La reciente visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taipéi ha provocado la ira de una China que no ha dejado de advertir a Washington que su injerencia en Taiwán, territorio que China considera como suyo, podría tener consecuencias muy graves.
Dos días después de la visita de Pelosi, la isla de Taiwán ha amanecido totalmente bloqueada. Por tierra, mar y aire, el arsenal chino se ha desplegado alrededor de Taiwán llegando a realizar ejercicios militares con fuego real en las aguas del suroeste y noroeste del territorio asiático en una acción que ya se considera mayor que una declaración de intenciones.
Todos estos movimientos están siendo televisados y difundidos por la red. Aeronaves como los Cazas J-20, bombarderos H-6K o el avión de combate J-11 protagonizan las pantallas de las televisiones chinas, junto con destructores del Tipo 052D, corbetas Tipo 056A, misiles hipersónicos DF-17 y misiles balísticos de corto alcance DF-11.
Las advertencias vertidas desde China, amenazando que “los que juegan con fuego se quemarán” se ha escenificado en un despliegue militar sin precedentes que pretende demostrar el “músculo” del gigante asiático ante una situación que enfrenta a las dos superpotencias de la geopolítica en un escenario nada alentador. La visita de Pelosi, de menos de 24 horas, ha sido capaz de provocar un terremoto internacional del que todavía no podemos saber las consecuencias. Lo que sí que es seguro es que el mundo atraviesa un contexto complejo, ya no solo con la invasión rusa sobre Ucrania, que ya se adentra en su sexto mes, si no con la escenificación de las tensiones en el Asia-Pacífico, área de marcado interés para Washington por la creciente e imparable influencia de China no solo a nivel regional si no a nivel mundial.
Horas después de su salida, varios drones chinos se dirigieron hacia el área de las islas Kinmen, bajo control de Taipéi, un movimiento que el portavoz del Comando del Teatro del Este del Ejército Popular de Liberación, el coronel Shi Yi, ha tildado como una “acción disuasoria contra la reciente gran escalada de las acciones negativas de Estados Unidos sobre el tema de Taiwán, y una seria advertencia para las fuerzas taiwanesas que buscan la independencia”.
Desde Pekín ya han anunciado que estos ejercicios forman parte de la “operación reunificación” que tiene como objetivo que la isla autonómica forme parte del Gobierno chino, incluso si para conseguir este fin China tiene que hacer uso de la fuerza militar. Pekín no se amedrenta y así lo quieren demostrar al mundo, pero sobre todo a Estados Unidos, país que en más de una ocasión ha reiterado y defendido que, en caso de que China ataque Taiwán, Estados Unidos responderá con fuerza.
Esta situación sitúa a la seguridad en una cuerda floja. Al igual que ha ocurrido con las advertencias de Rusia, China considera que Estados Unidos ha sobrepasado los límites con la visita a Taipéi de Pelosi, una visita que por otra parte se ha convertido en la de “mayor rango” de un funcionario estadounidense en más de 20 años. La última crisis que se vivió de un similar calibre fue en el año 1996, cuando el Ejército chino realizó maniobras militares y pruebas de misiles en la zona del estrecho. Sin embargo, la diferencia es que el poder militar de China se ha multiplicado hasta posicionar al Ejército chino en el tercer puesto del ranking de los Ejércitos más poderosos a nivel mundial, por debajo de Rusia y Estados Unidos.
Por su parte, desde Taiwán, distintos funcionarios han indicado que las nuevas maniobras protagonizadas por China “violan las reglas de las Naciones Unidas” ya que “invaden su espacio territorial y son un desafío directo a la libre navegación aérea y marítima”. Asimismo, han informado que China estaría “realizando simulacros en las vías fluviales y rutas de aviación internacionales más concurridas” lo que es un “comportamiento irresponsable e ilegítimo”.
Por otro lado, las condenas internacionales no se han hecho esperar. Los ministros de Exteriores del G-7 junto con la Unión Europea han pedido a China que no utilice la visita de Pelosi como un pretexto para invadir Taiwán. Esta misma condena es la que ha realizado Estados Unidos, que, aunque no reconozca oficialmente la soberanía de Taiwán, siempre se ha mostrado a favor de apoyar a la isla en caso de un ataque chino. Sin embargo, para Pekín, Washington ha ido demasiado lejos con la visita de Pelosi, lo que he provocado la puesta en marcha de toda la maquinaria china en una situación que pone al límite una nueva Guerra Fría que cada vez está más cerca de estallar.
Coordinador de América: José Antonio Sierra.
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