La poderosa Fuerza Espacial creada por el presidente Trump en 2019 quiere articular una sólida red de socios en seguridad y defensa espacial con sus más fieles aliados. Entre ellos se cuentan los más firmes países árabes amigos de Washington en Oriente Medio, como es el caso de Arabia Saudí y la Unión de Emiratos Árabes.
Es lo que ha quedado patente en un reciente foro espacial internacional celebrado en la importante base aérea que el Pentágono posee en Al-Udeid, a poco más de 40 kilómetros de Doha, la capital del Emirato de Qatar. Allí se han reunido más de un centenar de jefes y oficiales a las Fuerzas Armadas norteamericanas y de otras naciones para pasar revista a sus capacidades espaciales de ataque y defensa.
En el encuentro de tres días de duración han debatido sobre las amenazas actuales, las arquitecturas de mando y control y las diferentes vías posibles para integrar los sistemas espaciales en las operaciones conjuntas. Las reuniones han estado amparadas por el coronel Christopher Putnam, jefe del componente espacial del Mando Central Combatiente de Estados Unidos desde el 2 de diciembre.
El Mando Central o CENTCOM ‒acrónimo de CENTral COMmand‒ es una de las seis grandes estructuras de combate en que el Pentágono ha dividido el mundo. Desde hace un año al mando del general de Infantería Erik Kurilla, de 56 años, es la organización militar encargada de organizar, ejecutar y supervisar las operaciones del Departamento de Defensa desde el noreste de África, a partir de Egipto, pasando por Oriente Medio y la península arábiga, hasta las antiguas repúblicas asiáticas soviéticas. Su responsabilidad abarca un total de 21 naciones, entre ellas Irán, Siria, Afganistán y Kazajistán.
En el foro, el coronel Putnam no ha hecho más que poner el acento en una de las recientes directrices impartidas por el jefe de la Fuerza Espacial, el general Chance Saltzman, apodado “el padre de las operaciones multidominio”. Al mando de la Fuerza Espacial desde el 1 de noviembre de 2022, Saltzman procede de la Fuerza Aérea, ha dedicado su vida profesional a los misiles balísticos y a las operaciones de lanzamiento espacial y conoce muy bien lo que lleva entre manos.
En una de sus tres Líneas de Esfuerzo publicadas en enero del presente año como máximo responsable de la Fuerza Espacial, Saltzman considera “imprescindible asociarse para ganar”. Desde su punto de vista, hay que “cultivar” socios para “construir ventajas operativas duraderas”. “Tenerlos es clave para nuestra preparación, para sacar el máximo provecho de nuestra gente y para construir fuerzas resilientes, creíbles y preparadas para el combate”.
El criterio de Saltzman es que las asociaciones son “grandes multiplicadores de fuerza” y que la mejor manera de construir alianzas es “la colaboración directa basada en profundas relaciones de confianza y beneficio mutuo, que aseguren la cooperación incluso bajo fuertes presiones geopolíticas, financieras y de confrontación”. Sin embargo, el general identifica que “hay que eliminar las barreras que se oponen a la cooperación”. Entre ellas, la excesiva clasificación “top secret” de la información relativa a muchos sistemas espaciales.
El interés estratégico de Estados Unidos y la preocupación de las autoridades políticas y militares de Arabia Saudí y Emiratos por salvaguardar sus flotas de satélites se han puesto sobre la misma mesa. Ambos países árabes han expresado su intención de crear sus respectivas fuerzas espaciales y buscan el asesoramiento del Pentágono sobre si resulta conveniente o no integrar el nuevo cuerpo militar en sus respectivas fuerzas aéreas o bien constituirlas con carácter autónomo.
El presidente de Emiratos, Mohamed bin Zayed al-Nahyan, persigue de manera prioritaria proteger sus dos satélites espía Falcón Eye 1 y 2 y las astronaves de sus operadores estatales de comunicaciones. Una es YahSat ‒Al Yah Satellite Communications‒, propietaria y responsable de la explotación de tres plataformas ‒Alyah 1, 2 y 3‒, que proporcionan transmisiones fijas y seguras a las instituciones oficiales y ofrecen servicios comerciales de TV y telefonía en más de 150 naciones de todo el mundo.
El otro operador es Thuraya, filial de YahSat, que posee dos ingenios ‒Thuraya 2 y 3‒ que prestan servicios de datos y telefonía móvil. Bajo titularidad del Gobierno emiratí también está la sonda espacial Al-Amal, posicionada alrededor de Marte, otros tres satélites de observación de la Tierra para aplicaciones institucionales y comerciales ‒DubaiSat 1, 2 y 3‒ y cuatro minúsculos cubesat.
Thuraya está embarcada en ampliar sus inversiones en el sector espacial global y su consejero delegado, Ali al-Hashemi, coloca el dinero de la rica nación del Golfo allí donde vislumbra oportunidades de negocio. A finales de año invirtió en una startup de California, eSat Global, y ahora lo acaba de hacer en la sociedad suiza Astrocast, que opera 18 pequeños satélites y para 2025 quiere tener un centenar dedicados a servicios de Internet de las Cosas (IoT). Ali al-Hashemi está espoleado por los estudios que vaticinan que en los próximos cuatro años el mercado de IoT generará más de 6.000 millones de dólares.
Arabia Saudí también posee una importante flota satelital. El Gobierno de Riad dispone de dos plataformas de observación de la Tierra ‒SaudiSat 5A y 5B‒ y de varios cubesat para ensayos tecnológicos de minúsculo peso y dimensiones. Pero su principal fortaleza es ser el accionista mayoritario (36,7 por ciento) de la Organización Árabe de Comunicaciones por Satélite (Arabsat), operador comercial que mantiene siete satélites en servicio, a los que quiere proteger de interferencias y de acciones de denegación de servicios.
Sin embargo, hace unas pocos semanas que uno de ellos, el Arabsat 4AR ‒también llamado Badr-6‒, ha tenido un problema técnico todavía desconocido que ha dejado a buena parte de su clientela sin servicios de transmisión de video, telefonía y datos. Colocado en órbita en julio de 2008 y próximo a finalizar su vida operativa, Arabsat quiere impedir que una avería semejante vuelva a ocurrir.
El director de estrategia de la compañía, Abdulhadi Alhassani, ha confirmado que su siguiente satélite, el Badr-8, “está preparado para resistir interferencias”. Fabricado por Airbus Space Systems y con su lanzamiento previsto para mayo, incorpora un sistema fotónico experimental llamado Teleo, diseñado para demostrar que las comunicaciones ópticas resisten las acciones ofensivas de bloqueo de las transmisiones.
El general Saltzman es un firme convencido de que el poder espacial es “un esfuerzo colaborativo”, que hay que “fortalecer las asociaciones en las que confiamos” y que la Fuerza Espacial “debe cultivarlas” para “construir ventajas operativas duraderas”. Y ha tenido la fortuna de que las autoridades saudíes y emiratíes son receptivas a su llamada, al igual que otros aliados. El marco que explora el general Saltzman ha comenzado a rodar y los primeros acuerdos bilaterales o multilaterales de defensa espacial bajo liderazgo de Washington están cada vez más cerca.
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