Bailarina venezolana devela su talento en Medellín
NOTI-AMÉRICA | VENEZUELA
Por Yliana Duque con la colaboración y aporte de Margarita Duque.
En Colombia, el Ballet Metropolitano de Medellín, develó la elegancia y excelencia de la jóven venezolana Emily Báez Márquez en la gala del 31 de mayo y el 01 de junio de 2025.

La jóven bailarina venezolana Emily Báez Márquez, como digna representante de Venezuela, pone en alto la danza clásica al ser nominada con el título de Primera Bailarina en el Teatro Metropolitano de Medellín, en Colombia.
Ésta talentosa bailarina, desde niña se dedicó con gran perseverancia y disciplina al estudio del ballet clásico, obteniendo su título en diez años en la Academia de Fanny Montiel, en la ciudad de Caracas. Sus primeros años, luego de su graduación, fueron de una constante participación llegando a formar parte del elenco del Ballet del Teatro Teresa Carreño, en Caracas, Venezuela.
Hace 2 años, motivada por sus aspiraciones, realizó un concurso como bailarina en el Teatro Metropolitano de Medellín, el cual aprobó con mucho éxito. Donde ahora sigue preparándose, en un escenario catalogado por promover con gran valor las artes y la cultura.
Emily actualmente interviene en varias obras, dándose a conocer a través de la fábula y la fantasía al encarnar personajes que la han hecho acreedora de admiración ante un público que reconoce sus dotes.
En Colombia, han transcurrido seis meses de presentaciones, que por su profesionalidad le otorgaron el título de Primera Bailarina en el Teatro Metropolitano de Medellín, desbordando con majestuosidad y disciplina su talento en los escenarios. Sus dones han sido la perseverancia y la pasión por el ballet clásico y una actitud positiva, que la hace merecedora de representar a Venezuela en nuestros tiempos.
La bailarina profesional, Emily Báez Márquez es una joven venezolana que, desde su niñez, se dedicó con

El impacto de Emily fue casi inmediato. Con solo seis meses de cautivadoras presentaciones, en el Teatro Metropolitano de Medellín. Es un honor verla subir a los escenarios, con la misma disciplina férrea que la caracteriza.
constancia y disciplina al estudio del ballet clásico. En tan solo diez años, obtuvo su título en la prestigiosa Academia de Fanny Montiel en Caracas, sentando las bases de una carrera prometedora. Tras su graduación, sus primeros años estuvieron marcados por su empeño y dedicada participación en múltiples eventos, consolidándose como parte del elenco del aclamado Ballet del Teatro Teresa Carreño, un verdadero semillero de talentos en Venezuela.
Su excelente habilidad en la danza la llevó a un escenario internacional, donde brilló con luz propia, participó y aprobó con rotundo éxito un riguroso concurso para bailarinas en el Teatro Metropolitano de Medellín, Colombia.
Sus dones, la perseverancia incansable, una pasión desbordante por el ballet clásico y una actitud inquebrantable y positiva, la hacen merecedora de representar a Venezuela en tiempos tan desafiantes.
En un momento en que la crisis moral, social, económica y espiritual se hace cada vez más dolorosa, el arte de Emily Báez nos recuerda que, incluso en los momentos más complejos, siempre hay una luz al final del camino, un faro de esperanza para todos. Su danza nos susurra que, al igual que Odette y Sigfrido, nada es imposible cuando dos corazones se unen, ya sea en la pasión de una historia o en el espíritu de un pueblo.
Ahora, Emily Báez Márquez ofrece intervenciones sublimes en una pieza maravillosa, llena de encanto y fantasías inigualables: El Lago de los Cisnes de Tchaikovsky. En esta icónica obra, se estrenó como bailarina venezolana en el mítico rol de Odette, cuya trama evoca la pasión y el amor incondicional por Sigfrido. Ella, en su interpretación, revela la trágica condición de Odette, quien solo puede ser liberada de un hechizo si un hombre le jura amor eterno, permitiéndole así recuperar su forma humana.
Con una maestría única y una pasión que la transforman, Emily, conduce al personaje con tal profundidad q
ue es capaz de crear su metamorfosis en el escenario, transitando desde la pureza etérea del cisne blanco hasta la fuerza seductora del cisne negro. Este tránsito no es solo un despliegue técnico, sino una entrega emocional que deleita al público, brindándoles el elixir de esa pasión que solo el ballet clásico puede ofrecer. Su habilidad para dar vida a ambos cisnes —la inocencia y la oscuridad, la vulnerabilidad y la fuerza— no solo demuestra su virtuosismo técnico, sino una madurez artística que trasciende el movimiento, dejando una huella imborrable en cada espectador y elevando el nombre de Venezuela en la escena internacional de la danza.


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