Ferdinand «Bongbong» Marcos, hijo del fallecido dictador Ferdinand Marcos, se declaró este miércoles ganador en las elecciones presidenciales celebradas el lunes en Filipinas, a la espera de que se conozcan los resultados oficiales.
En una comparecencia de prensa, el portavoz de Marcos, Vic Rodríguez señaló que el candidato se ha declarado «presidente electo», mientras que Sara Duterte-Carpio, hija del presidente saliente Rodrigo Duterte, será la vicepresidenta.
Según los resultados provisionales, que no se terminarán de auditar hasta dentro de varias semanas, Marcos obtuvo más de 31 millones de votos -más del 56 por ciento de los apoyos-, el doble de su más inmediata rival, Leni Robredo, mientras que Duterte-Carpio alcanzó los 31 millones de votos.
«Los filipinos han hablado de manera decisiva, Ferdinand «Bongbong» Marcos Junior será el decimosexto presidente de Filipinas. Con números históricos, la gente ha usado su voto para unir la nación, esta es una victoria para todos los filipinos y para la democracia», indicó Rodríguez.
«Es su compromiso ser el presidente de todos los filipinos. Buscar un consenso a lo largo de la (actual) división política y trabajar juntos para unir a la nación«, agregó el portavoz.
«Bongbong tiene el interés de trabajar a lo largo de Filipinas con socios y organizaciones internacionales para abordar problemas críticos que sufre la nación y empezar a dar soluciones», aseveró Rodríguez.
Uno de los primeros actos de Marcos tras la votación ha sido ir a visitar la tumba de su padre en el Cementerio de los Héroes de Manila, donde depositó este miércoles un ramo de flores, según las fotos publicadas en su cuenta oficial de Twitter.
La visita se produjo después de que Marcos asegurara la víspera que va a trabajar para todos los filipinos y pidiera que no le juzguen por su pasado.
«Juzgadme no por mis ancestros, sino por mis acciones», dijo a través de su portavoz, Vic Rodríguez, en un comunicado la noche del martes.
Marcos padre provocó más de 3.000 muertos ejecutados extrajudicialmente, más de 35.000 torturados y el desfalco de 10.000 millones de dólares del erario público durante su régimen autoritario (1965-1986).
Sin embargo, una campaña de desinformación en los últimos años, intensificada en las redes sociales desde 2014, ha blanqueado este legado y muchos filipinos piensan que los Marcos favorecieron el desarrollo del país y califican su régimen como la «era dorada» del país.
