La muerte de Mahsa Amini a manos de las autoridades iraníes desató un vendaval de protestas que, lejos de ver su fin, sigue aumentando a pasos agigantados. En esta ocasión, los universitarios, quienes están liderando las manifestaciones, se han puesto en huelga yendo en contra de las advertencias de las fuerzas de seguridad. Teherán e Isfahan fueron las dos ciudades que vieron en mayor medida esta iniciativa que pretende seguir ejerciendo presión contra el régimen de Ali Jamenei que parece estar cada día más debilitado y con cuya caída sueñan los ciudadanos iraníes.

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PHOTO/AFP  –   Por el momento, más de 230 manifestantes, incluidos 29 niños, han muerto, según datos de Iran Human Rights
Sin embargo, la realidad que transmiten los observadores es que la caída completa de la dictadura Ayatolá es realmente complicada. Si bien es cierto que un cambio político sí podría darse, apuntando directamente a la figura de Ebrahim Raisi, también parece difícil que se consiga en el corto plazo. Lo que también se tiene claro es que, si existe alguna posibilidad de cambio, esta pasa por seguir empujando en las calles y presionando al Gobierno iraní que vive sus días de mayor inestabilidad.

Iran Human Rights (IHR) informó de que los estudiantes estaban preparando una sentada el martes en la Universidad de Isfahan. También la facultad de ingeniería de la Universidad Amir Kabir en Teherán vivió una situación similar cuando sus estudiantes se reunieron a modo de protesta negándose a asistir a clase. Dos ejemplos de protestas que han llegado hasta 129 universidades de todo el país. Estas acciones han tenido como contestación el arresto de 300 estudiantes desde que comenzaron las protestas hace más de un mes.

Ni siquiera la durísima represión con la que están contestando las autoridades de Irán ha servido para que los manifestantes cesen en su actividad. Es más, las protestas no han hecho sino aumentar a medida que pasan los días – 45 desde el asesinato de la joven kurda –. Hasta 287 personas han perdido la vida a manos de las fuerzas iraníes que ni siquiera respetaron el fin del período de luto, cuando miles de iraníes acudieron a la tumba de Amini para rendirle homenaje 40 días después de su muerte. Las autoridades intervinieron en el cementerio de Saqqez para tratar de impedir una congregación que igualmente reunió a familiares y amigos de la joven, así como un gran número de manifestantes contra el régimen.

Saqqez, ubicado en el Kurdistán iraní, vio cómo “las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos y abrieron fuego contra la gente en la plaza Zindan”, aseguraba Hengaw, una organización que se encarga de denunciar las violaciones de derechos humanos en esta región. Además, las autoridades iraníes fueron movilizadas para evitar que ciudadanos de otras zonas se acercasen al cementerio cortando accesos en las carreteras cercanas. Lo que no pudieron evitar las fuerzas de seguridad fueron las protestas que en ese mismo día se extendieron por 30 ciudades de todo el país, calificando las de Teherán como “las más fuertes hasta el momento”.

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AP/HAWRE KHALID – De acuerdo con los últimos datos de Iran Human Rights (IHRNGO), más de 230 iraníes -incluidos 29 niños- han perdido la vida en las manifestaciones

Los gritos de “Muerte al dictador”, “Ali Jamenei será derrocado” o “mujer, vida, libertad” suenan más fuerte que nunca en las calles de Irán. Sanam Vakil subdirector del Instituto Real de Asuntos Internacionales cree que “estas protestas se ven como una oportunidad para impulsar el cambio … este es un momento que esperan aprovechar”. No obstante, se requiere también un esfuerzo por parte de la comunidad internacional, como la posibilidad de ampliar las sanciones sobre Irán que, según el canciller alemán Olaf Scholz, se están considerando en el seno de la Unión Europea.

“Las personas que se manifiestan pacíficamente en las protestas en Irán están muriendo”, decía Scholz. Mientras la UE planea cómo presionar al régimen iraní, Canadá es uno de los países que ya ha tomado la iniciativa de aplicar nuevas sanciones contra la policía y los funcionarios judiciales de Irán. La ayuda externa se antoja fundamental, según los observadores. Creen que, sin ella, la población iraní no podrá aguantar este ritmo de protestas dado que por mucho esfuerzo que estén demostrando, la represión de las autoridades puede acabar aumentando el coste de vidas a un nivel inasumible para la población.