El Mundial de Qatar: herramienta de propaganda y soft power
A pesar del alto número de trabajadores fallecidos durante la construcción de los estadios y la situación de los derechos humanos en el país, Qatar se consolida como una potencia regional gracias a su apuesta por los deportes
AFP/DAVID GANNON – De acuerdo con una investigación realizada por The Guardian, al menos 6500 trabajadores migrantes murieron en Qatar entre 2011 y 2020
Qatar ha invertido en deportes, especialmente en fútbol, para tratar de mejorar su imagen de cara al exterior
Este domingo arranca la Copa Mundial de Fútbol de 2022. Por primera vez en la historia, el anfitrión de la competición será un país árabe. Qatar fue la nación seleccionada en 2010 para albergar el campeonato deportivo, superando a otros países como Estados Unidos, Corea del Sur, Japón o Australia. Sin embargo, desde el momento de su elección, la candidatura catarí ha estado envuelta en la polémica. Las acusaciones de corrupción y sobornos han salpicado también a la FIFA, a Joseph Blatter -presidente de la organización entonces- y a Michel Platini, presidente de la UEFA.
En los últimos meses, coincidiendo con la cuenta atrás para que comience el mundial, diferentes ONGs de derechos humanos y organizaciones internacionales han vuelto a alertar sobre la situación de los derechos humanos en Qatar, así como las pésimas condiciones laborales de los trabajadores extranjeros que han construido los estadios donde a partir del domingo comenzarán a llegar aficionados de todo el mundo para animar a sus selecciones nacionales.
De acuerdo con una investigación realizada por The Guardian, al menos 6500 trabajadores migrantes murieron en Qatar entre 2011 y 2020. El periódico británico señaló el “trabajo forzado” o “formas de esclavitud moderna” como las causas de muerte de los trabajadores. Otro estudio de la revista Cardiology revela que muchos de ellos perdieron la vida por las altas temperaturas del país. El documento -Heat Stress Impacts on Cardiac Mortality in Nepali Migrant Workers in Qatar- también apunta que hasta las 200 de las 571 muertes por enfermedad cardiovascular entre 2009 y 2017 podrían haberse evitado si se hubieran implementado las medidas laborales necesarias. Debido al asfixiante calor del país del Golfo en varias épocas del año no es recomendable trabajar al aire libre durante mucho tiempo. Sin embargo, varios trabajadores migrantes han asegurado llegar a trabajar más de 10 horas seguidas.
La mayoría de los trabajadores migrantes proceden de países asiáticos como la India, Bangladesh, Pakistán, Sri Lanka o Nepal, nación que ha perdido a más de 2.100 ciudadanos en las obras del mundial desde 2010. Según datos oficiales recogidos por The New York Times, algunas de las muertes responden a problemas cardiovasculares (699) o accidentes de tráfico (198), aunque también hay un alto número de suicidios (196).
Personal sanitario nepalí citado por el periódico estadounidense ha señalado que muchos de los trabajadores jóvenes que vuelven de trabajar en Qatar sufren insuficiencia renal y otros problemas de salud, lo que causa su muerte pocos años después de regresar a casa. Por otro lado, los que fallecen en el país del Golfo son devueltos al país en ataúdes, sin autopsia y calificados como “muertes naturales”. No obstante, antes de viajar a Qatar y obtener el permiso de trabajo, los trabajadores migrantes deben someterse a un examen médico obligatorio.
Cargar sacos de cemento a 50 grados: “se sentía a punto de morir”
Ram Pateriya, periodista independiente, tuvo la oportunidad de visitar una de las habitaciones de 9 metros cuadrados en las que vivían 6 trabajadores migrantes procedentes de Bangladesh y Nepal. Peteriya narra a Atalayar las pésimas condiciones a las que se enfrentaban. Pagaban 100 euros cada uno, unos 700 euros por el minúsculo espacio incluyendo comida. “Huele mal porque tendemos la ropa mojada dentro y no hay ventanas”, señaló uno de ellos a Peteriya. “Cuando estaba en Bangladesh, soñaba con venir a Qatar y trabajar duro para poder comprar una casa y un coche, pero la realidad ha sido diferente. Todos mis sueños se han desvanecido, estoy sufriendo un dolor que nadie puede entender”, lamentó.
El reportero también conoció a un trabajador de origen keniano que pagó 1.500 euros a una agencia de contratación por su visado y los billetes de avión. “El mismo día que llegó a Doha, lo llevaron a la obra. Me explicó lo duro que era trabajar a 50 grados cargando sacos de cemento, se sentía a punto de morir”, explica Pateriya.
Al igual que los trabajadores de Asia, el keniano vivía en una habitación diminuta con otros 5 obreros migrantes. La vivienda -proporcionada por la agencia- estaba lleno de plásticos y basuras y no tenía cocina ni nevera.
Las numerosas críticas de ONGs contra Qatar han servido para que Doha tome ciertas medidas, como la creación de comités para la resolución de conflictos labores; algo que, de acuerdo con Pateriya han sido uno de “los pasos más alentadores de la reforma laboral de Qatar”.
El periodista también recuerda el aumento de salario para los trabajadores. Sin embargo, hay demasiados casos para tan pocos jueces, por lo que los obreros esperan meses para que se tramiten sus reclamaciones. “El tribunal laboral tiene 25 casos en un día, de las últimas 2.000 denuncias solo se tramitaron 69”, indica Pateriya. Igualmente, el reportero destaca que las nuevas leyes permiten condenar a las empresas, pero, en realidad, continúa “la persistente cultura de la impunidad”.
Doha ha querido desvincularse de los muertos y las críticas, asegurando que todas las acusaciones forman parte de “una campaña de propaganda sin precedentes”. Durante una entrevista con AFP, el ministro catarí de Trabajo, Ali bin Samikh Al Marri, indicó que todas las críticas estaban basadas en el “racismo”. El expresidente del Comité Nacional de Derechos Humanos de Qatar cuestiona también las cifras publicadas por medios de comunicación y ONGs. “no quieren permitir que un país pequeño, un país árabe, un país islámico, organice la Copa del Mundo”, declaró Al Marri, refiriéndose a los detractores del Mundial.
Sportwashing, seguridad nacional e influencia regional
Qatar utiliza el fútbol como una herramienta del llamado soft power -poder blando-. Además del Mundial, la aerolínea estatal catarí ha patrocinado equipos como el Boca Juniors, el Barcelona o el Bayern de Múnich. La adquisición del Paris Saint-Germain por parte de Nasser al-Khelaifi, cercano al Gobierno catarí, también forma parte de esta estrategia. Al-Khelaifi también es presidente de la cadena catarí beIN Sports y miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA.
Para Qatar el deporte, y sobre todo el fútbol, es tan relevante porque “mueve a las masas, alimenta las pasiones y moviliza los sentimientos como la identidad o la aceptación”, señala Daniel Patiño Portillo, analista político. Aunque también subraya que la influencia catarí no se limita únicamente al fútbol. “También poseen los almacenes Harrods de Londres, una parte de El Corte Inglés, Tiffany Co., Wolkswagen o Brookfield, una lujosa firma de apartamentos”, añade.
Por otro lado, tal y como explica Juan Corellano, periodista de la Media Inglesa y director del documental ‘Qatar: el Mundial a sus pies’, a través del deporte se da “una imagen de cara al exterior más benévola de lo que realmente es tu régimen”. Sin embargo, Corellano destaca que este método no es nuevo, mencionando los Juegos Olímpicos de la Alemania Nazi en los años 30 o el Mundial de 1978 en la dictadura argentina.
Además de la propaganda, el periodista apunta que esta estrategia catarí responde a cuestiones relacionadas con la seguridad nacional del pequeño país del Golfo. “Qatar es muy consciente de que es un país minúsculo y que tiene precisamente como vecino a Arabia Saudí, que es una gran potencia a nivel a nivel militar”, indica Corellano. Doha ha aprendido la lección tras la invasión iraquí de su vecino Kuwait en la década de 1990. Por ello, en Qatar se dieron cuenta que, cuanto más conocido eres a nivel internacional y geopolítico, te vuelves menos vulnerable. El director de ‘Qatar: El Mundial a sus pies’ considera que, a través del deporte, esta pequeña nación árabe se ha dado a conocer al mundo.
Además del deporte, Qatar ha dirigido sus inversiones a Francia, uno de sus aliados clave, pero también un país con un gran peso geopolítico y militar. “Qatar compró aviones militares después de que Sarkozy intermediase para que Platini votase para que se celebrase el Mundial ahí, han llegado a muchos acuerdos con muchas empresas del que sería el Ibex-35 francés”, comenta Corellano, quien reitera que la estrategia de Qatar “no es solo para lavar su imagen, sino también para asegurar un poco su futuro”.
Además del fútbol, Doha esta involucrado en la Fórmula 1, en el pádel y forma parte del Comité Olímpico Internacional. “Hay que reconocer que Qatar fue uno de los primeros países en ver el poder el soft power, no solo en el deporte, sino también a través de los medios de comunicación, como Al Jazeera”, afirma el periodista. Además de Al Jazeera, Qatar utiliza la cadena beIN Sports -uno de los principales clientes de la UEFA- con el mismo objetivo.