Después de tres años cerrada al mundo por la pandemia de coronavirus, China volverá a abrir sus fronteras, tanto para sus ciudadanos como para el resto de países. A partir del próximo 8 de enero, Pekín comenzará a relajar las restricciones de viaje. Por ejemplo, ya no será necesaria la cuarentena para los turistas chinos que regresen a casa.

Esta medida impulsará el turismo en países asiáticos como Tailandia o Japón, cuya mayor fuente de visitantes extranjeros proviene de China. “No hay duda de que China continental es la bujía de la recuperación del turismo en Tailandia”, señala a Reuters Bill Barnett, director gerente de la consultora hotelera C9 Hotelworks.

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PHOTO/AFP – Pasajeros con máscaras protectoras para protegerse contra la propagación del coronavirus 

Lo mismo ocurre con otros países de la región como Malasia o Vietnam. Compañías aéreas de ambas naciones esperan que los vuelos con China alcancen pronto los niveles prepandemia de cara a junio de 2023. Por el momento, los vuelos internacionales hacia y desde China se encuentran a solo el 8% de los niveles previos al coronavirus, según datos recogidos por Reuters. No obstante, la agencia de noticias también señala -basándose en analistas- que es probable que las aerolíneas chinas experimenten incrementos significativos a partir de finales de marzo.

Tras varios años bajo una estricta política de “covid cero” impuesta por las autoridades chinas, los ciudadanos del país han celebrado este gran cambio. Las empresas de servicios de viajes Trip.com y Qunar indicaron que las reservas de billetes internacionales y las búsquedas de información sobre visados en sus sitios web aumentaron de cinco a ocho veces después de que Pekín anunciase la medida. Los principales destinos de los turistas chinos incluyen Japón, Tailandia, Corea del Sur, Estados Unidos, Reino Unido y Australia, informa AP.

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PHOTO/ China Daily via REUTERS – Los pasajeros registran su información en un centro de tránsito en el Aeropuerto Internacional de Pekín
La industria del lujo también celebra la nueva medida adoptada por Pekín, ya que China representa el 21% del mercado mundial de artículos de lujo, valorado en 350.000 millones de euros.

Sin embargo, la apertura de fronteras chinas también aumenta los temores a una nueva ola de contagios a nivel mundial. Recientemente, el gigante asiático ha vuelto a experimentar una explosión de nuevos casos que ha provocado el colapso de hospitales y crematorios en el país.

Por este motivo, muchos países miran con recelo la llegada de viajeros chinos a principios de 2023, coincidiendo también con la celebración del Año Nuevo Chino, que empieza el 22 de enero.

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AP/MARK SCHIEFELBEIN – Un trabajador con traje protector toma la temperatura de un viajero en el Aeropuerto Internacional de la Capital de Pekín

Japón, India, Malasia, Italia, Estados Unidos y Taiwán ya han anunciado restricciones para los turistas chinos. Otros como Australia, Alemania, Tailandia y Francia han señalado que no impondrían medidas adicionales sobre los viajeros chinos por el momento.

“Existe una creciente preocupación en la comunidad internacional sobre los aumentos repentinos de COVID-19 en curso en China y la falta de datos transparentes, incluidos los datos de secuencias genómicas virales, que se informan desde la República Popular China”, señalaron funcionarios estadounidenses.

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PHOTO/REUTERS – Aeropuerto Internacional de la Capital de Pekín durante la pandemia

A pesar del crítico panorama en el país, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China ha asegurado que “el desarrollo de la situación epidémica de China es en general predecible y está bajo control”. El portavoz del ministerio, Wang Wenbin, ha apuntado que la información de los medios de comunicación occidentales sobre el coronavirus en China está “completamente sesgada”. Asimismo, Wenbin ha hablado de “exageración, difamación y la manipulación política con motivos ocultos”.

Además de abrir las fronteras, Pekín también ha anunciado que a partir de enero solo publicarán datos relacionados con el COVID-19 una vez al mes. En este sentido, la crisis sanitaria sería gestionada en categoría B ya que la enfermedad “se ha hecho menos viral”.