“He decidido suicidarme en el río Ródano. Es un desafío para mostrar que nosotros, el pueblo iraní, estamos muy cansados de la situación. Cuando vean este vídeo, estaré muerto”. Estas fueron algunas de las últimas palabras de Mohamed Moradi, un iraní de 38 años que decidió quitarse la vida para llamar la atención sobre la crítica situación de su país.
Moradi, que desde el 2019 vivía en Lyon con su esposa, decidió difundir un vídeo explicando los motivos que le empujaron a tomar esa trágica decisión. El iraní aseguró que actuaba “sin estrés ni tristeza”, y que lo hacía para “mostrar a todos que los iraníes necesitan ayuda”.
“Queremos cambiar nuestro país a un país democrático con igualdad de derechos para mujeres y hombres”, señaló Moradi, quien también expuso la actual situación en Irán. El hombre condenó la violencia empleada por las autoridades durante las protestas. De acuerdo con ONGs como Iran Human Rights, al menos 476 personas han muerto desde que comenzaron las manifestaciones.
“Lamentablemente, hemos perdido a muchas hijas, hijos, adolescentes e incluso niños pequeños. Tenemos que hacer algo”, indicó Moradi en el vídeo. El iraní también destacó que “no podía vivir en paz, cómodamente” mientras sus compatriotas estaban siendo asesinados. Tal y como señalan activistas iraníes en España de la plataforma ‘Mujer, vida, libertad’, muchos iraníes que viven en el extranjero sufren ansiedad, depresión o sentido de culpa por lo que está sucediendo en Irán.
Moradi trata de esta forma de concienciar y denunciar los abusos del régimen de Teherán contra el pueblo iraní, así como para que los medios de comunicación informen sobre la situación en el país.
“Moradi se suicidó para que se escuche la voz de la revolución en Irán”, señaló a AFP Timothee Amini, miembro de la comunidad iraní de Lyon. De acuerdo con Amini, los medios occidentales “no transmiten” la voz de los iraníes. Si bien la guerra en Ucrania se cubre todos los días, se escucha “muy poco sobre Irán” en las noticias, añadió Amini.
En esto coinciden muchos otros iraníes en diáspora, que piden a los periodistas y medios de comunicación que hablen sobre Irán y sobre la crítica situación de los ciudadanos iraníes.
Lili Mohadjer, iraní de Lyon, declaró a la agencia de noticias que esperaba que “su muerte fuera otro elemento para que los medios y los gobiernos occidentales respalden la revolución actual de Irán”. Mohadjer, al igual que otros compatriotas, definió la muerte de Moradi como un “sacrificio para ganar la libertad”, no como un suicidio.
“Que su muerte sirva para que los que estamos aquí sigamos luchando”, destaca Nilufar Saberi, activista iraní en España.
Además de los medios de comunicación, los iraníes en Occidente piden a los gobiernos que tomen medidas más contundentes contra el régimen de los ayatolás, como sanciones contra la élite política y militar, la expulsión de los embajadores o la suspensión de relaciones de todo tipo con Teherán.
Algunos países como Canadá ya han impuesto sanciones contra miembros de la Guardia Revolucionaria, mientras que políticos de Alemania, Países Bajos y otras naciones europeas han comenzado a “patrocinar” a prisioneros iraníes condenados a muerte.
El último país en tomar medidas contra los abusos y la violencia de Teherán ha sido Italia, que ha convocado al embajador iraní para protestar por la respuesta “inaceptable” a las protestas lideradas por mujeres en la república islámica. El ministro de Relaciones Exteriores italiano, Antonio Tajani, ha condenado la violencia en Irán, describiendo la situación como una “vergüenza inaceptable” y asegurando que Roma ha adoptado “una línea dura” en defensa de las mujeres.