La primera mujer que viajará a la Luna ya tiene nombre y apellido. Su nombre completo es Christina Hammock Koch y ha sido escogida para tomar parte en Artemis II, la misión tripulada que representa la vuelta de los astronautas norteamericanos a la Luna después de más de medio siglo de ausencia.
De 44 años, casada y sin hijos, Christina Koch ha sido la elegida de entre un grupo de 16 mujeres que forman parte de los 40 miembros activos del Cuerpo de Astronautas de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos, la NASA.
En su viaje a la Luna, a Christina Koch la acompañarán tres varones. Los tres son militares, pero dos son de nacionalidad norteamericana ‒uno de ellos de color‒, que cuentan en su haber con un vuelo al espacio y una estancia en la Estación Espacial Internacional (ISS), al igual que su compañera de viaje. No es el caso del cuarto tripulante, un astronauta de la Agencia Espacial de Canadá, para quien es su primer salto al cosmos.
Sin embargo, ni Koch ni ninguno de sus tres compañeros pondrán los pies sobre la superficie lunar. Se tendrán que conformar con observarla a través de las pantallas de su cápsula Orión que, propulsada al espacio por el potente lanzador SLS, rebasará nuestro satélite natural. Al cabo de pocos días tendrán una segunda ocasión de volver a ver de cerca nuestro satélite natural. Será cuando Orión circunvale y describa una trayectoria de regresó a nuestro planeta azul, para amerizar en el océano Pacífico, frente a las costas de San Diego (California), una decena de días después de haber partido.
La elección de la primera mujer que viajará hasta la Luna y algo más allá ha sido objeto de una meditada y contrastada decisión en el seno de la NASA. Titulada en Ciencias Físicas e Ingeniería Eléctrica por la Universidad Estatal de Carolina del Norte, ingresó en 2013 en la 21 promoción de astronautas de la Agencia que, compuesta por cuatro hombres y cuatro mujeres, completó en 2015 su periodo de formación de 18 meses.
Como la inmensa mayoría de los astronautas, Christina Koch ha confirmado que “desde muy niña quería ser astronauta, aunque sabía que mis posibilidades eran muy, muy bajas”. Consiguió trabajar como ingeniera en la Agencia, puesto que abandonó para ponerse a prueba y convertirse en ayudante de investigación en el Ártico y la Antártida, lo que “resultó ser una de las mejores experiencias que he tenido”, ha confesado.
Pero en el perfil profesional de Christina Koch ha prevalecido el hecho de estar en posesión de la plusmarca mundial femenina de permanencia continuada en el espacio. Convivió y aguantó encerrada en el complejo orbital durante 328 días, 13 horas y 58 minutos, dando una vuelta a la Tierra cada 90 minutos y viajando a una velocidad de 28.800 kilómetros por hora.
La que hasta ahora ha sido su única misión espacial comenzó a mediados de marzo de 2019, cuando despegó desde el cosmódromo de Baikonur en una cápsula rusa Soyuz. Tenía entonces 40 años. Y cuando Koch el 6 de febrero de 2020 aterrizó en las estepas de Kazajistán en otra cápsula Soyuz, unos pocos días antes acababa de celebrar en el espacio su 41 cumpleaños.
Su estancia de algo menos de 11 meses en órbita tuvo por objeto estudiar los efectos derivados de micro gravedad sobre los órganos, músculos y huesos femeninos. Se trataba de extraer evidencias de cómo se reequilibra el cuerpo de la mujer ante largos periodos de ingravidez, la radiación y el estrés que ocasiona el confinamiento prolongado y el exigente trabajo en equipo durante vuelos espaciales de larga duración.
También fue entrenada de manera exhaustiva para cumplir tareas de reparación y mantenimiento en el exterior de la ISS. En octubre de 2019 fue protagonista junto con su compañera de promoción Jessica Meir de la primera caminata espacial de una pareja femenina de astronautas. Durante su estancia en órbita ha llevado a cabo seis actividades extra vehiculares, más que ninguna otra, que totalizan 42 horas y 15 minutos flotando en el cosmos, con el vacío bajo sus pies a unos 400 kilómetros de altura, agarrada a los asideros externos del complejo orbital.
La NASA mantiene que Artemisa II despegará en noviembre de 2024 desde del Centro Espacial Kennedy, en Florida. Pero es probable que se retrase hasta 2025. La tripulación estará preparada y entrenada para cualquier fecha que decida la Agencia, porque su entrenamiento específico está a punto de comenzar. El cometido principal de los cuatro tripulantes es verificar durante su ida a la Luna y al regreso que todos los sistemas electrónicos y mecánicos de la astronave Orión funcionan correctamente.
Artemis II es la continuación a la exitosa misión no tripulada Artemis I, que surcó el espacio el pasado 16 de noviembre y se posó en las aguas del Pacífico el 11 de diciembre para una primera prueba integrada del cohete SLS y la cápsula Orión. Artemis II debe abrir la puerta a Artemis III, en la que otra mujer, otro hombre de color y dos astronautas más ‒de los que todavía ninguno ha sido elegido‒, deberán descender sobre la Luna y convertirse en los primeros seres humanos del Tercer Milenio en dejar allí las huellas de sus botas.
Como estaba previsto, uno de los tripulantes de Artemis II es canadiense, el coronel Jeremy Hansen, piloto de caza de la Real Fuerza Aérea de Canadá que a sus 47 años todavía no ha cumplido ningún vuelo espacial. La Agencia Espacial de Canadá es miembro de pleno derecho de la ISS, y la Casa Blanca ha planteado Artemis como un programa de cooperación liderado por la NASA y abierto a otras agencias espaciales. Para las siguientes misiones, en primera fila, astronautas de sus tres más fieles aliados: Australia, Japón y el Reino Unido.
Tanto Jeremy Hansen como Christina Hammock Koch viajan en calidad de especialistas, a las órdenes del Gregory Reid Wiseman, de 47 años, astronauta desde 2011, que acumula 165 días en órbita, dos paseos espaciales y hasta hace pocos meses era el jefe del Cuerpo de Astronautas. Ingeniero informático, capitán de navío de la Armada norteamericana y aviador naval, ha volado en los cazas F-14 Tomcat, F/A-18F Súper Hornet y F-35 Lightning II y participado en acciones de guerra en distintos teatros de operaciones.
El piloto de la astronave Orión es Víctor Jerome Glover, un hombre de color de 46 años que también es capitán de navío de la US Navy. De la misma promoción que Koch, es piloto de pruebas y acumula cuatro paseos espaciales entre noviembre 2020 y mayo 2021 en la ISS, a la que llegó en la primera misión de la cápsula Crew Dragón de SpaceX del magnate Elon Musk.
La NASA confía en volver a hacer historia con una mujer ingeniera y tres varones militares. Sera a finales del próximo año o principios de 2025, más de 50 años después del amerizaje en el Pacífico de la cápsula Apolo 17 con dos aviadores militares ‒Gene Cernan y Ronald Evans‒ y un geólogo ‒Harrison Schmitt‒, quienes protagonizaran en diciembre de 1972 la última misión sobre la Luna del siglo XX.