– José María Peredo Pombo
Usted que es autor del libro “Esto no va de Trump”, ¿piensa que en el fondo lo que hay es una lucha de la democracia liberal contra el populismo autoritario?
Yo diría que sí. Efectivamente, hay una cuestión clave y es que Donald Trump ha representado una tercera opción dentro del sistema bipartidista norteamericano, una vía que se ha identificado con eso que hemos llamado populismo, en este caso de carácter más nacionalista y ultraconservador. El propio mensaje que hemos escuchado después de su imputación yo creo que es significativo para ese populismo. Resulta que está siendo imputado por un delito y dice que el único delito que ha cometido ha sido defender la nación de quienes pretenden deshacerla. Es un mensaje clarísimamente populista que utiliza el único recurso que tiene en este proceso.
Desde luego, el sistema democrático en Estados Unidos, eso que se llama el establishment, no es que funcione como una especie de mano invisible que está por encima de todo. Sencillamente es el respeto a las leyes, es un sistema enormemente respetuoso con las leyes y con quienes las defienden o las desarrollan, en este caso un fiscal, y esa es la cuestión fundamental. No hay una maniobra del conjunto del establishment en contra de Donald Trump, la cuestión es que el sistema judicial ha detectado algunos delitos que son imputables.
Y sobre todo porque hay una impresión desde hace ya tiempo de que Donald Trump utiliza su posición política para protegerse de la Justicia, no ya solo por los cargos más novedosos que conocemos como el tema de haberse llevado informes confidenciales a su casa o el asalto al Capitolio, sino también por la gestión de sus empresas y sus declaraciones fiscales.
Sí, este caso es efectivamente uno de los que tiene abiertos y vamos a ver a dónde deriva. Hay un cierto temor o preocupación por el hecho de que esto pudiera ser utilizado por ese oportunismo por el que vive Donald Trump. Desde luego, en su faceta política puede ser utilizado para retomar protagonismo en los medios de comunicación con gran victimismo.
Yo diría que eso es una preocupación que no debe ser lo prioritario en este momento porque este es uno de los casos que puede afectarle al expresidente de Estados Unidos. Lo que sí es significativo es que se haya producido una presidencia que haya sido capaz de generar estas situaciones de incertidumbre en cuanto al respeto a la legalidad o en cuanto al futuro de esa acción como presidente. Ni el propio presidente Nixon que es – con todo el respeto – ese “cubo de basura” donde durante décadas la política norteamericana ha vertido todas sus miserias, llegó a ser procesado finalmente. Yo creo sí es significativo desde el punto de vista histórico. Ahora bien, no es por su acción presidencial sino por su acción, en este caso, como candidato.
Es un pésimo ejemplo sobre todo a nivel internacional en un momento en el que Estados Unidos está en plena pugna con China por la hegemonía internacional y también contra Rusia por la invasión de Ucrania.
Claro que sí, todos estos procesos internos debilitan siempre a las democracias, especialmente frente a regímenes que no tienen estos procesos o que no son tan visibles. Naturalmente, las corrupciones que pueda haber en esos sistemas se producen como cualquier otro, pero las acciones políticas y judiciales no están sujetas a esta transparencia ni a la capacidad de impacto social y político.
Efectivamente Estados Unidos está ahora mismo en una posición estratégica muy definida. Por consiguiente, yo también diría que el partido republicano en su conjunto es hoy es la pieza clave para que esa estabilidad se mantenga, es decir, no se trata de que Donald Trump se convierta ahora en la víctima o en ese nuevo cubo de basura de la democracia de Estados Unidos, pero sí se trata de que haya otras opciones que no identifiquen al republicanismo con el trumpismo.
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