Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, se han registrado en Alemania multitudinarias manifestaciones prorrusas y varios agentes acusados de colaborar con la inteligencia del Kremlin han sido detenidos
AFP/JOHN MACDOUGALL – Olaf Scholz, canciller alemán
Nada tiene de extraño las simpatías que muchos ciudadanos alemanes puedan sentir entre Berlín y Moscú, capitales de países con una historia común todavía demasiado reciente. Hace unas décadas todavía se veía una parte del mapa en la que se dibujaban las siglas de la extinta RDA. Sin embargo, que las simpatías por el Kremlin sigan manifestándose en Alemania después de la invasión rusa de Ucrania y que se detengan a varios agentes prorrusos por filtración de datos supone ya ungrave peligro para el actual Gobierno de Olaf Scholz.
“El interés de la inteligencia de Rusia aquí en Alemania no sólo no se ha roto, sino que está aumentando a medida que continúan los efectos de la guerra”, afirmaba esta semana Thomas Haldenwang, jefe de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución. “El caso actual también muestra cuán real es el peligro del espionaje ruso”, añadía.
La alusión es clara. El pasado 22 de noviembre se daba noticia del caso más relevante de espionaje contra Alemania en las últimas décadas con la detención en Berlín de un presunto doble agente, el identificado como Carsten L., acusado del delito de alta traición por suministrar información altamente sensible de los Servicios Federales de Información (BND) a los servicios secretos rusos. Carsten L. era sólo la punta del iceberg.