2023 no es un año cualquiera en el sector espacial global. Mucho menos para España, que en muy pocos días, como muy tarde en la primera o segunda semana de febrero, dará carácter oficial a su agencia espacial nacional.
Su creación vendrá seguida del nombramiento del primer “Míster Espacio” o “Madam Espacio”. Poner rostro a la persona que regirá la estrategia espacial nacional servirá para que España deje de estar ausente de los foros internacionales distintos a la ESA, como ocurre hasta ahora. Tal persona podrá sentarse con los altos directivos de las diferentes agencias, para compartir planes y experiencias sobre el presente y el futuro del competitivo escenario espacial global.
¿Y que más va a deparar 2023 en España? Por de pronto, Hispasat, el principal operador comercial español de comunicaciones vía satélite, comienza el año con la puesta en órbita del Amazonas Nexus. La ventana de despegue desde Cabo Cañaveral (Florida) del cohete portador Falcón 9 se abre el 5 de febrero. Si no hay retrasos, la previsión de Hispasat es que pueda comenzar a prestar servicios “a lo largo del mes de agosto”.
Amazonas Nexus goza de “un alto nivel de servicios contratados” y da paso a una “nueva era” para la compañía, asegura Miguel Ángel Panduro, consejero delegado de Hispasat. Incorpora un procesador digital denominado “transparente” (DTP), que le faculta para reorientar el tráfico de sus haces de comunicaciones a tenor de los cambios en la demanda del mercado. El resultado es que el director comercial de la compañía, Ignacio Sanchis, ha cerrado importantes acuerdos para proporcionar banda ancha a la creciente demanda de las compañías de cruceros y aerolíneas en sus rutas por el Atlántico, Caribe, Canarias y el Mediterráneo.
Pero hay más. Satlantis, la compañía que dirige Juan Tomas Hernani, tiene previstos poner dos satélites en órbita: en junio será Geisat, para detectar metano. En diciembre Urdaneta 2, para duplicar las observaciones que comenzó su hermano mayor en mayo de 2022. También hay novedades respecto a la futura Constelación Atlántica que promueven a partes iguales los gobiernos de Madrid y Lisboa. Las empresas españolas Alén Space, DHV Technology, Elecnor Deimos y Satlantis se han asociado para licitar de manera conjunta por los ocho ingenios cuyo desarrollo y fabricación asume España.
La comunidad nacional espera con expectación la primera misión del lanzador suborbital recuperable Miura 1 de PLD Space, la compañía de Elche (Alicante) que desde 2018, un ejercicio tras otro, pregona que el lanzamiento se producirá al año siguiente. En la presentación del modelo a escala real del Miura 1 en Madrid en noviembre de 2021, sus responsables, Raúl Verdú y Raúl Torres, anticiparon el despegue “para finales de 2022”. Con las pruebas y ensayos prácticamente acabados, hay que confiar que por fin ocurrirá en el primer semestre de 2023.
En el ámbito del transporte espacial global, 2023 ha comenzado con el lanzamiento fallido el mismo 10 de enero de los micro lanzadores norteamericanos RS1 de ABL Space Systems y LauncherOne de Virgin Orbit. Pero en los primeros 20 días del mes han partido con éxito 5 chinos y 5 norteamericanos más. Lo previsible es que a lo largo del año se superen los 186 vuelos orbitales de 2022. El fundador de SpaceX, Elon Musk, quiere alcanzar el centenar de lanzamientos ‒61 en 2022‒, incluido el primero de su vector Starship para viajar a la Luna. China tiene planeados más de 70 que, de cumplirse, rebasarán los 64 del pasado ejercicio.
Los que despiertan más atención son el trio de nuevos lanzadores pesados que tienen programados sus disparos inaugurales en el presente año. Les unen varias características comunes, una de ellas es que ninguno es recuperable. Son desechables y están concebidos para jubilar a cuatro veteranos cohetes en Europa, Estados Unidos y Japón.
El primero en hacer su debut es el H3 japonés, en desarrollo desde 2013 por Mitsubishi Heavy Industries para la Agencia Espacial de Japón (JAXA). Debe reemplazar a los H-IIA y B, cuya primera misión se remonta a agosto de 2001. El despegue del H3 está “planeado para el 12 de febrero desde la base de Tanegashima”, ha anunciado el propio primer ministro nipón, Fumio Kishida, en la reunión que mantuvo el 23 de diciembre con las principales autoridades espaciales del país.
De 63 metros de altura, 574 toneladas de peso y dos etapas de propulsión, el H3 debe colocar en órbita el satélite nipón de observación estereoscópica ALOS-3, de 3 toneladas y 80 centímetros de resolución. Pocos días después, el 25 de febrero, Estados Unidos ha programado el vuelo inaugural del Vulcan Centaur, desarrollado por United Launch Alliance (ULA), una sociedad creada en diciembre de 2006 y formada al 50 por ciento por las ramas espaciales de Boeing y Lockheed Martin.
De 61,6 metros de altura, 547 toneladas de peso y dos etapas propulsoras, será capaz de emplazar en órbita baja hasta 27 toneladas. Pero al tratarse de un vuelo de calificación, solo embarca dos prototipos de la mega constelación Kuiper de Amazon, que se ha comprometido a posiciona más de 3.200 satélites en el espacio. Junto a ellos viaja el módulo de superficie lunar Peregrine 1 de la compañía norteamericana Astrobotic.
El Vulcan Centaur debe relevar a los veteranos Atlas V ‒de Lockheed Martin‒ y Delta IV ‒de Boeing‒, que están en servicio desde principios de la década de 2000. Ambos cohetes gozaban del monopolio para poner en órbita las grandes y pesadas plataformas del departamento de Defensa, de la NASA y otros organizaciones federales y, en especial, de los satélites espía. Pero la llegada del Falcón 9 y Falcón Heavy de SpaceX, sus bajos costes y su demostrada fiabilidad hundió el monopolio.
¿Qué pasa con el europeo Ariane 6? De 60 metros de longitud, un peso máximo de 860 toneladas y con la posibilidad de situar hasta 26,6 toneladas en órbita baja, su vuelo inaugural será realidad “probablemente a fines de 2023”, ha confirmado a mediados de enero el presidente de la agencia espacial francesa, Philippe Baptiste. Pero esa previsión está condicionada, ha recalcado Baptiste, “a que no se descubran problemas técnicos durante las pruebas combinadas”, ensayos que prosiguen. No sería descabellado pensar que se podría deslizar al primer trimestre de 2024.
La Agencia Espacial Europea (ESA) también tiene importantes compromisos en 2023. En abril comenzará la fase inicial de entrenamiento de los 17 candidatos a astronautas seleccionados a finales de noviembre pasado, entre los que hay dos españoles, Pablo Álvarez y Sara García. También en abril volará el penúltimo Ariane 5 con la sonda europea JUICE. De 6 toneladas, su misión es descubrir los secretos de Júpiter y de sus tres lunas heladas.
En el segundo semestre partirá el telescopio espacial europeo de infrarrojos Euclid. De poco más de 2 toneladas, despegará en un Falcón 9 desde Cabo Cañaveral a la búsqueda del Universo oscuro. Y en junio, Arianespace efectuará el lanzamiento 117 y ultimo del Ariane 5 y cerrará la historia de un cohete que tuvo un mal debut en junio de 1996, pero que ha tenido 112 éxitos.
En el plano de las misiones tripuladas hay previstas al menos medio docena. Unas de relevo de tripulaciones en el complejo orbital Tiangong de China y otras en la Estación Espacial Internacional (ISS), a donde también llegarán vuelos privados de muy corta estancia. Y, por fin, tras varios años de retraso, la capsula CST-100 Starliner de Boeing realizará su primera misión con astronautas. Es el alter ego de la astronave Crew Dragón de SpaceX, para que la NASA disponga de dos modelos de capsula para enviar y retornar seres humanos a la ISS.
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