El año pasado se originaron cuantiosos acontecimientos desfavorables, como la guerra ruso-ucraniana y la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Como consecuencia, el Viejo Continente está cada vez más preocupado por su seguridad energética, mientras millones de personas reflexionan sobre la alimentaria. El mundo en el que vivimos está cada vez más asolado por la guerra, el hambre y la pobreza. Líderes políticos y de otros ámbitos se reúnen durante el Foro Económico Mundial (FEM) de Davos desde del 16 al 20 de enero para debatir las cuestiones existentes y sugerir soluciones. Sin embargo, los expertos dudan de que se llegue a actuar.
El panorama es especialmente pesimista para Europa, donde el total de los encuestados prevé un crecimiento económico “débil o muy débil” este año, porcentaje que baja al 91 % en el caso de Estados Unidos, al 68 % en Latinoamérica y al 48 % en China. Además, las perspectivas de futuro no son buenas. A la “grave inseguridad alimentaria”, cuyo valor se ha duplicado desde 2019, se unen “dificultades económicas en los próximos meses, pues la elevada inflación, el bajo crecimiento y el fuerte endeudamiento amenazan al empleo y a las empresas”. Al mismo tiempo, la crisis del alza del coste de la vida está llevando a millones de personas de todo el planeta a una situación de pobreza.
El FMI prevé una importante desaceleración económica para 2023. Por ello, hay varias preocupaciones económicas. Los gobiernos, e incluso las instituciones financieras, necesitan ayuda para hacer frente a estos problemas. En resumen, el futuro no se presenta brillante. Además, la otra cara de la moneda no es que sea más brillante. El orden económico mundial pasa por tiempos turbulentos. El ascenso de China al primer puesto de la influencia mundial produce sensaciones enfrentadas. La visión de un mundo globalizado se desgasta por momentos. De ahí que el FEM demande debatir el futuro de la globalización, el comercio, el crecimiento y la inversión, centrándose en la sostenibilidad y la resistencia.
El Foro También explorara las futuras políticas monetarias e industriales, incluidas las relativas a las criptodivisas. El cambio climático es otro de los asuntos de mayor preocupación. Las temperaturas globales están subiendo y el mundo ya es testigo de catástrofes naturales. Pakistán sufrió graves inundaciones; Tuvalu está amenazada por las mareas altas y es probable que pronto deje de ser habitable; y en líneas generales la sequía está asolando a la gran mayoría de naciones. El FEM sitúa el cambio climático en lo más alto de su agenda, con reuniones que abarcan la financiación climática, la descarbonización y cuestiones relacionadas con el clima como el abastecimiento de agua y la seguridad alimentaria.
Dada la importancia de la energía para la seguridad y el medio ambiente, el FEM estudiará cuestiones relacionadas con la energía, como la resistencia energética, la asequibilidad, la sostenibilidad, las tecnologías de energía cero y la transición energética. Mientras tanto, la importancia de las empresas para hacer frente a las crisis mundiales es más evidente que nunca. Con la pandemia de Covid-19, y en especial la fabricación de vacunas, el sector empresarial puso de manifiesto su importancia. Así, el FEM aborda las cuestiones relacionadas con la empresa y la inversión desde numerosos puntos de vista. Debatir sobre los problemas y sugerir soluciones es “sencillo”. El verdadero reto es el de asignar responsabilidades y convertir los planes en acciones concretas.
El año pasado quedó patente la impotencia de la comunidad internacional. El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no pudo aprobar una resolución sobre la invasión rusa de Ucrania. Las más altas delegaciones de la ONU estuvieron paralizadas hasta que Turquía encabezó el acuerdo sobre cereales para hacer frente al recrudecimiento de la crisis alimentaria. Mientras tanto, varios países miembros, entre ellos Estados Unidos, iniciaron restricciones comerciales cuestionables, que desmienten los dictámenes de la Organización Mundial del Comercio, en medio de la indolencia general. El Foro no tiene poder para tomar decisiones; sólo puede influir en ellas.
No obstante, el FEM sigue siendo importante porque sirve de escenario para debates críticos a cargo de personalidades reputadas que llaman la atención sobre cuestiones importantes. Sin embargo, en medio de este contexto negativo, hay algunos puntos que invitan al optimismo. Por ejemplo, se espera que este año concluyan las negociaciones de un nuevo Acuerdo de la OMC sobre Facilitación de la Inversión para el Desarrollo. El lanzamiento de una coalición de Ministros de Comercio para el Clima también figura en la agenda de este año. Está claro que se encuentra en la encrucijada de un nuevo orden mundial.