¿Como se puede construir un dialogo asertivo entre proveedores y trabajadores textiles sin vulnerar los derechos de los mismos y logrando respetar ambas partes?
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¿Como se puede construir un dialogo asertivo entre proveedores y trabajadores textiles sin vulnerar los derechos de los mismos y logrando respetar ambas partes?
Para la mayoría de las personas, la moda es una industria encargada de fabricar lindos atuendos de manera rápida y sencilla sin realizar mayor esfuerzo. Pero, lo que muchos desconocen es el oscuro secreto que esconde esta industria. Su modelo de negocio que a diario enriquece la economía mundial pero solo lucra a unos pocos, está generando problemáticas medio ambientales y sociales de altas magnitudes. Mientras los consumidores compran prendas a costos muy bajos, al otro lado del mundo en los puntos de fábrica se encuentran miles de trabajadores en pésimas condiciones esclavizados por un sueldo de tres pesos y en jornadas laborales inhumanas. En este articulo abarcaremos la problemática social.
La industria ha cambiado a lo largo de los años, la moda que antes era inasequibles para la mayoría, ahora gracias al fenómeno denominado “fast fashion”, es posible adquirir atuendos, entre comillas, de alta costura, a un precio ridículamente bajo. Esto se debe a la necesidad de las grandes marcas de moda de satisfacer la demanda en el mercado. A raíz de la globalización económica, la industria de la moda sufrió un cambio drástico en su cadena de producción. Asi decidieron acortar y simplificar los procesos de fabricación, reduciendo los costos para poder lanzar más colecciones, pasando de fabricar solo 3 temporadas al año, a tardar entre 7 y 30 días en presentar una nueva colección como sucede hoy en día con Zara, pionera de la moda rápida. Esta industria generadora de casi 3 billones de dólares al año, por medio de publicidad, lava el cerebro de todos los consumidores, creando una necesidad de adquisición, que cada vez es más grande, nos hace más pobres y enriquece solo a los dueños de dichas marcas.
Por otro lado, esta industria enorme y rapaz está destruyendo nuestro planeta y cobrando la vida de inocentes. Esta ropa que usamos a diario está hecha con sangre, sudor y lágrimas de millones de operarios de países tercermundistas, quienes trabajan en exceso con jornadas que podrían llegar hasta las 16 horas sin derecho de ir al baño y con solo 10min para almorzar, a cambio de sueldos de no más de 3 dólares al día, sumándole a esto que trabajan en condiciones deplorables, no cuentan con un seguro médico, seguro de vida, beneficios para mujeres embarazadas y en caso de que la empresa cerrara o suspendiera sus actividades, no serían liquidados.
Una consecuencia de las pésimas condiciones de trabajo fue la devastadora tragedia del 24 de Abril del 2013 la que tuvo lugar en Dhaka, Bangladesh. La falta de interés por parte del dueño del centro de producción quien había sido alertado esa misma mañana, acerca de unas grietas que aparecieron en las paredes del edificio de 8 pisos, llevo a que horas más tarde el Rana Plaza colapsara dejando un saldo de 1129 muertos y 2500 heridos, quienes arriesgaban su vida a diario, produciendo ropa para marcas reconocidas tales como: United Colors of Benetton, el Corte Ingles, Mango, Walmart, entre otras.
A raíz de todos estos y otros terribles acontecimientos que han dado la vuelta al mundo y despertado el interés y la indignación de muchos, han surgido mesas de diálogo, y diferentes organizaciones se han levantado en una voz de protesta hacia estas injusticias, practicando el comercio justo, desarrollando proyectos sostenibles, ayudando a que la voz de estas comunidades vulnerables sea escuchada y llevando al debate público a representes de algunas de estas marcas. Los gobiernos de occidente también se han pronunciado sobre el grave problema y han expuesto su punto de vista a los gobiernos asiáticos cuyos países son los más perjudicados por este problema. Esto ha llevado que Estados Unidos penalice a la nación asiática por las pésima situación laboral como lo hizo la administración de Obama suspendiendo el sistema generalizado de preferencias (GSP) conocido como plan de ayuda al desarrollo, por su parte, la unión europea (UE) en vez de penalizar, tomo la decisión de ayudar a estos países en desarrollo para que logren modernizar las condiciones laborales de todos estos empleados que laboran para las multinacionales occidentales y así mantener todos estos millones de empleos de forma digna, esto mediante acuerdos bajo la amenaza de perder las exenciones arancelarias, hecho que perjudicaría enormemente a la economía interna de estos países, como en el caso de Bangladesh en el que Europa es el destino del 60% de los textiles que exportados, representa 19.000 millones de dólares anuales y el trabajo de 4 millones de personas, en su mayoría mujeres.
Los representantes asiáticos también se han pronunciado sobre el tema, generando diferentes opiniones al respecto, algunos afirman que al ser países del tercer mundo se necesita tiempo para mejorar las condiciones laborales, dejando claro que se encuentran en el proceso de hacerlo y reconociendo sentirse aliviados de que la EU no siguiera los pasos de EE.UU, mientras otros no tan conformes con las decisiones de los gobiernos de occidente declaran que es hipócrita por parte de estos exigir la mejora en las condiciones de trabajo y al mismo tiempo exigir precios tan bajos, algo totalmente razonable ya que como hemos comprobado las condiciones laborales de estos países son terribles en los que estas multinacionales solo se han beneficiado de esos salarios tan bajos y las fallas en los sistemas nacionales.
En base a otros puntos de vista, muchos creen que la solución a todos los problemas anteriormente mencionados, es detener el consumo en todo el planeta y/o dejar de explotar los recursos naturales para así acabar con la esclavitud de todos estos trabajadores perjudicados y de paso darle fin a la obsolescencia programada, pero esto en vez de solucionar el problema traería consigo otra serie de consecuencias negativas en la parte económica, social y ambiental, lo que afectaría la sostenibilidad enormemente. Al paralizar el consumo, al ser la industria de la moda una de las entradas económicas más fuertes en la actualidad, el mercado mundial se quedaría sin entrada de capital lo que llevaría a que las compañías quedaran en banca rota generando despidos masivos de aquellos quienes necesitan incluso de esos 2 o 3 dólares que ganan a diario para mantener a millones de familias, lo que afectaría, de forma negativa, el aspecto social. También, detener la explotación de los recursos se afectaría la producción de materia prima y no habría forma de vender productos al consumidor, lo que se conectaría de nuevo la parte económica y social.
Hay que buscar un equilibrio entre los tres aspectos para lograr sostenibilidad, y la mejor forma para llegar a esto es mediante el dialogo ya que esta herramienta es la única vía de solución a cualquier problema, aunque tuvo que presentarse un triste hecho como el de rana plaza para que ambas partes involucradas llegaran a diálogos y acordaran firmar un acuerdo que promueva las inspecciones independientes de seguridad, la difusión pública de sus resultados y la reparación de las fábricas para garantizar la seguridad de los trabajadores, esto más que algo beneficioso para las multinacionales o los dueños de los puntos de fábrica, lo es para los millones de trabajadores a los que se les negaba que sus voces de protestas fueran escuchadas o a los que simplemente el terror de perder su única fuente de ingresos los obligaba a guardar silencio. El objetivo del dialogo es hacer entender a los gobiernos de occidente que la solución no es irse sino mejorar las condiciones, siendo esto beneficioso para ambas partes en muchos aspectos, mientras Asia necesita los puestos de trabajo, occidente necesita el nivel de producción que logra el país asiático, el dialogo permite buscar alternativas y una de estas ha sido el consumo responsable que es a lo que están llegando varias empresas debido a la presión que se está ejerciendo sobre el problema, siendo la presión de la misma comunidad de occidente la única forma de obligar a estas multinacionales a cambiar sus prácticas y tomar cartas en el asunto, una presión claramente direccionada por el dialogo.
Pero solucionar esto no es solo una labor de las grandes empresas y los responsables de los puntos de fabrica. También es deber de todos nosotros, los consumidores, tomar consciencia y disminuir la compra de aquellos productos desechables hechos con sudor y posiblemente sangre, a bajos costos, aumentar la compra de prendas que valgan el precio justo por el que se exprimen a diario los operarios y así de paso evitar el desperdicio desenfrenado. Por medio del dialogo unirnos y generar consciencia de voz a voz hasta que el planeta entero ponga su granito de arena, hablemos por aquellos que no son escuchados. Cuando las grandes marcas vean nuestro cambio y se concienticen, no solo mejorara la situación de los operarios de oriente, sino que también pensaran en explotar los recursos buscando generar el menor daño ambiental y solo así lograremos un equilibrio sostenible que traerá beneficios a nivel mundial.
Tras la investigación se pudo ver que las marcas generadoras de pobreza por medio de la industria textil ganan por prenda alrededor de 1.300% más del precio en que la pagan (el costo laboral de una camiseta hecha en Bangladesh que sale al mercado por un precio de 20 euros es de 1.5 centavos), estas marcas como estrategia de mercado siguen el modelo de moda rápida en el que Zara es pionero.
También se pudo encontrar que, la industria de la moda además de ser una de las generadoras económicas más grandes a nivel mundial es también una de las más contaminantes y generadoras de residuos tóxicos por la mala explotación de los recursos y el alto desperdicio de prendas desechables. Pero para esto varias marcas como H&M y Uniqlo, han empezado a recibir prendas y/o materias usadas a cambio de un descuento, para después reutilizarlos en los puntos de fabrica generando nuevas prendas, logrando disminuir deshechos y dándole una vida más larga a los materiales ya existentes. Así mismo muchas miniempresas, artistas independientes e influenciadores, se han unido para difundir la nueva tendencia del Upcycling o Moda Circular, en la que se les enseña a las personas a reutilizar sus prendas usadas transformándolas en nuevos productos siendo estas prendas de vestir, decoraciones para el hogar o eventos, accesorios, entre otros.
Esto demuestra que con el dialogo y la concientización, será posible solucionar estas problemáticas equilibradamente y así se podrán llevar a cabo estas actividades de manera responsable sin afectar ninguno de los tres aspectos necesarios para vivir en un mundo mejor y más sostenible.
Por Andrea Herrera en coautoría con Paula Andrea Hernandez y Luis Ramirez