LA MUJER Y EL DERECHO A LA PROPIEDAD EN AMÉRICA LATINA Por Estefany Vasquez
NOTI-AMERICA.COM
LA MUJER Y EL DERECHO A LA PROPIEDAD EN AMÉRICA LATINA
En América Latina, el derecho a la propiedad ha sido históricamente un territorio marcado por desigualdades, especialmente cuando se trata de las mujeres. A pesar de los avances logrados en los últimos años, la realidad es que muchas mujeres siguen enfrentando barreras significativas para ejercer plenamente este derecho. Esta situación es particularmente visible en países como Perú, donde las diferencias socioeconómicas, culturales y de género juegan un papel importante en la forma en que se accede y se posee la propiedad.
La propiedad no es solo un bien material; es un derecho fundamental que permite a las personas construir seguridad económica, empoderarse y tomar decisiones importantes sobre sus vidas. Para las mujeres, la propiedad puede ser una herramienta clave para alcanzar la autonomía, romper ciclos de violencia y desigualdad, y ser agentes activos de cambio en sus comunidades. Sin embargo, durante mucho tiempo se les ha negado esta posibilidad.
En América Latina, la propiedad ha estado vinculada a patrones patriarcales que relegan a la mujer a roles domésticos y secundarios. El acceso a la tierra, la vivienda y otros recursos económicos ha sido históricamente un privilegio masculino, alimentado por normas sociales que consideran al hombre como el «jefe de familia» o «proveedor». Estas normas aún influyen en la percepción de quién tiene el «derecho» de poseer bienes y tomar decisiones importantes.
En Perú, la situación es compleja y presenta avances significativos junto con desafíos persistentes. El marco legal reconoce el derecho de las mujeres a la propiedad de forma igualitaria. La Constitución peruana y el Código Civil establecen que hombres y mujeres tienen los mismos derechos de propiedad y herencia. Además, la titulación de tierras y la formalización de la propiedad han sido esfuerzos gubernamentales continuos para asegurar que tanto hombres como mujeres puedan registrar y proteger legalmente sus posesiones. Sin embargo, estas leyes a menudo no se traducen en cambios reales para muchas mujeres, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas. La desigualdad en el acceso a la educación, la discriminación de género y la falta de recursos económicos son barreras que limitan la capacidad de las mujeres para acceder a la propiedad. En muchas áreas rurales, el acceso a la tierra sigue siendo controlado por estructuras tradicionales que privilegian a los hombres, y las mujeres deben enfrentarse a desafíos adicionales como la falta de conocimiento sobre sus derechos y el temor a represalias sociales.
La propiedad no es solo una cuestión de riqueza o posesión material; es una cuestión de empoderamiento y libertad. Cuando una mujer puede poseer bienes, tiene más control sobre su vida y la de su familia. Puede decidir sobre su hogar, proteger a sus hijos y tener un refugio seguro si enfrenta situaciones de violencia. La propiedad también abre puertas para el emprendimiento, acceso al crédito y generación de ingresos propios, lo que ayuda a romper ciclos de dependencia económica y vulnerabilidad. En este contexto, el empoderamiento de la mujer a través del acceso a la propiedad se convierte en un elemento transformador para la sociedad peruana y latinoamericana en general. Es un camino hacia la equidad de género y el desarrollo sostenible de las comunidades. Las mujeres que poseen tierras y propiedades son más propensas a invertir en la educación y el bienestar de sus hijos, generando un impacto positivo a largo plazo para la sociedad en su conjunto.
A pesar de los desafíos, hay razones para ser optimistas. Organizaciones locales e internacionales, como ONU Mujeres, están trabajando incansablemente para promover la igualdad de género y el derecho de las mujeres a la propiedad. Se están llevando a cabo campañas de sensibilización y programas de capacitación para ayudar a las mujeres a entender y ejercer sus derechos. También se están desarrollando políticas públicas más inclusivas para asegurar que el acceso a la propiedad no sea solo un derecho en papel, sino una realidad tangible.
Perú y América Latina aún tienen un largo camino por recorrer para alcanzar la plena igualdad en el acceso a la propiedad. Pero cada paso hacia adelante, cada mujer que logra registrar su casa o terreno a su nombre, es una victoria que inspira y abre puertas a más mujeres. La lucha por el derecho a la propiedad no es solo una lucha legal; es una lucha por la justicia, la equidad y la dignidad de todas las mujeres de la región.
La historia de la mujer latinoamericana es una historia de resiliencia y valentía. Reconocer y garantizar su derecho a la propiedad es una forma de honrar esa historia y de construir un futuro más justo y equitativo para todos.
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