“Nadie aprende con hambre, nadie aprende con miedo, nadie aprende en un ambiente de inseguridad”. Esta aseveración, rotunda como un triple martillazo, la pronunció Luis Humberto Fernández Fuentes, titular de la Autoridad Educativa de la Ciudad de México. Junto con sus colegas, ministros y expertos, de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras y El Salvador, ha participado en un seminario en la Casa de América de Madrid para tratar de consensuar un modelo de educación para el siglo 21 en América Latina y el Caribe.

La cita estaba impulsada por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), instituciones que desde el verano de 2021 vienen trabajando en una estrategia regional que tiene por objetivo desarrollar modelos de educación híbrida para los países de la región. Todo ello, a consecuencia de la pandemia, que se ha cebado particularmente en Iberoamérica, la región más perjudicada del mundo, con 180 millones de estudiantes afectados.

Estadísticas de ambos organismos certifican que las pérdidas de aprendizaje durante el primer año de la pandemia fueron del 90% en la educación primaria y del 72% en la secundaria. Una catástrofe sin paliativos, cuyos efectos negativos es necesario hacer que desaparezcan cuanto antes.

Se implementaron entonces soluciones de urgencia, como la utilización de la radio y la televisión para canalizar clases a distancia que paliaran muy parcialmente la interrupción de la enseñanza normal. Tan dramático episodio puso de manifiesto la amplia brecha digital existente entre los países iberoamericanos. Brecha que se evidenció en las medidas de emergencia desiguales y heterogéneas que se pusieron en marcha para atajar la pérdida de aprendizajes, a la par que se sorteaban problemas de conectividad y acceso.

Según cifras del BID, al menos 77 millones de personas no tienen actualmente acceso a internet de calidad en áreas rurales de América Latina y el Caribe, al tiempo que la probabilidad de deserción escolar de jóvenes de entre 12 y 17 años ha aumentado en un 13%.

casa america

Mejorar una productividad estancada desde hace 60 años

Mariano Jabonero, secretario general de la OEI, exponía que en política pública hay que distinguir lo urgente de lo importante, y con la irrupción de la pandemia “había que atender lo urgente con mecanismos para paliar la situación de manera integral”. Sin embargo, Jabonero ha recordado que en Iberoamérica la mayoría no tenía esas herramientas: “faltaba calidad, equidad e inclusión”. Y lanzó un desafío: “Lo importante ahora es que la región tenga una propuesta de educación híbrida [presencial y a distancia] que también mejore la productividad”, estancada desde hace nada menos que 60 años, así como para prevenir nuevas pandemias.

A su vez, Mauricio Claver-Carone, presidente del BID, que intervino por video desde Washington, instó a que las inversiones se focalicen en la transformación digital de la educación, «en formar docentes de alta calidad y en implantar en las escuelas de zonas rurales y de alta pobreza infraestructuras del siglo XXI”. Para Claver-Carone, que cifró en 450.000 dólares los proyectos que a tal fin ya ha concedido el BID, “se necesita un verdadero compromiso y convicción de toda la comunidad educativa (sectores público y privado y sociedad civil) para poder cerrar vacíos y brechas históricas, y asegurar que los jóvenes desarrollen las competencias que precisan para responder a las demandas del mercado laboral no solo de hoy sino también del futuro”.

Por su parte, Pilar Alegría, ministra de Educación y Formación Profesional de España, aseguró que, de la transformación digital, que es una realidad en la vida de nuestros hijos, hay que extraer lo mejor sin demonizarla. “Es una herramienta poderosísima para conseguir los objetivos del sistema educativo: ampliar la escolarización, reducir el abandono escolar y mejorar la calidad de los conocimientos adquiridos con motivación”.

Tanto la OEI como el BID se muestran esperanzados en que esta apuesta termine por colmar el retraso de la región, que siempre tiene su raíz en la desigualdad. La OEI, cuya secretaría General está en Madrid, y de la que forman parte 23 Estados, es desde 1949 el primer organismo intergubernamental de cooperación Sur-Sur.

El BID, fundado en 1959, es una de las principales fuentes de financiación a largo plazo del desarrollo económico, social e institucional de América Latina y el Caribe. También atiende a proyectos de investigación de vanguardia, y ofrece asesoría sobre políticas, asistencia técnica y capacitación a organizaciones públicas y privadas en toda la región.