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TRIBUNA DE JEAN-CLAUDE JUNCKER | UN AÑO DECISIVO PARA EUROPA por Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea

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Jean-Claude Juncker (Luxemburgo, 1954) es el presidente de la Comisión Europea desde el año 2014. Ahora, a un año de que finalice su mandato al frente del Ejecutivo comunitario, hace un repaso a la actualidad europea y a lo que queda de curso político.

En poco más de un año, el 26 de mayo del 2019, habrá elecciones europeas. Aquel día los europeos no solamente elegirán a quienes quieren que les representen en el Parlamento Europeo, también decidirán qué tipo de futuro desean para la Unión.

Con esta idea en mente hemos de enfocar estos próximos meses determinantes para Europa; se trata de un año en el que debemos pasar del debate a la toma de decisiones en cuanto al futuro de la Unión, un año en el que debemos establecer los cimientos de una nueva Unión de 27 que sea más fuerte y democrática y que esté más unida. Sobre todo, se trata de una oportunidad para demostrar que Europa cumple lo prometido.

La buena noticia es que tenemos una base sólida de la que partir. Hemos recorrido un largo camino en los últimos años. Nos encontramos ahora en el quinto año de una recuperación económica que beneficia a todos y cada uno de los Estados miembros. Se registra una cifra récord de empleo y el desempleo se encuentra en su nivel más bajo desde hace nueve años.

El objetivo para 2018 es sacar el máximo provecho de este impulso. En este sentido, tenemos mucho trabajo por hacer: desde reforzar nuestra moneda única, hasta completar el mercado único digital, pasando por una reforma general de nuestro sistema de asilo. No es momento para dormirnos en los laureles. Esta Comisión Europea ya ha presentado más del 80 % de las propuestas que habíamos prometido al inicio de nuestro mandato. Ahora hay que centrarse en el 20 % restante y en velar por que las propuestas se acaben convirtiendo en legislación que se aplique sobre el terreno.

Cada siete años, Europa tiene que acordar un nuevo presupuesto para la Unión. No se trata de un ejercicio de contabilidad, sino de decidir lo queremos que nuestra Unión haga colectivamente y lo que esperamos que consiga. En primer lugar, debemos ponernos de acuerdo en cuanto a las prioridades de gasto; solo entonces podremos hablar de cifras. Es importante respetar este orden. Además, si fijamos objetivos ambiciosos, nuestro presupuesto deberá ser, por tanto, igual de ambicioso.

De los resultados de nuestras últimas encuestas se desprende que, a ojos de los españoles, las dos mayores prioridades de la Unión Europea en este momento deberían ser la seguridad y la migración. Con vistas al futuro, se nos presenta una disyuntiva sobre cómo deberíamos asegurar nuestras fronteras. ¿Queremos que la Guardia Europea de Fronteras y Costas siga funcionando tal y como está? ¿Queremos mejorarla para que cuente con más personal, más medios y más capacidad? O, como alternativa, ¿apostamos por una solución más ambiciosa y transformamos la Guardia en un sistema único de gestión de fronteras para toda la Unión con una dotación de 100 000 empleados públicos de la UE? Cada una de estas opciones tiene un precio, que oscila entre 8 000 millones EUR y un máximo de 150 000 millones EUR.

Este es el tipo de debates que debemos tener en relación con nuestro futuro, y deben extenderse a todos los rincones de Europa. Desde noviembre de 2014, hemos organizado 500 debates con ciudadanos de la UE. Cuando acabe el mandato de esta Comisión, me gustaría haber multiplicado por dos esa cifra. Este año ya hemos mantenido diálogos en Sevilla y Bilbao. También hemos escuchado las opiniones de los ciudadanos en Salamanca, Valencia, Málaga y Santiago de Compostela, por citar solo algunas de las ciudades visitadas por los miembros de esta Comisión, y haremos lo mismo en otras muchas ciudades. Si se quiere que Europa avance al unísono, habrá que escuchar a todos y cada uno. Esta es la única forma para construir una Europa de 27 unida.

No obstante y sea cual sea la senda que decidamos seguir, hay aspectos que nunca van a cambiar. Los valores y aspiraciones en que se basa nuestra Unión siguen siendo el viento en nuestras velas, y la libertad, la democracia, el Estado de Derecho y el respecto de la dignidad humana son las ideas que nos unen y nos protegen. Esta es la razón por la que no puedo aceptar que nos pleguemos a las fuerzas nacionalistas que tratan de dividirnos o de ensanchar grietas ya existentes.

El año pasado celebramos nuestro sexagésimo aniversario con una ceremonia en Roma, que supuso, para mí, un recordatorio conmovedor de lo que significa Europa para diferentes pueblos de nuestra Unión. Para el mundo nuestra Unión representa un símbolo de paz y democracia. Es un lugar en el que el Estado de Derecho ha sustituido a la ley del más fuerte, un lugar en el que priman la equidad y la igualdad de oportunidades para todos. Se trata de una Unión que nos hace más seguros y más influyentes en un mundo cambiante y voluble. Juntos somos más fuertes, unidos en nuestra diversidad.

Esta es la Europa que todos tenemos que defender en el camino de la gran cita electoral de mayo del año que viene.