López Obrador tuvo 60 minutos para convencer a Biden. Los presidentes de México y Estados Unidos conversaron durante una hora a bordo de la bestia, el Cadillac blindado de color negro que transporta al inquilino de la Casa Blanca. El vehículo más seguro del mundo, un búnker con ruedas capaz incluso de resistir ataques con armamento pesado, contuvo a duras penas los argumentos del mandatario mexicano, popularmente conocido como AMLO, que intentó persuadir a su interlocutor sobre la importancia de integrar a las economías de todos los países del continente americano en un único organismo mientras se dirigían a Ciudad de México.
El presidente mexicano dijo haber trasladado a Biden que “no basta con integrarnos en América del Norte”, sino que se debe pensar “en consolidar a todo nuestro continente”. AMLO apuesta por dar cabida en el selecto club que conforman Canadá, México y Estados Unidos a más Estados latinoamericanos. Una propuesta ambiciosa que coincide con la celebración de la décima Cumbre de Líderes de América del Norte en su país, conocida como la cumbre de los Three Amigos, un foro a escala regional fundado en 2005 con la intención de estrechar sus relaciones.
Los mandatarios de estos tres países se han dado cita el martes en México para discutir asuntos trilaterales y bilaterales. Cuestiones como la migración, la cooperación económica y la seguridad regional, estrechamente relacionada con las actividades delictivas de los cárteles del narcotráfico, estarán en la agenda. Biden, López Obrador y el primer ministro canadiense Justin Trudeau retomarán aquello que dejaron a medias en noviembre de 2021, cuando se reunieron por última vez en Washington.
El trabajo se acumuló durante el mandato de Trump, que decidió plantar un muro —literal y figurado— con sus vecinos, pero los problemas siguen siendo los mismos. El contexto sí ha cambiado, y es que el comercio trilateral está en auge, especialmente las conexiones económicas entre Estados Unidos y México. Aumentaron casi un 20% en 2022, según la Oficina del Censo de Estados Unidos. Además, las tensiones entre Washington y Pekín han provocado que el gigante norteamericano decida trasladar sus fábricas a suelo mexicano.
Biden, que aterrizó el domingo en el recién inaugurado aeropuerto internacional Felipe Ángeles, construido a las afueras de la megalópolis de Ciudad de México, se ha convertido en el primer presidente de Estados Unidos en visitar el país vecino en casi una década. El último en hacerlo fue Barack Obama, que asistió en 2014 a una reunión con los otros dos jefes de Gobierno norteamericanos. Se trata también de la primera visita del demócrata a América Latina desde que ocupa la Casa Blanca, en un escenario convulso para la región.
El asalto de los bolsonaristas al Congreso, la Presidencia y la Corte Suprema —las sedes de los tres poderes de Brasil— ha desencadenado una reacción contundente por parte de la comunidad internacional, que ha cerrado filas con el actual presidente Lula da Silva. Los líderes de América Latina, con AMLO a la cabeza, han denunciado el ataque frontal a las instituciones democráticas fomentado por el ya expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, recluido en una mansión de alquiler en Orlando (Florida). Biden y Trudeau, presentes en México, también han condenado lo sucedido.
La cumbre de tres días promete ser intensa. Las nuevas medidas de seguridad fronteriza puestas en marcha por la Administración Biden conceden a las autoridades la capacidad para expulsar a los migrantes sin permitirles solicitar asilo. El paquete de medidas comprende, además, un acuerdo con México por el que este país acepta la devolución en caliente de decenas de miles de cubanos, nicaragüenses, venezolanos y haitianos que cruzan la frontera hacia Estados Unidos sin autorización.
AMLO, uno de los máximos exponentes de la izquierda latinoamericana, se ha convertido en un aliado determinante de Estados Unidos en esta materia. A lo largo de 2022, el Gobierno mexicano detuvo a 388.611 migrantes de Centroamérica y otras regiones, más del doble que en 2019. Cifras récord, de la misma forma que las registradas por la Patrulla Fronteriza, que se topó con más de 1 millón y medio de migrantes que intentaban sortear el muro.
Un día antes de aterrizar en México, Biden se desplazó la localidad de El Paso. Anduvo por las inmediaciones del muro fronterizo por primera vez desde que asumió el cargo en enero de 2021 y entró en un centro de asistencia a los migrantes. Recibió críticas por parte de todos los sectores políticos y grupos en defensa de los derechos humanos, que denunciaron el continuismo con las políticas de Trump. Mientras el gobernador republicano de Texas, George Abbot, le acusaba de ser demasiado laxo.
La visita de Biden a México se produce días después de la detención del hijo del Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán, alias El Ratón, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, cuyo arresto desató el caos en la ciudad de Culiacán a manos del narco. El hijo de la segunda esposa del Chapo está vinculado con el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, un opioide corrosivo que está causando una auténtica epidemia en Estados Unidos. Por el momento, México no le extraditará a su vecino del norte.
Un único punto de fricción tensiona las relaciones bilaterales entre Washington y CDMX: la energía. López Obrador ha adoptado recientemente una serie de políticas energéticas de corte proteccionista que han irritado a sus socios. De hecho, tanto Estados Unidos como Canadá han presentado una queja formal por considerar que esas políticas violan el Tratado de Libre Comercio, iniciando un proceso que podría desembocar en sanciones contra México. La cumbre servirá para limar asperezas.
Coordinador América: José Antonio Sierra