Mátate, amor: un retrato íntimo entre la comedia y el suspenso
NOTI-AMERICA.COM | ESPAÑA
Mátate, amor, el más reciente largometraje de Lynne Ramsay, se adentra en el territorio del suspenso emocional con una intensidad que no da respiro con una historia que parte de una novela breve y feroz de la escritora argentina Ariana Harwicz, y que se despliega en imágenes donde la intimidad se transforma en un campo de batalla. Allí, la directora Lynne Ramsay, autora de Tenemos que hablar de Kevin y Morvern Callar, retoma su obsesión por los vínculos familiares fracturados, esta vez desde el interior de una mente que está por estallar.
Su estreno en salas colombianas hoy, 6 de noviembre, marca el regreso de una directora que convierte cada proyecto en un ejercicio de riesgo emocional. Con Jennifer Lawrence como protagonista, la película propone una experiencia sensorial donde el lenguaje corporal sustituye las palabras. En Diners le contamos todos los detalles para que conozca esta película.
La historia del desamor

Grace vive con su esposo y su hijo en una casa de campo heredada en las afueras de la ciudad. Después de dejar atrás su vida urbana, enfrenta la desconexión progresiva con todo lo que antes reconocía como suyo, pues las tareas domésticas, la crianza y la soledad se acumulan como un peso que transforma su percepción del entorno. La presencia de su marido, interpretado por Robert Pattinson, le crea cierta sensación de encierro, mientras los recuerdos de su vida anterior resurgen cada tanto.
La película se despliega como una serie de momentos donde lo cotidiano se vuelve inquietante. Cada objeto de la casa, cada sonido del campo y cada silencio en la mesa forman parte de un paisaje mental que se descompone. Ramsay traduce la escritura febril de Harwicz en un lenguaje cinematográfico que evita la explicación y se sostiene en la experiencia sensorial, donde el resultado es un retrato de maternidad atravesado por deseo, hastío y pulsiones reprimidas.
A medida que la historia avanza, la distancia entre los personajes crece. Grace intenta mantener la apariencia de estabilidad, pero el entorno actúa como detonante de su desintegración emocional. Así, la línea entre lo real y lo imaginado se difumina. La tensión alcanza su punto más alto cuando el aislamiento se convierte en un espejo que la obliga a enfrentarse con su lado más primitivo.
Una producción de suspenso

Mátate, amor fue rodada en locaciones rurales de Estados Unidos con fotografía de Seamus McGarvey, responsable de The Neon Demon y Honey Boy. La directora apuesta por un registro visual que enfatiza la textura del campo y la distancia entre los cuerpos, y donde la luz natural domina gran parte del metraje, generando un tono que oscila entre lo sereno y lo asfixiante. Además, la edición de Joe Bini refuerza la sensación de desorden emocional mediante una estructura fragmentada que se mantiene siempre bajo control.
Jennifer Lawrence interpreta a Grace con un compromiso físico y emocional absoluto junto a Robert Pattinson, quien la acompaña con una presencia que sostiene la tensión sin desplazarla. En esta dupla, como mencionamos antes, Ramsay dirige con atención al detalle, enfocada en los gestos, la respiración y el ritmo interior de cada escena.
El guion, coescrito por Enda Walsh, conserva el pulso literario de la novela, pero traslada su crudeza a un territorio puramente audiovisual, pues se acompaña de la banda sonora compuesta por Ben Frost, la cual introduce disonancias que subrayan el malestar de sus protagonistas. En ese sentido, Ramsay consolida un estilo que prioriza la densidad emocional sobre la narración lineal y posiciona su película como una de las entregas más esperadas del mes.


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