Tres meses después del inicio de las protestas desencadenadas por el asesinato de la joven kurda, Mahsa Amini, Irán continúa sumido en unas revueltas que cada vez se alejan más de los movimientos que las precedieron en 2019 y 2021. Las consignas sociales y económicas que vertebran estas manifestaciones –significativamente distintas a las de protestas anteriores–, unidas a una fuerte cobertura mediática internacional y a una represión policial que, lejos de amedrentar a la ciudadanía, parece alentarla a continuar; han hecho de estas revueltas lo que buena parte de los iraníes considera su gran oportunidad de derrocar –o, al menos, transformar– el régimen de Ali Hoseiní Jamenei. Así lo ha explicado la joven activista Elika Joubari para Atalayar.
¿Cuál es tu relación con Irán?
Yo he nacido aquí, en España, pero mi familia viene de Irán. Primero fue mi padre quien vino a España, hace más de 40 años, y después de casarse con mi madre, ella se vino también. Dejar el país en aquella época era completamente diferente, pero ahora, en los últimos años, cada vez que volvemos a Irán no paro de recibir preguntas sobre cómo lo hice, si conozco a algún abogado que pueda arreglarles los papeles, cuáles son las condiciones… Y es que el papeleo es tan complicado y el dinero iraní tiene tan poco valor en cualquier otro país, que es casi imposible para la gente de a pie abandonar el país.
Mis amigos y toda mi familia continúan todavía allí. Y yo vuelvo a Irán todos los años en verano.
¿Cómo percibisteis –la población iraní– la llegada de la República Islámica al país?
Pues antes de la dictadura de este régimen iraní estuvo Mohamad Reza Pahlaví, hijo de Reza Sah y último sah. Reza Sah impuso un estilo de vida bastante occidental, que diríamos como “más europeo”, tanto a los hombres como las mujeres, a las que creo que incluso prohibió llevar velo.
Cuando llegó Jomeni al poder todo cambió de manera muy drástica. Ahora sucede casi todo lo contrario, se siente como que la gente no tiene libertad. Como que está oprimida. Además, desde que se instauró el régimen, la inflación y el desempleo han crecido mucho, y la calidad de vida ha ido empeorando. En mi familia, por ejemplo, mi abuelo era futbolista durante la época del sah, y llegó a jugar con un equipo americano. Ahora eso no cabe casi en la cabeza de nadie. Un partido [de equipos más bien locales] entre Irán y América. Las relaciones internacionales son algo que se ha visto también muy afectado.
Antes de estas últimas protestas, ¿cómo era la situación en el país? ¿Se daban casos de resistencia pacífica o subversiva?
Antes también ha habido revueltas, como las que hubo en 2019 por las drásticas subidas en el precio del petróleo. Y resistencia pacífica también. Por ejemplo, recuerdo el caso de dos mujeres que iban por el metro de Teherán sin velo ni nada, repartiendo chocolatinas a otras mujeres y diciéndoles que “había que cambiar todo esto de manera pacífica”. Justo después de que su vídeo se hiciera viral en Internet fueron detenidas, y ahora están en la cárcel. Detenidas todavía, hasta donde sabemos.
También está el caso de Nasrin Sotoudeh [abogada y activista pro-derechos humanos iraní] que fue muy sonado. Cuando la detuvieron hubo muchas protestas, pero como a muchas de las mujeres que protestaron en aquel momento las detuvieron, sintieron mucho miedo, y terminaron por volver a quedarse en casa.
¿Y cómo era la situación de las mujeres?
Una de las cosas más importantes es que cuando estábamos allí todas las mujeres teníamos que usar velo en las zonas públicas. Da igual si eres iraní o no. Además, cantar y bailar en los lugares públicos está prohibido para las mujeres, aunque los hombres sí que puedan hacerlo, y aunque las mujeres iraníes que ya viven allí sí que suelen caminar solas por la calle, las chicas jóvenes o las que no vivimos allí, no lo hacemos normalmente, en muchos casos porque sus padres no les dejan. O, si van solas, lo hacen con mucho miedo. Yo, por ejemplo, cuando voy a Irán, voy siempre acompañada.
El ocio allí casi siempre tiene lugar en las casas, en sitios privados, porque las calles no son como aquí, en España. Cuando vas al centro puedes hacerlo, pero no de la misma manera: recibes piropos de una manera mucho más agresiva, pueden llegar a abusar de ti… No puedes disfrutar de la misma manera. No tienes esa “comodidad”, esa “libertad”.
Ahora, con la perspectiva que nos dan tres meses de protestas, vemos las manifestaciones con otros ojos, pero ¿cómo se vivieron en un primer momento?
En el primer momento creo que todos nosotros pensamos que podría ser una protesta más. Como todas las que ha habido en los últimos años. Pero cuando hice una primera entrevista para la televisión donde pedí que me censurasen la cara –para poder volver en algún momento a ver a mi familia en Irán–, y luego, a las dos semanas, me llamaron de nuevo pero para hacer una entrevista sin censurar, nos dimos cuenta de que era algo diferente. Había habido una evolución en la situación del país. Había muchas más muertes que la de Mahsa Amini. Tenía que hacerlo, era lo mínimo que yo podía hacer desde aquí. Ahora yo y mi familia estamos atentos todo el tiempo, todo el día con los móviles, siguiendo las noticias, siguiendo cómo están las cosas allí.
¿Cuál es la versión de los medios iraníes de toda esta situación?
No dicen nada. De hecho, [antes de que empezasen las ejecuciones de condenados] su versión sobre muchas de las muertes de mujeres, hombres, y de todos los chicos y chicas jóvenes a los que se asesinó [en las protestas], era que se han suicidado o les ha dado un infarto. Cosas que no tienen nada que ver con el Gobierno.
En un primer momento, desde aquí, desde los países occidentales, recibimos información de que el perfil de los manifestantes que lideraban las protestas era más bien de jóvenes, universitarios. Pero esto cambió al poco tiempo.
Sí. Ahora casi todo el mundo protesta y está en las calles. Aunque en un principio estas protestas se llevaron a cabo por los jóvenes, cuando los adultos vieron que esto no hacía más que seguir y seguir, que estas no eran unas revueltas de una semana, se acabaron uniendo también. Muchas mujeres ancianas, por ejemplo, colgaron vídeos en Internet diciendo que ellas habían llevado velo toda su vida, pero que en apoyo a las mujeres iraníes que están en lucha, se lo iban a quitar. Y en el propio vídeo se lo quitan, después de casi una vida llevándolo. Es conmovedor.
Sin embargo, gran parte de mi familia de allí no se ha unido porque siguen teniendo mucho miedo. Una de mis amigas de allí, que salió a la calle durante los primeros días, nos contó que la Policía estaba disparando [contra los manifestantes] y que tuvo que correr y refugiarse en una tienda. Pero yo creo que esto va a ser algo progresivo, que la gente va a seguir uniéndose poco a poco, y cada vez más.
Y el papel de las mujeres en estas protestas, ¿cómo está siendo?
El papel de la mujer es fundamental, porque es el símbolo de estas protestas. Y más aún porque no es que haya ninguna única mujer que esté liderando las protestas, sino que son todas. Por igual. Y no solo en Irán, sino en casi todas las partes del mundo [desde donde apoyan estas revueltas].
Desde que se iniciaron las revueltas, las mujeres han empezado a quitarse el velo por las calles como un símbolo de valentía y de poder. De que están presentes. Por ejemplo, hace unas semanas, una de mis primas me envió una foto caminando sin el velo por la calle. Cuando le pregunté que cómo podía hacer eso, ella me respondió que es algo muy normal ya. “Si no hago nada violento, si no grito nada contra Jamenei, no me van a decir nada”. Eso está siendo algo muy positivo.
Pero entender el feminismo en estas revueltas es complicado, porque el feminismo en Irán complicado. Durante muchos años, cuando se hacían propuestas para que las cosas cambiasen, no eran escuchadas. Eran un grupo muy pequeño. Poquísimas. Y se les mandaba callar. Pero ahora estamos viendo como el grupo crece cada vez más, y creo que las cosas pueden cambiar.
También hay que hablar del papel de los hombres en estas protestas, porque es muy importante. Ellos están protestando junto a las mujeres. Algunos de ellos por otros motivos también económicos, pero muchos de ellos piden más derechos para las mujeres. Y han muerto muchos. Se está demostrando que estas revueltas, donde las mujeres son obviamente más protagonistas, hay también apoyo de los hombres.
Ante esta situación, ¿cuál ha sido la respuesta de los manifestantes contra la represión del régimen?
En general, en Irán ahora mismo hay mucha violencia. Estas últimas semanas, los manifestantes han inventado armas caseras para poder defenderse, porque esta es la única manera que tienen de poder mantenerse contra la policía del régimen, que son quienes tienen las armas de manera “legal”. Por eso los manifestantes prenden fuego a sus coches, a los coches de los policías, llenan botellas de cristal con arroz y las lanzan… Intentan defenderse.
¿Cómo vive toda esta situación tu familia allí? ¿Y el resto de tus conocidos? ¿Hay una atmósfera de recelo?
Mi familia lo pasa muy mal. Tanto mis familiares en Irán, como mis padres, aquí. Estamos todo el día informándonos. Es muy duro ver llorar a mi madre por la ejecución de un joven, o pensar en mi tía, en Irán, que va diariamente a trabajar a pocas calles de lugares donde hay disturbios y tiroteos.
Sobre la atmósfera con el resto de gente, es impresionante la cantidad de personas que, desde que empezaron las protestas, hemos ido descubriendo que están más a favor del Gobierno. Y puede haber sido en la que hemos confiado toda la vida, que asumíamos que no eran afines al régimen. Y, de pronto, vemos que cuando empiezan las protestas permanecen al margen, que no hacen nada, que no dicen nada. Y empezamos a sospechar. Y luego vemos que sí, que muchos de ellos resultan estar a favor del régimen.
Obviamente, después de esto ya no hablamos más con ellos. No porque vayan a delatarnos, sino porque el sentimiento de traición hacia todos los esfuerzos de gente de su misma nación. Este levantamiento es algo muy grupal, muy colectivo, y por eso se genera una especie de rechazo hacia todo aquel que no quiera formar parte de ello.
Así pues, en tu opinión, ¿cuáles son los principales objetivos de las protestas ahora?
Yo creo que el objetivo ya es que el régimen caiga. Todo el régimen. Y que después de haberlo pasado tan mal, que lleguen las libertades que [los iraníes] quieren tener, que luchan por tener. Que haya una democracia.
Mucha gente pensó en un principio que el objetivo de las protestas era no llevar el velo y ya está. Seguramente porque escucharon el lema “Mujer, vida, libertad. Hombre, Patria, progreso” [En persa original, “زن زندگی آزادی. مرد میهن ابادی.”]. Pero lo que gran parte del pueblo iraní quiere, es que [Irán] se integre en la sociedad. Que vuelvan las relaciones internacionales con otros países, tanto en el comercio, como en la diplomacia o la política, porque Irán está aislado de todo el mundo. Quieren libertad para que la información pueda entrar y salir del país, y, por otro lado, también la libertad de que las mujeres sean más libres, vistan como quieran, disfruten de las calles sin miedo… Todas esas cosas que ahora, de alguna manera, están prohibidas.
¿Crees que todo esto es posible?
Eso quiero pensar. Pero tenemos que seguir hablando de este tema para que pueda pasar algo. Porque si ahora nos callamos todos, de repente, todo va a volver a la normalidad. Pero si seguimos hablando, luchando con la ONU, con las organizaciones internacionales, muy poco a poco podremos conseguir algo. Que el régimen sea derrocado.
Si no, si nada cambia en Irán, yo, y las decenas de activistas que hemos hecho pública nuestra imagen, no podremos volver al país donde está nuestra familia. Si allí han detenido a gente solo por subir historias, aquí, que los asistentes a las manifestaciones nos hemos ido descubriendo la cara a medida que pasaba el tiempo, que nos esperanzábamos porque hubiese un cambio real, necesitamos que pase algo. Que cambien las cosas.