A la ya acrecentada tensión sobre Taiwán y al reciente acuerdo entre Washington y Manila sobre el acceso a las tropas estadounidenses a las bases militares cercanas al Mar de China, se suma ahora la destrucción de un globo espía chino en Estados Unidos que ha hecho saltar todas las alarmas en la Casa Blanca.

El Pentágono ya anunció el día 2 que estaba siguiendo los movimientos de este artefacto espía – o meteorológico, según Pekín – que sobrevolaba el cielo del estado de Montana, al noreste del país, precisamente donde se encuentra uno de los tres campos de silos de misiles nucleares del país. Sin embargo, las autoridades estadounidenses recomendaron que no se adoptara ninguna acción contra el aparato por motivos de seguridad porque, de ser derribado, los restos podrían caer sobre la población. Un escenario que cambió cuando el artefacto entró en el mar y dos aviones de combate lo abatieron en el Atlántico.

Tras la detección y destrucción de este artefacto, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) ordenó el cese de la actividad en tres aeropuertos de la costa este de Estados Unidos y el cierre del espacio aéreo.

El incidente, “irresponsable” para Washington y “sin mayor importancia” para Pekín, ha acrecentado la tensión entre estas dos potencias que se disputan la hegemonía mundial. De primeras, el secretario de Estados de Estados Unidos, Antony Blinken, suspendió su visita a China que no era sino la primera visita de Estado en seis años a China y el primer miembro del Gabinete de Joe Biden en reunirse con Xi Jinping en Pekín. Las razones eran impolutas. “Estamos ante un acto irresponsable y una clara violación de la soberanía estadounidense y el derecho internacional que socaba el propósito del viaje”, indicaba un comunicado de Departamento de Estado de Estados Unidos.

Un viaje cancelado precisamente en momentos en los que parecía iniciarse cierta distensión, después de que el nuevo ministro de Exteriores, Qin Gang, expresase la voluntad de un mayor acercamiento.

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AP/EVAN VUCCI  –   El secretario de Estado Antony Blinken 

Sin embargo, la tensión entre los dos países se ha hecho notar. En un primer momento, China se disculpó de la presencia del globo que, según las autoridades chinas, es “un dirigible civil utilizado con fines de investigación, principalmente meteorológicos”. Pero el derribo de este artefacto espía no sentó muy bien al régimen de Beijing. China aseguró estar “muy” descontentan con el derribo del globo y se reserva el derecho de cualquier reacción necesaria ante el incidente.

Para Pekín el derribo del globo ha sido una “reacción exagerada” por parte de Estados Unidos que viola las prácticas estándar internacionales, además de utilizar este pretexto “para atacar y difamar a China”, tal y como ha comunicado el Ministerio de Relaciones Exteriores chino.

A la espera queda el segundo artefacto chino detectado esta vez sobre Latinoamérica, tal y como ha informado el general de brigada Patrick Ryder, portavoz del Pentágono: “Estamos viendo información de un globo que está sobrevolando Latinoamérica. Evaluamos ahora que se trata de otro globo de vigilancia chino”.

El incidente ha generado también cierta distensión interna en Estados Unidos. La oposición republicana, que controla la Cámara de Representantes, exigió una reunión del Gobierno y líderes del Congreso para debatir el incidente. Para Mike Rounds, hubiera preferido capturar el globo y ver si realmente estaba diseñado para recabar información o simplemente se usó para poner a prueba la capacidad de respuesta estadounidense, tal y como expresó en la cadena de televisión Fox News.

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TWITTER/@SpeakerPelosi  –   La presidenta de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, junto con el ministro de Asuntos Exteriores de Singapur durante su gira asiática 

La tensión entre China y Estados Unidos lleva meses acrecentándose, especialmente tras los últimos movimientos de Washington cerca del mar de China. La reunión en enero del año pasado entre Joe Biden y el primer ministro japonés, Fuimio Kishida, fue un paso importante para el rearme del país nipón y Corea del Sur con el objetivo de asegurar la estabilidad en la región de Asia Pacífico frente a las ambiciones de China. 

El otro factor que dinamitó la paciencia de Beijing fue la visita en agosto de 2022 a Taiwán de la entonces presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Toda una afrenta interpretada para Pekín, especialmente cuando dos meses entes, en la cumbre de la OTAN en Madrid, Washington y todos sus aliados introdujeron a China por primera vez en la lista de principales desafíos. Un desafío que comparte con Rusia en el nuevo concepto estratégico de la Alianza Atlántica.