El Stade de Reims – Paris Saint-Germain pasará a la historia por muchos motivos. Nunca un encuentro de la Ligue1 tuvo tanta repercusión en todo el mundo. No era la final de la Champions o de un Mundial, pero lo que pasó aquel 29 de agosto de 2021 entre las 20:45 y las 22:30 será recordado. En España, Telecinco compró los derechos para emitirlo. La empresa de Piqué compró la competición y le entregó ese partido a Ibai Llanos para que lo emitiera en su canal de Twitch.
Quedará para la posteridad el cambio el minuto 66. Cuando todo parecía que Neymar y Mbappé iban a compartir ataque con Messi, Pochettino hizo un giro de guion imprevisible y sacó del campo a Neymar para dar entrada a Messi. Los dos grandes amigos que meses antes se abrazaban tras la final de la Copa América volvían a fundirse en el Estadio Auguste Delaune de Reims. El técnico argentino tomó una decisión táctica y dejó a un lado las portadas de los periódicos. Es suficiente con todo lo escrito durante las últimas semanas como para que afecte a una plantilla que hasta el propio Jesé definió como un grupo de amigos regados por millones de euros.
Messi no tuvo un debut soñado. Simplemente media hora para foguearse, soltar piernas y conocer a sus compañeros en un partido oficial. La temporada será muy larga, el PSG será el equipo a batir en su competición y, sobre todo, en la Champions donde se medirá a la plantilla y al proyecto catarí. Está por ver qué pasará con la millonaria inversión si no levantan el cetro europeo. Si los jeques se cansan y, después del mundial, abandonan el club o siguen adelante como ocurre en el Manchester City. Messi tiene muchos partidos por delante para vender camisetas y un puñado para hacer campeón al Paris. Momentos contados donde no podrá fallar y la presión será infinita.
A finales de agosto suele pasar una situación muy incómoda en el mundo del fútbol. Un entrenador no puede alinear a un jugador porque, o bien se ha declarado en rebeldía para que le dejen salir, o su club está negociando con otro y no quieren arriesgarse a una lesión y que su activo se devalúe por jugar un partido intrascendente. El viernes anterior al Reims-PSG se hizo público que Mbappé estaba convocado para jugar. Raro. El domingo a las 19:00 ya sabíamos que el francés sería titular. Muy raro. A las 22:30 el jugador que trae de cabeza a Florentino Pérez había disputado 96 minutos, le habían dado un par de patadas serias y, lo que es peor, había marcado los dos goles para su equipo.
Todas las teorías previas que aseguraban que lo de Mbappé al Real Madrid era un teatro y que estaba más que firmado se derrumbaron. Tuvieron la misma validez que las noticias sobre el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Manchester City. Hace tiempo que el periodismo deportivo es utilizado como parte de las negociaciones y no se ha enterado. Mbappé fue alineado por Pochettino en otro macabro giro de guion. Los jeques no quieren fotos, ni agasajar a nadie del viejo continente con su dinero. Prefieren dar valor a las inversiones hasta el último céntimo. Es un tema cultural; en Europa no entendemos que el PSG no venda a Mbappé en septiembre por 180 millones cuando se podría ir gratis en nueve meses. En Catar ven al astro galo como parte de su patrimonio y al PSG como un negocio con el que vender su imagen de autoridad en el viejo continente. Cada minuto que pase vestido con esa camiseta es poder acumulado, es rendimiento, es un minuto más de la nueva era del fútbol ultramoderno.
Florentino Pérez ha negociado con los directivos más desagradables e irritantes. Ha conseguido cerrar fichajes imposibles. El dinero era importante, pero también su trato a la estrella y el escudo del club que recibía al jugador. Con Nasser Al-Khelaifi no valen esas artes porque el valor que le da al dinero es diferente. Tampoco valen con Mbappé porque el jugador no tiene argumentos para salir de Paris. En Madrid ganaría menos dinero y la Champions se complicaría. El escudo y el proyecto son sus únicos alicientes.
Esos 96 minutos y los dos goles ante el Reims pueden elevar el valor del jugador hasta los 200 millones euros, pueden suponer el principio del fin, pero en diferido durante nueve larguísimos meses o una venta por lo pactado, pero imponiendo su modo de vida hasta el último minuto con un órdago histórico. Simplificar todo a que a los mecenas del PSG les sobra el dinero es demasiado pretencioso. Hay más debajo de los petrodólares que han llegado a determinados equipos de fútbol. Otros buscaban rendimiento inmediato y han arruinado clubes históricos.
Messi visitó Reims. La ciudad del equipo que perdió dos finales de Copa de Europa ante el Real Madrid y quedó hermanado al club madrileño para toda la vida. El debut del 30 fue histórico, pero el caso Mbappé escribió otra página en la novela de terror que viven en Madrid con su llegada. Fútbol es fútbol.
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