Saul Leiter, el colorista de Nueva York
Fuente: http://www.elmundo.es
Una ventana cubierta por gotas de lluvia me interesa más que la fotografía de una persona famosa», solía decir Saul Leiter (Pittsburg, 1923- Nueva York, 2013), uno de los grandes desconocidos de la fotografía del siglo XX cuya figura se propone ahora rescatar la galería Foto Colectania en la muestra Saul Leiter. In search of beauty. La exposición, que podrá verse hasta el 21 de octubre, reúne 130 fotografías en color y blanco y negro, una pequeña muestra de la vasta obra de Leiter, que durante más de seis décadas nunca dejó de fotografiar las calles de Nueva York. Pasear por su barrio, Greenwich Village, y disparar escenas cotidianas desde una óptica lírica y, en ocasiones, rozando lo abstracto, era uno de los pasatiempos favoritos de Leiter, que es considerado como uno de los grandes coloristas de Nueva York por su uso pionero y magistral del color en una época, la década de los 50, en la que el blanco y negro dominaba la fotografía.
La muestra ha sido organizada especialmente para Foto Colectania por la Saul Leiter Foundation de Nueva York y el comisario belga Roger Szmulewicz. «Saul era una persona lenta, tenía tiempo para todo. Merece la pena detenerse en sus fotografías y tomarse su tiempo en cada una de ellas», dijo Szmulewicz en la presentación. «Ojalá que esta exposición estimule la curiosidad y sirva para que muchos lleguen a su pintura», añadió. Y es que Leiter también fue un prolífico pintor hasta el final de sus días.
La decisión de convertirse en pintor, de hecho, fue lo que impulsó a un joven Leiter a subirse al autobús en su Cleveland natal con destino a Nueva York en 1946. Una decisión que decepcionó a su padre, un eminente rabino (Leiter se crió en una familia judía ortodoxa), que confiaba en que su hijo siguiera sus pasos y dedicara su vida a la religión. Leiter tenía otros planes. Como tantos otros buscavidas que llegaba a la Gran Manzana, Leiter sobrevivió al principio con el poco dinero que le enviaba su madre, la primera en regalarle una cámara de fotos a los 12 años. Allí conoció a un pintor expresionista abstracto, Richard Pousette-Dart, que le recomendó que optara por la fotografía. La casualidad quiso que Leiter visitara la exposición que el MoMA dedicó a Henri Cartier-Bresson en 1947 y que allí conociera a W. Eugene Smith, que le regaló una Leica, la cámara que revolucionó la fotografía de calle por su tamaño compacto, su rapidez y agilidad en el uso. Leiter empezó entonces a trabajar con películas en color para diapositivas.
En 1951, sólo cinco años después de llegar a Nueva York, la revista Life publicó una serie suya, The Wedding as a Funeral. Poco a poco, Leiter se fue haciendo un hueco en el ambiente: una galería le dedicó una exposición individual en 1956 y al año siguiente, el mítico Edward Steichen decidió incluir 20 de sus diapositivas a color en la exposición Fotografía experimental en color en el MoMA. El director de la revista Esquire, Henry Wolf, que acabaría siendo uno de sus mejores amigos, las vio y le encargó unas fotografías de moda. Y allí es cuando su carrera explota: Wolf es contratado posteriormente en Harper’s Bazaar y Leiter se convierte en un prolífico fotógrafo de moda que durante las dos décadas siguientes no para de trabajar para las mejores revistas (Elle, Vogue) disparando reportajes por todo el mundo.
Las cosas cambiaron en 1997, cuando una galería le dedicó una exposición. Allí, en la Howard Greenberg Gallery trabajaba Margit Erb, hoy directora de la fundación de Leiter. Erb se propuso editar un libro con las fotografías de Leiter -arduo trabajo, hay miles, puede que decenas de miles sin catalogar todavía en su apartamento-, algo que le llevó casi una década. Encontrar un editor en unos años en los que lo único que vendían las casas de subastas era fotografía en blanco y negro no fue fácil. Early Color salió publicado en 2006 y su repercusión fue casi inmediata, elevando a Leiter a precursor de la fotografía de color y convirtiéndole, con 82 años, en alguien famoso que afrontó la popularidad con indiferencia, como había hecho toda su vida. «Consiguió fama y dinero para pagar sus facturas», recuerda Erb, pero mantuvo las distancias. Al final de sus días, rechazó a ser retratado por Annie Leibovitz para Vanity Fair.