REDACCION NOTI-AMERICA.COM VENEZUELA
Termómetro Económico
Gerencia, Finanzas y Negocios
El rol del estadoy un poquito de “Karl Popper”
El rol del estado se puede analizar claramente desde la perspectiva económica y social. El mercado es esa interacción entre gente que quiere y necesita bienes y servicios, y gente que los tiene y se los ofrece a un precio determinado. En el artículo titulado “FISIÓCRATAS, ILLUMINATIS, MASONES,
ALIENÍGENAS ANCESTRALES Y SCOOBY DOO” publicado el 10 de mayo de 2018, definimos la ley de oferta y demanda como una lucha (guerra) entre oferentes y demandantes. Ahora bien, esa interacción representada en el modelo de ley de oferta y demanda no funciona exactamente como el modelo lo determina. El modelo de ley de oferta y demanda tiene unos supuestos para funcionar que en la realidad no se cumplen. Esto se debe a que es un modelo, una aproximación de la realidad; sin embargo, la realidad es bastante más compleja. El modelo supone que no existen externalidades, como por ejemplo los bienes públicos (bienes cuyo consumo es abierto a todos los consumidores simultáneamente, y que no permiten que se excluya a nadie en particular. Por ejemplo, el aire o la luz del sol). Así mismo, asume información igualitaria y perfectamente distribuida entre los actores del mercado, asume también que no hay monopolio, y que la cantidad de oferentes y demandantes es muy grande, entre otros supuestos.
¿Y la mano invisible?
Donde se genera una falla del mercado se genera también un problema ético y un problema social. Esto se debe a que se produce un efecto de marginación de unos con respecto a otros o un daño a lo que es común, perjudicando a unos más que a otros. En términos simples, se genera una situación de injusticia. Es aquí donde la cosa se pone buena. Es aquí donde queda el mingo de la cuestión. Un grupo de pensadores sociales asume que el mercado a través de la inclusión de algunas formas nuevas, como el derecho de propiedad sobre los bienes públicos, pudiera resolver estas fallas (algo así como privatizar el aire o la sombra de los árboles). Otro grupo asume que debe ser el estado el que debe asumir la acción en las fallas del mercado; y por último, otro grupo dice que las fallas son el producto de la explotación del obrero por parte del oligarca o burgués y que la solución es defenestrar a esa clase de burgueses explotadora e instaurar la dictadura del proletariado. Esto, supone el dominio de los medios de producción por parte de un estado proletario que gobierna en nombre y favor del proletario. También supone, que al desaparecer la hedionda burguesía, todo mundo pasa a ser proletario, menos los altos mandos del partido de gobierno y aquellos otros que estratégicamente apoyen el mantenimiento de este gobierno justiciero, como lo son algunos militares de alto rango y sus empresarios. Cabe acotar que los empresarios creados al amparo del gobierno paladín del proletariado no son burgueses ni hediondos. Éstos son una suerte de hermanitas de la caridad, cuya obra empresarial benéfica debe ser puesta en el altar destinado a los santos. Por otra parte, el presumir que sólo la voluntad privada a través de los derechos de propiedad entre otras, puede salvaguardar los bienes públicos o que el monopolista a través de la responsabilidad social empresarial va a corregir por sí mismo y de forma voluntaria y democrática la falla que le da su ventaja, es un disparate. Además, quisiera que alguien me explicara cómo, quién y a quién se le puede otorgar un derecho de propiedad sobre la estabilidad financiera global (que es un bien público). Además, eso es lo mismo que decir que vamos a salvaguardar los bienes públicos quitándoles lo público, o que las personas no buscan ventajas sobre el resto, que no son competitivas (emoticón que llora de risa). La otra opción es no hacer nada esperando que llegue la mano invisible y que cuando llegue nos encuentre sin aire, sin mares, sin salud, sin derechos humanos, sin justicia, envueltos en un feroz mundo de infierno. Por eso es imprescindible el estado. La pregunta es ¿Hasta dónde debe actuar el estado sin perjudicar la libertad e iniciativa de la sociedad y hasta dónde debemos permitir la injusticia producida por las fallas del mercado? La opción de la dictadura del proletariado convirtiendo a los ciudadanos en ciervos de sus gobernantes de facto, es quizá el peor de todos los planteamientos aquí descritos.
¿Cuánto de estado y cuánto de privado?
Hay una frase: “tanto estado como sea necesario y tanto privado como sea posible”. Tener más estado del necesario es aparte de peligroso muy costoso. Para muestra un botón: el caso venezolano. Tenemos un aparato público grande e ineficiente donde se expropiaron hasta los cepillos dentales de la gente y se nacionalizó hasta el canto de los pájaros, con el resultado de “producción cero” y una gobernanza costosísima. Los pocos privados exitosos son aquellas hermanitas de la caridad empresarial, que se han arrimado a las estrellas de lata de algún general que ocupa un cargo público civil. Es común verlos (tanto a los generales como a sus empresarios) en camionetas marca Ford Explorer o 4runner, negras o blancas, entrar y salir de los ministerios, como por ejemplo, el de alimentación o el de la vivienda. Esto ha deteriorado la capacidad productiva de la nación, ha disminuido el empuje emprendedor y la inventiva, ha roto el tejido productivo y nos ha vuelto más dependientes del petróleo y las importaciones que nunca. Pero además, le ha dado a los jerarcas pesuvistas el control de lo que comemos, del jabón que usamos, de las casas donde vivimos, de los repuestos que necesitamos y de todo cuanto existe en la cotidianidad de nuestras vidas. Como si esto fuera poco, nuestra calidad de vida hoy es muy baja. Si alguien estaba convencido de que el modelo de sociedad respetuoso de la propiedad privada era malo, hoy estará más que de acuerdo que el madurismo socialista es peor. Y para que no quede entendido, los niveles de corrupción de este gobierno son más que grotescos y ese es un costo o plus que pagamos los venezolanos por mantener a la actual cúpula de gobierno; así mismo, su ineptitud en la administración de servicios ha sido catastrófica, y sólo se necesita el ejemplo de la situación petrolera y eléctrica; su manejo económico ha sido un milagro inverso, es decir, una especie de maldición, con la pérdida de nuestra moneda nacional y de nuestro nivel de vida, y su manejo de las relaciones con el resto de la comunidad internacional ha sido totalmente entreguista de los intereses de la nación. Parafraseando al libertador “el gobierno de Maduro parece destinado a plagar de miseria a Venezuela a nombre de la paz” (ya lo está haciendo). Al menos por fuerza mayor se está liberando la economía, eso es una válvula de escape a la hoya de presión económica que sigue montada. Cabe aclarar que la situación no es producto del cacareado bloqueo económico.
¿Cómo se puede conciliar el “tanto estado como sea necesario y tanto privado como sea posible”?
A través de la democracia. A través de la construcción de una sociedad abierta. Es preocupante ver cómo los gobiernos de China y USA levantan las banderas del nacionalismo contra la sociedad abierta. La democracia se fortalece con la construcción de sociedades abiertas y se debilita con las banderas nacionalistas. Y aclaro para el futuro: creer en una sociedad abierta no es no querer a tu país ni a tu mamá. Es entender que sólo a través del sistema global se van a poder atender los grandes problemas de la humanidad. Y repito lo que ya dije en otras oportunidades, la socialdemocracia es la vía para brindarle al ciudadano el mejor nivel de vida. El nacionalismo ha fortalecido las dictaduras en el mundo, dictaduras de las grandes corporaciones globales y dictaduras de ideología económica híbrida como lo son la china y la rusa. La socialdemocracia equilibra el rol del estado y lo dimensiona como servidor de la ciudadanía y no al contrario como es el caso de Venezuela: una sociedad que terminó siendo el sirviente de una cúpula militar.
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