Las dos veces que Ricardo Torres, un comerciante de 43 años, intentó adquirir la moneda virtual petro se sintió ante una misión imposible.
Tras descargar las carteras digitales (wallets), no encontrar plataformas de intercambios y hasta presentar fallas con el explorador fue imposible hacer alguna transacción. “Lo hacía por curiosidad, pero ya perdí el interés y ahora genera desconfianza en mí”, dice el hombre radicado en Caracas.
A casi un año de su creación, el petro parece una utopía en Venezuela. El abogado Roberto Hung, director del Centro Cultura Digital, considera que este proyecto está destinado al fracaso. “La idea de la criptomoneda es la libertad, está por fuera de la estructura formal, son voluntarias y no impuestas, esa es su naturaleza propia”, explica.
Pero el gobierno de Venezuela ha plantado sus esperanzas en la moneda virtual a la que ha anclado los salarios y propone como forma de cobro en la venta de inmuebles, los pagos de pasaportes, la compra de boletos aéreos internacionales y de otros servicios aeroportuarios. “Está legalizado el uso del petro como unidad de cuenta, como moneda venezolana”, dijo el presidente Nicolás Maduro hace unos días.
El mandatario confía en el futuro de su proyecto. El petro fue creado el 3 de diciembre de 2017 para sortear las dificultades generadas por las sanciones económicas internacionales, pero solo a partir del próximo 5 de noviembre entrará en interacción con seis casas de cambio internacionales, emitirá certificados de ahorro y podrá ser adquirida en bolívares soberanos. El sábado, el líder chavista ordenó a su gabinete diseñar un plan para su distribución e inversión en todas las comunas socialistas y en sus propios bancos para “minar” distintas criptomonedas y así autofinanciarse. Todo apunta a instaurar la moneda digital en Venezuela.
En su Libro Blanco, que establece las normas, se afirma que se seguirán tres propósitos, entre ellos ser un medio de intercambio y un instrumento de ahorro o inversión. “Su lanzamiento será punta de lanza en la promoción de una economía digital independiente, transparente y abierta a la participación directa de los ciudadanos, que servirá de plataforma para el desarrollo de los criptoactivos y la innovación en Venezuela y otros países emergentes”, destaca.
Hung opina que el interés del oficialismo puede ser más profundo que un simple torpedeo de las sanciones internacionales contra el régimen de Maduro. “Su implementación permitiría quitarse algunas deudas, evitar recurrir a la impresión de monedas y establecer más control sobre la sociedad”, asegura.
El petro está respaldado en los recursos minerales del país, entre ellos el oro, y su valor se haya fijado en 60 dólares americanos o el precio de un barril de crudo. De ahí que la Asamblea Nacional, ganada por la oposición en diciembre de 2015, haya desaprobado en el mes de marzo su uso por contradecir la Constitución y tampoco ser consultada ante el poder Legislativo. La declaración de nulidad coincidió con una prohibición de Estados Unidos de uso de esta criptomoneda.
La desconfianza ahora reina entre los posibles inversionistas. Venezuela está en su peor crisis financiera. El Fondo Monetario Internacional pronostica una inflación de 10.000.000% para el año 2019 y otros organismos registran una merma de la producción. Muchos países piden un cambio de ruta al heredero de Chávez, pero la respuesta es un endurecimiento de su política y un asfixiante control de la economía.
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