ESTAMPAS INFLACIONARIAS Por: Domingo Carrasquero R (*)
ESTAMPAS INFLACIONARIAS
Domingo Carrasquero R (*)
Las épocas inflacionarias, trastocan los hábitos y las rutinas cotidianas que suelen practicar los consumidores y los empresarios, quienes para defenderse de sus abrasivos efectos, asumen comportamientos inverosímiles, que contrastan con los que se realizan en momentos de normalidad. Además la dramática situación se traduce en jocosos comentarios que ilustran las penosas situaciones que se vivieron en esas épocas. A continuación relataremos algunas de estas.
Durante la guerra de secesión americana en el siglo 19, en territorio confederado (sur) se desato una bestial alza en los precios de los bienes, se decía que antes llevaban el dinero en el bolsillo y los productos los traían en una cesta, con la hiperinflación el dinero lo tenias que llevar en una cesta y el mercado lo traías en el bolsillo.
En Alemania durante la hiperinflación de 1923, el dinero para hacer mercado tenias que llevarlo en una carretilla, pero si se descuidaban, los amigos de los ajeno, se robaban la carretilla y dejaban tirado en el piso los billetes.
Igualmente el ritmo de crecimiento de los precios fue tan vertiginoso, que las empresas alemanas terminaron pagando los salarios dos veces diarias, una en la mañana y otra en la tarde,
También fue tanto el dinero que se imprimió durante la hiperinflación alemana, que a las amas de casa les resultaba más económico cocinar el desayuno usando billetes de varios millones de marcos, que comprar carbón que apenas podían pagar con dinero sin valor real.
En esa época las empresas establecieron sistemas de trueques con sus trabajadores, intercambiando directamente bienes de consumo por horas de trabajo.
En los últimos meses de esa época, para entregar papel moneda, las fábricas de papel alemanas trabajaban a plena capacidad. Existían 150 imprentas con 2000 impresoras trabajando 24 horas al día imprimiendo marcos alemanes, que resultaban insuficientes para cubrir la creciente demanda de nuevos billetes.
En Argentina en la época predigital, los aumentos de precios en los supermercados eran tan frecuentes, que no daba tiempo para cambiar las etiquetas en los productos, por lo que se anunciaban a los compradores por los altavoces de los negocios.
En Brasil, en los bares y cervecerías, los clientes pagaban las bebidas por anticipado, para protegerse de los aumentos intempestivos de los precios.
Durante su proceso hiperinflacionario los brasileños llegaron a tener consecutivamente, hasta cinco signos monetarios, entre el cruceiro, el nuevo cruceiro, el cruzado y por último el real, creados por las autoridades monetarias para sustituir su devaluada moneda.
El Ministro de Economía Brasileño Fernando Henrique Cardoso reconociendo con humildad sus limitaciones, en los años 90, llamo a un grupo de economistas encabezados por el catedrático Edmar Bacha, dándoles vía libre a un plan (Plano Real, como se denominó) que cortó de plano la inflación que su país crónicamente había estado padeciendo.
En Bolivia, record de hiperinflación suramericano, llegaron a circular billetes de hasta 50 millones de pesos con los que solo e podía comprar un mísero pan.
En Venezuela, las remesas de dinero llegaban espaciadamente a los bancos en hombros de los oficiales de seguridad, en estos momentos, se observa que están necesitando de grandes carruchas para poder transportar la gran cantidad de billetes necesarias para las operaciones del público.
La demanda de dinero ha crecido tanto, que los cajeros automáticos en los bancos ya no se dan abasto para poder suministrar efectivo a sus clientes. Tienen que cargarlos dos o más veces diariamente para hacer frente a los requerimientos y todavía queda gente en las colas sin poder obtener dinero.
En estas épocas de rápido crecimiento en los precios, la gente se desactualiza en los nuevos precios, hemos presenciado la sorpresa de un señor jubilado, cuando fue a pagar dos café, con un billete de cien, y la cajera le dijo le faltan 900 Bs porque la cuenta en ese momento era de 1000 Bs.
Estas estampas son solamente reflejo de algunas de las dramáticas incidencias que han tenido que sortear los países, donde el destructivo flagelo inflacionario los ha azotado.
(*) Economista y articulista venezolano
@dojcarr
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