Venezuela, antiguamente uno de los países más prósperos de América Latina, es actualmente uno de los principales productores de refugiados del mundo. La crisis de Venezuela es grave. Tres cuartas partes de los venezolanos viven actualmente en la pobreza extrema mientras que el 95% de toda la población está por debajo del umbral de la pobreza. La devastación económica, la violación de los derechos humanos, la destrucción sistemática del Estado de derecho y la corrupción han convertido la vida en una lucha constante.
La crisis ha afectado a todos los venezolanos, pero el impacto que ha tenido sobre las mujeres y las niñas ha sido especialmente nocivo. Las mujeres venezolanas tienen más probabilidades de estar desempleadas o subempleadas y muchas han suspendido su educación y sus carreras para satisfacer las necesidades básicas de sus familias. Ante la falta de alternativas económicas, un número récord de mujeres venezolanas se han visto involucradas en el tráfico sexual, el trabajo forzado y la prostitución. A medida que el sistema sanitario de Venezuela colapsa, el acceso de las mujeres a la atención de salud reproductiva es cada vez menor. Los embarazos en adolescentes, las enfermedades de transmisión sexual y la mortalidad materna e infantil han aumentado drásticamente en la Venezuela de Maduro.
Una crisis que afecta desproporcionadamente a las mujeres no puede resolverse sin ellas. La solución para Venezuela a largo plazo debe provenir de un acuerdo negociado y creíble que resulte en elecciones presidenciales libres y justas. El verano pasado se generó una esperanza en lograrlo cuando comenzaron las negociaciones en la ciudad de México entre el régimen de Maduro y la Plataforma Unitaria, intermediadas por Noruega.
Como miembro de la delegación de la Plataforma Unitaria (que en total involucra a seis mujeres en la mesa formal de negociación), fue un triunfo sin precedentes cuando las partes acordaron incluir un enfoque de género durante las negociaciones. Es precisamente esa la dirección en la que hay que seguir remando con insistencia para que más mujeres se incorporen al proceso cuando éste se reanude.
Actualmente, las negociaciones se encuentran suspendidas desde octubre. Sin embargo, ahora surgen esperanzas de que una nueva ronda de negociaciones pueda reanudar pronto. Si ello sucede, será clave que las mujeres no solo estén presentes en la mesa de negociación, sino que tengan un rol protagonista en la transición democrática de Venezuela.
La inclusión de mujeres es clave para el éxito de las negociaciones y durante la última década, han sido organizaciones dirigidas por mujeres quienes han liderado la lucha para lograr avances que mejoren la vida del pueblo venezolano.
Organizaciones lideradas por mujeres como CEPAZ y Red Naranja han visibilizado el impacto desproporcionado del conflicto en las mujeres, el alcance de la violencia sexual, y los pasos necesarios para establecer una Venezuela democrática. Grupos como EXODO han proporcionado recursos a refugiados que desean conocer sus derechos, mientras que el Frente Amplio de Mujeres ha unido las voces femeninas en la oposición.
El otoño pasado, conjuntamente con un grupo de mujeres venezolanas, lanzamos la iniciativa Mujeres por la Democracia en Venezuela, liderada por venezolanas comprometidas con un futuro libre y democrático para nuestro país. Este grupo lo componen abogadas, banqueras, académicas, refugiadas, defensoras de los derechos humanos, diplomáticas, periodistas y funcionarias electas, quienes trabajamos para generar una solución liderada por mujeres al impasse actual y para amplificar las voces femeninas y sus demandas en el escenario internacional.
A pesar del estancamiento de las negociaciones, las organizaciones lideradas por mujeres siguen trabajando fuertemente para mejorar la vida del pueblo venezolano y para crear el contexto necesario para que las negociaciones tengan éxito. Sabemos que soluciones a largo plazo dependerán de identificar aquellas áreas en que los venezolanos puedan encontrar puntos en común y aquí es precisamente donde las mujeres venezolanas hemos buscado progresar.
Uno de los problemas que debe ser abordado de manera urgente es la violencia sexual y de género. Las víctimas de violencia sexual y de género se encuentran en ambos lados del espectro político. Una mujer es asesinada cada 28 horas en Venezuela. Acordar un Plan de Acción Nacional para contrarrestar la violencia de género, tal como ha sido solicitado frecuentemente por organizaciones lideradas por mujeres, es un paso importante y sobre el cual las partes puedan lograr acuerdos.
Otra temática donde deben encontrarse consensos es el medio ambiente. Durante la última década, la región amazónica de Venezuela ha sido explotada ilegalmente en busca de oro, diamantes, coltán y otros minerales, sin considerar los impactos sobre el medio ambiente y las comunidades indígenas que las habitan. Tanto grupos criminales como insurgentes extranjeros han tenido vía libre para saquear nuestras tierras, poniendo en riesgo la biodiversidad de nuestra nación, contaminando las aguas subterráneas y liberando gases tóxicos. En el proceso, esta región se ha convertido en un lugar peligroso, especialmente para las mujeres y niñas más vulnerables. Las organizaciones lideradas por mujeres están abogando por el fin de la minería en nuestros parques nacionales, fomentando la agricultura sostenible como alternativa a la minería y exigiendo que se consulte a los pueblos indígenas sobre cualquier decisión que afecte su futuro.
Por otro lado, las mujeres también estamos trabajando para proteger a los refugiados y migrantes venezolanos. Durante la década pasada, millones de mujeres y niñas se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a la falta de acceso a servicios de salud, abuso físico, violencia sexual y de género, discriminación y trata. Sin embargo, sólo una porción menor de los refugiados y refugiadas venezolanos tienen ese estatus oficial; la gran mayoría de las mujeres refugiadas siguen estando marginadas, sin acceso a derechos básicos y protección.
Las venezolanas de todos los sectores políticos vienen trabajando estos temas. Han desarrollado propuestas concretas para abordarlos y las partes del proceso deben considerarlos cuando las negociaciones se reanuden. Lograr avances en estos temas, por más mínimos que sean, puede proporcionar una base para discutir otros asuntos más espinosos que son centrales para asegurar la democracia y la estabilidad, tales como la integridad electoral, la democracia, el Estado de Derecho y la necesidad de justicia y rendición de cuentas.
Venezuela tiene una tradición larga e ilustre de mujeres que se han unido para generar un cambio positivo. Debemos continuar este legado. Y cuando las negociaciones políticas se reanuden, debemos asegurarnos que las mujeres que hoy están reconstruyendo Venezuela sean incluidas significativamente en la construcción de una próspera y democrática Venezuela.
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