Sobreviviente de secuestro hoy lucha contra la violencia
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR)
Durante cinco noches y seis días, el ingeniero comercial Víctor Huerta Jouvín estuvo en manos de una banda de secuestradores. Un oscuro cuarto de cuatro metros cuadrados, sin ventanas, paredes pintadas de negro y con techo de zinc fue el sitio en el que este empresario de 47 años vivió uno de los peores episodios de su vida. La experiencia fue terrorífica. Lo mantuvieron desnudo, con una capucha en su cabeza y bajo constantes amenazas e insultos.
Su rapto se produjo en enero de 2020, en las calles Roca y Rocafuerte, a pocas cuadras del corazón financiero del puerto principal.
Para este guayaquileño, descendiente de una familia de industriales papeleros, su captura -con fines extorsivos- lo ejecutó un grupo de extranjeros vinculados a una de las bandas delincuenciales que opera en el país.
Una vez en poder de los antisociales, fue llevado a una hacienda productora de mangos, cercana al cantón Naranjal.
Desde esa zona, los captores se comunicaron con los familiares de Huerta, para exigir un millonario rescate a sabiendas de que él tenía un seguro de vida, cuya póliza incluía el secuestro.
Mientras estuvo cautivo, otro ciudadano que cayó en poder de los maleantes fue desmembrado en su presencia. La cabeza de aquel hombre, incrustada en un palo de escoba, en repetidas ocasiones se la mostraban acercándola a su rostro.
Tras arduas negociaciones, Víctor Huerta es liberado. No obstante, en la investigación policial se determinó que este consultor empresarial fue seguido por los delincuentes durante varios meses.
Así mismo, le pusieron como señuelo a una chica, en complicidad con una persona de la misma urbanización donde reside.
Apenas consiguió su libertad salió del país, pero a los pocos meses regresó. Su rehabilitación la hizo en una casa antigua de su familia, en donde empezó a escribir en pequeños papeles todas las cosas que vivió, mientras estuvo en poder de los secuestradores.
Un día decidió juntar todo ese material y estructurar un libro al que llamó Señuelo 17. La obra fue impresa y luego digitalizada, para que los ciudadanos puedan conocer su historia.
Pero ahí no quedó todo, también decidió crear la Fundación No Violencia Ecuador, con el fin de ayudar a personas que de alguna manera han sido víctimas de actos violentos.
El reconocimiento oficial de esta organización está próximo a salir en el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).
Proceso de recuperación
Después de la liberación un expresidente de la República me llamó y fui a la casa de él. Entendí que debía tumbar la denuncia. Estoy agradecido porque me aconsejó. De ahí, abandoné el país por dos meses, pero regresé para arreglar unos asuntos en la misma Fiscalía. Cuando volví se presentó la emergencia por el covid-19. No pude salir de Ecuador. Mi recuperación fue de cuatro o cinco meses en Guayaquil, en una casa de Urdesa, que perteneció a mis abuelos paternos. Se consiguió a un sicólogo extranjero, a un terapista vivencial peruano, a dos enfermeras y un siquiatra ecuatoriano, más dos empleadas domésticas y dos personas de seguridad. Estuve cinco meses en esa casa. Tuve muchas pesadillas porque me acordaba del hombre mutilado.
Creación de organización enfocada en la no violencia
Al segundo mes de la terapia, empecé a escribir papelitos en esa casa de Urdesa. Lo hacía en las noches, porque me acostumbré a la oscuridad de la capucha. Yo pensaba que estaba redactando un cuerpo legal, sin ser abogado. Había escrito sobre lo que había pasado y de otros aspectos de mi vida. Después de varios meses, me di cuenta de que tenía como 300 papelitos. Es entonces cuando pedí una computadora y empecé a subirlos, lo cual se convirtió en 140 páginas. Como no soy escritor, lo que hice es acomodarlo cronológicamente y por capítulos. El libro tendrá unos 40 capítulos. Pasó de 146 a 120 páginas.
No dejé que nadie lo editara o lo corrigiera. Puede tener errores ortográficos, pero lo mantuve así para que quien lo lea, se dé cuenta de que es algo real.
Por temas legales, hace tres o cuatro meses, Jorge Osinaga, quien es periodista y corrector, lo revisó. Imprimí 5 mil libros y regalé muchísimos. En digital tiene más de 200 mil reproducciones. La obra ha impactado más afuera que dentro de Ecuador.
Desde hace un año la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, está haciendo un estudio sobre la creación de una organización para ayudar a otras personas, el cual estará listo en seis meses. Gestores, juristas y otros profesionales se encuentran colaborando en todo este proceso.
La Fundación cuenta con representación en el exterior a través del sociólogo Paúl Velasco Ruiz. Es una persona con experiencia y trayectoria en empresas de la familia Noboa.
Poco a poco instituciones, como la Junta de Beneficencia de Guayaquil, la Universidad Javeriana de Colombia y la fundación Salud Tropical sean ido sumando. Ya existen muchos gestores para ayudar a los jóvenes con problemas de salud mental. Todo esto es el resultado de un trabajo de tres años.
Frase “No Violencia Ecuador”
Significa lo que vemos hoy, como la delincuencia, la extorsión, el sicariato, la vacuna, el secuestro o el secuestro exprés, pero también es el bullying, la violencia de género o la del medio ambiente.
La organización en marzo apoyó la marcha feminista y, hace unas semanas, la del orgullo gay. Nosotros nos estamos estructurando para dar ese tipo de respaldo. No solo en lo económico esporádicamente, sino también con el apoyo médico, sicológico y otros.
Con el Municipio y la Junta de Beneficencia, la idea es edificar una plataforma que puede funcionar en Guayarte en donde se otorgue asistencia por parte de los estudiantes de los últimos años de la carrera de Sicología, por ejemplo. Al estar Guayarte cerca de dos universidades, se puede contar con todos esos jóvenes que están en la etapa final de sus carreras y que necesitan poner en práctica sus conocimientos.
Iniciativa para dar asistencia a personas de escasos recursos
El proyecto ya está listo y fue presentado a la Junta de Beneficencia. Me dieron el aval. Estamos esperando que Guayarte se rehabilite en unos meses, pues el Alcalde ha manifestado que ya no será un patio de comidas, sino un espacio para diferentes actividades. La cultura de la no violencia debe tener un espacio aquí.
En la ciudad hay 750 mil personas en un rango de edad entre los 12 y 29 años. Nuestro objetivo es llegar al 10% de esa cantidad en un año. La idea es que por primera vez la sociedad civil ayude a la gente.
El contar con el apoyo de la Flacso y de la PUCE nos da la oportunidad de construir esta iniciativa para dar ayuda a escala nacional.
Se calcula que en seis meses habrá un centenar de personas, entre sicólogos y siquiatras, colaborando con nosotros. Más que nada estudiantes universitarios de los últimos años. Es el único movimiento de la no violencia en Ecuador bajo este concepto.
Fundación No Violencia a escala mundial
La Fundación No Violencia a la que represento es de Suiza y tiene 40 años de haber sido creada. Nació en 1983 por iniciativa de Yoko Ono, tras el asesinato de su esposo, el exbeatle John Lennon. Cuenta con embajadores en cerca de 30 países y soy uno de ellos. Para bien o para mal, la experiencia en cada país es diferente. Lo que pasa aquí no sucede en Suiza. En Colombia y México también está, y lo que hacemos hoy es pedir información sobre su experiencia en el manejo de este tema.
Rol del Estado para la paz y la seguridad en el país
No solo se trata de ir a los colegios y dar charlas o hacer un festival musical. Es necesario que haya un lugar, o varios, a donde la gente pueda ir en busca de ayuda. Son necesarios esos espacios donde se le den luces a las personas que lo requieran. Esto no le costaría nada al Estado. La empresa privada seguro que colaboraría donando becas educativas. Es bueno premiar a la gente por ser honesta.
Hay que educar a los padres. Motivarlos para que vayan a sitios especializados, como el que estamos promoviendo, a fin de que reciban capacitación, por ejemplo, sobre las aplicaciones de celulares o computadoras a las que pueden acceder sus hijos y que son peligrosas para ellos. En las aulas escolares se debe impartir una materia relacionada con la no violencia. Los festivales colegiales también deben ir por esa línea. Si el Ministerio de Educación pudiera incluir esto en las escuelas públicas y privadas, sería un paso importante. Hay libros que ya están obsoletos o cumplieron su ciclo para estos temas de las buenas costumbres. Urge tener textos actualizados con la realidad nacional.
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