del Consejo Nacional de Discapacidad, Carlos Yunen; y “Mujer y acceso al financiamiento para la sostenibilidad”, por Elizabeth Rojas, segunda VP del segmento Pymes del banco BHD.
La conferencia de cierre “Construyendo igualdad”, estuvo a cargo de Karina Cruz Fernandéz, gerente de comunicaciones, asuntos corporativos e impacto social de CEMEX. También se presentaron dos paneles: “Mujer apoyando a otras mujeres en el sector STEM”, y “El rol de la mujer en la construcción de una economía sostenible”. Al evento asistieron personalidades académicas, del Gobierno y empresarias.
Fuente: ecored.org.do
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