Seis agentes de la Dirección General de Seguridad Interior de Argelia (DGSI) vestidos de paisano detuvieron en la medianoche del viernes en su residencia de Boumerdès, la vilaya al este de Argel, a Ihsane El-Kadi, uno de los periodistas independientes más influyentes del país y fundador de la emisora Radio M y del periódico de actualidad económica Maghreb Emergent. Una semana después de la orden de arresto emitida por el juez de instrucción del tribunal de Sidi M’hamed, El-Kadi continúa retenido en las dependencias de la poderosa agencia de inteligencia.
La Justicia argelina ha prorrogado su detención otras dos semanas, cuando está previsto que tenga lugar su próxima vista oral. La Fiscalía no ha concretado los cargos que se le imputan, aunque las últimas informaciones apuntan que El-Kadi habría sido acusado de violar los artículos 95, 95 bis y 96 del Código Penal, relacionados con la seguridad del Estado, la financiación ilícita y la difusión de propaganda. Una actualización reciente de este último artículo remite directamente al apartado 51, el cual recoge que la “responsabilidad penal de la persona jurídica no excluye la de la persona física autora o cómplice de los mismos hechos”.
Los delitos son castigados con penas de prisión de seis meses a cinco años y una multa de entre 3.600 y 36.000 dinares argelinos. Las autoridades tendrían, además, la potestad de prohibir al acusado el ejercicio de uno o varios de los derechos civiles que contempla el Código Penal en caso de que haya una sentencia condenatoria en firme. Una prerrogativa que pone de relieve el endurecimiento del marco legal argelino en materia de libertad de prensa, reformado ad hoc en 2020 para maniatar a los periodistas.
Ni los abogados de El-Kadi ni su entorno comprenden qué relación puede existir entre las acusaciones y su trabajo periodístico. El motivo real detrás de su encarcelación, indica su familia, habría sido un reciente artículo en que cuestionaba el respaldo del hombre fuerte del Ejército, el general Saïd Chengriha, y el resto del estamento castrense al actual presidente, Abdelmadjid Tebboune, para prolongar su estancia en el poder con un segundo mandato.
La detención del reconocido reportero, con cuatro décadas de experiencia profesional, ha conmocionado a la comunidad internacional y, especialmente, ha despertado la solidaridad de las organizaciones en defensa de la libertad de prensa. Reporteros Sin Fronteras (RSF) y el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) exigieron la liberación “inmediata y sin condiciones” de El-Kadi, que ha destapado algunos casos de corrupción más sonados de la plana mayor del régimen argelino.
No es ni mucho menos la primera vez que El-Kadi sufre la persecución de las autoridades. Hace apenas seis meses, el director de Maghreb Emergent fue condenado a seis meses de prisión por publicar un artículo acerca de un movimiento islamista proscrito y sobre la evolución de las protestas del Hirak (Movimiento), una movilización surgida en 2019 que pretendía derrocar el régimen del ya difunto Abdelaziz Bouteflika. La Fiscalía le acusó entonces de difundir información falsa que podía dañar la unidad nacional y reabrir las heridas del conflicto armado de la década de los 90 entre el Ejército y las milicias islamistas.
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