Llueve… pero escampa Votar o no votar… no es el dilema Por Miguel Yilales
Llueve… pero escampa
Votar o no votar… no es el dilema
Por Miguel Yilales
@yilales
En política, y más en la criolla, todo se mide en traiciones, traidores y traicionados. Busquen cualquier capítulo de nuestra historia y encontrarán quienes los expliquen desde esa acera. Es que resulta más sencillo tomar el atajo de justificar los errores o los aciertos políticos si se tilda a los demás con el epíteto de traidor.
Por esa vía tenemos que Francisco de Miranda traicionó la independencia al capitular frente a Monteverde cuando todo estaba perdido, Bolívar traicionó a Miranda al entregarlo y salvarse con un salvoconducto que lo llevó a Cartagena de Indias aunque muy pocos mencionan que todo comenzó cuando en medio de la juerga, eso que hoy llaman echarse palos, se perdió el Castillo San Felipe en Puerto Cabello, Páez se le acusó de traicionar al Libertador aunque, en honor a la verdad, somos venezolanos gracias a la Cosiata y la separación de Colombia. El restante siglo XIX se midió en traiciones entre conservadores y liberales.
El siglo siguiente no fue diferente. Gómez traicionó a su compadre cuando fue a operarse de la próstata, Betancourt le metió su zancadilla a los militares en el 45 y estos le devolvieron la trastada pero al otro Rómulo, dicen que Pérez Jiménez se llevó por los cachos a su compañero de armas, que a Carlos Andrés Pérez siempre lo rodearon las traiciones y conspiraciones incluso desde su propio partido, que los comunistas se fueron a las armas para traicionar a todos y que al final los militares terminaron renegando para quedarse con el poder e instaurar una ineptocracia, narcotraficante, revolucionaria, socialista y chavista.
Traidores y sus traiciones
En la actual coyuntura política, que ya llega a la mayoría de edad, aún hay quienes en lugar de proponer respuestas políticas, se van por las ramas y se quedan en banalidades tales como que ejercer el derecho al voto o no hacerlo (dependiendo del interlocutor) es un acto de traición.
Hay quienes dicen que sí votas inmediatamente eres un desleal que se ha confabulado con las cúpulas de los partidos políticos para darle oxígeno a un régimen moribundo, aunque haya muertos que gozan de buena salud; de ipso facto te transmutas en un infiel a la lucha que se libró desde abril sin importar que esta no se limite exclusivamente a solo 4 meses ni que lleves confrontando a los chavistas desde su génesis en 1992 y además, por arte de magia, eres un indolente con el sacrificio de los presos políticos como si la abstención los fuese a dejar en libertad, con los asesinados por los organismos de seguridad del Estado como si estos no se remontaran a la incursión armada de Hugo Chávez y su caterva de delincuentes y con la diáspora que emigró en búsqueda de un futuro como si su sacrificio, que lo es, fuese el único cuantificable.
Es que a nosotros se nos hace más fácil encontrarle lógica a los planteamientos viscerales que a los argumentos intelectuales. El sistema electoral venezolano está diseñado para que la mayor minoría sea la que decida. El voto es un derecho y no un deber por lo que la abstención, el voto nulo y el voto blanco no tiene la efectividad de otros sistemas, no hay doble vuelta electoral que obligue a coaliciones, no funciona el sistema de la mayoría ni se requiere mínimos de participación para que sea legal una elección. En esas condiciones solo queda participar para que otros no decidan por ti… lo demás son pendejadas dilemáticas entre votar y no votar.
Llueve… pero escampa
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