Un Cambio de Paradigma: Las Mujeres Peruanas y el Sufragio en 1956 Por: Estefany Vasquez
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Un Cambio de Paradigma: Las Mujeres Peruanas y el Sufragio en 1956
El año 1956 marca un hito significativo en la historia política del Perú, pues por primera vez, las mujeres peruanas ejercieron su derecho al voto en una contienda electoral. Este acontecimiento no surgió de la noche a la mañana, sino que fue el resultado de décadas de luchas y esfuerzos por parte de las mujeres para obtener el reconocimiento de sus derechos ciudadanos y políticos en un contexto donde prevalecían prejuicios arraigados.
Durante el siglo XX, las mujeres peruanas se enfrentaron a diversas barreras y desafíos en su búsqueda de igualdad. Una de las mayores dificultades radicaba en la desconfianza generalizada hacia la capacidad y competencia de la mujer por parte de la sociedad dominada por hombres. Se les consideraba culturalmente inferiores y frágiles, argumentos que se utilizaban frecuentemente para justificar su exclusión de la esfera política y ciudadana.
La lucha de las mujeres peruanas no se limitó únicamente al ámbito local; fue parte de un movimiento global por la igualdad de género. Nueva Zelanda, por ejemplo, se destacó como pionero al otorgar el derecho de voto a las mujeres en 1893, mucho antes de que el Perú comenzara a debatir seriamente la cuestión.
En el caso específico del Perú, el camino hacia el sufragio femenino estuvo lleno de obstáculos y retrocesos. En 1920, por ejemplo, el debate sobre este tema fue obstaculizado con el argumento de que las mujeres no estaban preparadas para ejercer el voto. No fue sino hasta trece años después que el Congreso Constituyente finalmente concedió el derecho de voto para las elecciones municipales a un segmento limitado de mujeres: aquellas alfabetas, mayores de edad, casadas o madres de familia, aunque no hubiesen alcanzado la mayoría de edad legal. Sin embargo, en la práctica, esta norma era poco efectiva, ya que persistían las dudas sobre la capacidad de las mujeres para votar con independencia y libertad plenas.
Esta larga travesía hacia la igualdad de género en la esfera política y ciudadana fue marcada por la resistencia a los prejuicios sociales y culturales que relegaban a las mujeres al ámbito doméstico y las limitaban al rol de cuidadoras de la familia. Sin embargo, cada paso dado hacia adelante representaba una victoria sobre la discriminación y la exclusión, y sentaba las bases para un futuro más igualitario y justo para todas las peruanas.
En 1955, se promulgó la Ley 12391, que introdujo modificaciones a la Constitución Política del Perú y otorgó el derecho al sufragio a las mujeres mayores de 21 años que fueran capaces de leer y escribir, así como a las casadas mayores de 18 años que cumplieran con el mismo requisito. Esta medida representó un reconocimiento formal de su condición de ciudadanas con plenos derechos.
El momento histórico en el que las mujeres peruanas votaron por primera vez en las elecciones generales de 1956 marcó un hito crucial. En dichas elecciones, aproximadamente el 34% de los votantes eran mujeres, mientras que el 66% restante eran hombres. Además, en ese mismo año, ocho mujeres fueron elegidas como diputadas, lo que reflejó un avance significativo hacia la representación femenina en la esfera política.
Treinta y cuatro años más tarde, las mujeres experimentaron un aumento notable en su presencia en cargos públicos gracias a la implementación de la ley de cuotas. Esta medida afirmativa fortaleció el progreso de las mujeres en el ejercicio de su ciudadanía y sus derechos políticos al promover su derecho a ser elegidas y participar activamente en la toma de decisiones que impactan directamente en sus vidas, así como en la democracia y la sociedad en su conjunto.
En la actualidad, la participación de las mujeres en el ejercicio de la ciudadanía y los derechos políticos desempeña un papel crucial en el proceso político peruano. La posibilidad de elegir y ser elegidas enriquece el sistema democrático con la inclusión activa de las mujeres en la esfera pública. Sin embargo, esta participación sigue enfrentando numerosos obstáculos, ya que las mujeres aún deben superar resistencias y estereotipos arraigados que, incluso en la actualidad, las relegan injustamente al ámbito doméstico. A pesar de estos desafíos, las mujeres continúan luchando por su plena participación y representación en la vida política del país.
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