AFP/ AHMAD AL-RUBAYE – Un soldado estadounidense camina en la base aérea de Qayyarah, donde las tropas lideradas por Estados Unidos
Mohammed Shia al-Sudani era designado como primer ministro de Irak gracias, en buena parte, a la voluntad dictada desde Teherán. Los proiraníes del Marco de Coalición propusieron a al-Sudani, exministro de Derechos Humanos, con la voluntad de poner fin a un bloqueo legislativo producido por la salida de 73 diputados del Movimiento Sadrista del Parlamento. Con su llegada, la coalición de partidos chiíes sonreía al ver en él una figura cercana y con la que no ver trabas en sus objetivos y, sobre todo, en sus acuerdos con la dictadura ayatolá de Irán.
Sin embargo, no parece que “manejar” a al-Sudani sea asunto baladí. El primer ministro se muestra reacio a revisar la presencia militar estadounidense en territorio iraquí. No cree que poner ese tema encima de la mesa vaya a ayudar al país, y más en un momento en el que las relaciones con Washington se consideran muy importantes. En Bagdad lo que se transmite desde el lado del primer ministro es que se pretende evitar “turbulencias innecesarias” con la Administración Biden. Por tanto, mientras pueda seguir resistiendo la presión de sus socios proiraníes, al-Sudani seguirá postergando esta decisión.
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