España abandera la crispación política en la UE en medio del Covid-19 por: María G. Zornoza
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Bélgica solo pudo formar Gobierno tras 454 en funciones con la irrupción del coronavirus. La oposición portuguesa muestra todo el apoyo y coraje al Gobierno central. Y la coalición de Gobierno en Italia ya no genera titulares porque se tambalea. Entretanto, en España, uno de los países más golpeados del mundo por el coronavirus, reina un cisma político de crispación muy atípico en las capitales europeas.
“En muchos países, la peor pandemia en más de un siglo ha puesto de lado las rivalidades políticas. No en España, uno de los más golpeados por el coronavirus. El eslogan oficial del Gobierno es ‘Pararemos este virus unidos’, pero mientras los muertos se acumulan y Madrid usa poderes de emergencia económicos, la política de confrontación ha regresado con venganza”, arranca este artículo del infuyente Financial Times sobre la situación española.
El Congreso de los Diputados debate este jueves la extensión del Estado de alarma propuesta por el Gobierno de Pedro Sánchez. El tono, el acostumbrado: reproches, acusaciones y confrontación inundan una cámara casi vacía. Pablo Casado, líder de la oposición a los mandos del Partido Popular, ha acusado durante la sesión al Ejecutivo central de mentir, de falta de autoridad y de “confinar la democracia”. La extrema derecha de Vox acusa al presidente y vicepresidente de ser “los máximos responsables de la mayor tasa de mortalidad del mundo”.
El tono bronco en la política española difiere de la situación en los principales países europeos. Paradójicamente, la irrupción del Covid-19 fue lo único que posibilitó una formación de Gobierno nacional en Bélgica, país que acoge a las instituciones europeas. Nueve partidos de la oposición dieron su respaldo a Sophie Wilmès formar Gobierno tras 454 días. Desde entonces, la premier por accidente ha gozado del respaldo de buena parte de las familias políticas.
La crisis ha reforzado la imagen interna de Angela Merkel. La canciller se apagaba de forma silenciosa con timidez en las políticas nacionales y europeas, pero su gestión de la crisis cuenta con buena acogida dentro de las fronteras germanas. Curiosamente los principales reproches al Ejecutivo de Berlín se centran en el ámbito comunitario. Los Verdes han criticado con dureza su férreo ‘nein’ a los coronabonos para compartir deuda con los países del sur.
El verso libre más llamativo llega desde sus propias filas de la CDU. «El no rotundo a los cornobanos tiene una sólida justificación económica, pero emocionalmente es funesto. Alemania puede rechazar esta solución pero tiene que hacer algo más que señalar al MEDE. Necesitamos na señal clara de que nadie se va a quedar solo después de la crisis», señalaba en Twitter y en español Nortbert Rottgen, candidato a suceder a mutti Murkel con las riedas del partido.
A finales de año, el rescate a la industria del acero estuvo cerca de hacer caer la coalición de Gobierno en Italia entre el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático. El país de la dramaturgia política, de los Ejecutivos volátiles y frankestein, ha mostrado ante la madre de todas sus crisis una altura de miras políticas, que ha reiventado la figura de un animal no político como Giuseppe Conte. Una encuesta de Demos apunta que su índice de popularidad ha pasado del 46 al 71%. La oposición encabezada por el ultraderechista Matteo Salvini ha criticado las decisiones del premier transalpino, pero la figura de Sergio Mattarella, presidente del país, ha sido clave para sentar ambos políticos en la mesa de consenso ante “la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial”.
Portugal es una de las grandes revelaciones de unidad y contundencia en esta crisis. Tras el fallido Consejo Europeo para coordinar una respuesta europea al coronavirus, Antonio Costa, primer ministro, habló alto y claro contra la “arrogancia” de Países Bajos tildando de “repugnantes” sus acusaciones contra los países más afectados por la pandemia como España e Italia. La oposición se ha volcado con el Ejecutivo luso. «Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. Todo lo que nosotros podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte», señaló esta semana el líder de la oposición Rui Rio.
En Francia, poco antes de la irrupción de la pandemia, la oposición pedía la dimisión del ministro de Interior por su gestión en la crisis de los chalecos amarillos y el país encadenaba huelgas generales por la reforma de las pensiones. Tras declarar la emergencia nacional, Emmanuel Macron frenó toda la agenda legislativa, también la de las pensiones y apeló a la unidad nacional en esta guerra. La izquierda ha afeado al Elíseo que haya acumulado muchos poderes en el marco de la pandemia y la extrema derecha no ha guardado el látigo. Muchos han cuestionado también la celebración de las elecciones locales. Pero el tono ha bajado en la política gala.
Sin embargo, no todo es unidad política en el seno de la UE. Países como Hungría y Polonia, los dos países comunitarios bajo el órdago del Artículo 7, han aprobado legislaciones que restringen la capacidad de la oposición. Víktor Orbán, primer ministro húngaro, gobierna a golpe de decreto sin fecha límite y el Partido de Ley y Justicia (PiS) busca celebrar elecciones presidenciales por correo postal que ponen en cuestión las garantías legales y de transparencia.
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