El martes, el presidente Donald Trump propuso abolir por decreto el derecho constitucional a la ciudadanía para todos los que nacen en territorio estadounidense, dejando afuera a los hijos de los inmigrantes en situación irregular.

Poco antes había anunciado el envío de 5.200 soldados suplementarios a la frontera con México para impedir la entrada al país a las caravanas de miles de inmigrantes hondureños que huyen de la violencia y la miseria.

En Texas, bastión conservador, la estrategia del presidente republicano tiene sus efectos, como pudo comprobar la enviada especial de RFI, Stefanie Schüler, al hablar con algunos de los habitantes de Burton, un pueblo de 300 habitantes, a medio camino entre Austin y Houston.

“Creo que para la mayoría de los texanos, lo más importante de estas elecciones es la inmigración. Ese fenómeno cambiará nuestra política, porque toda esa gente que atraviesa la frontera votará por candidatos progresistas, pues esos candidatos les ofrecerán la nacionalidad”, sostiene el juez William Kendall.

Adam Spies, empleado en un almacén con material para la explotación de petróleo, también se muestra preocupado por la inmigración.

“Una caravana de 5 mil migrantes está en camino. Van a llegar en el momento de las elecciones. Me da susto eso. Nosotros los necesitamos como mano de obra, pero que soliciten la nacionalidad antes de venir”, afirma al micrófono de RFI.

En este Estado fronterizo, la política de firmeza exhibida por Trump encuentra un eco favorable. “Sí, yo creo que debemos construir ese muro para que los clandestinos no entren al país. Y ahora debemos votar por un gobierno que apoye a nuestro presidente. Hay mucha hostilidad en torno a él. Es importante que mantengamos el control del Congreso para hacer avanzar las cosas”, considera David Zajicek, juez de Burton