“Putin no puede permanecer en el poder”. De esta forma se dirigía el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a la población polaca en su visita oficial desde Varsovia. Ante el Castillo Real de la capital ucraniana Biden culpaba a Putin de “estrangular la democracia” y reiteraba, convencido, su apoyo a Ucrania con un contundente “estamos con vosotros. Punto”.
Sin embargo, el apoyo estadounidense a Ucrania se mantiene de forma muy calibrada. Biden recuerda que las fuerzas militares desplegadas en Europa por parte de Estados Unidos y de la OTAN están “para defender a los aliados” y no para luchar en territorio ucraniano. Esta situación refleja también las propias amenazas vertidas por Biden a Rusia: “ni se les ocurra entrar ni una milésima en territorio de la OTAN”, advertían en su discurso, algo que de producirse podría colocarnos en el peor de los escenarios.
Las filas europeas y estadounidenses se mantienen dentro del territorio de la OTAN, actuando de manera defensiva, como así reza uno de los principios básicos de la organización transatlántica. Aun así, la ayuda a Kiev se mantiene de manera asidua a través de envío de arsenal militar, ayuda humanitaria y económica. “La gravedad de este desafío es el motivo por el que la respuesta de Occidente ha sido tan poderosa”, señalaba Biden en su discurso.
Posteriormente, el presidente estadounidense ha enumerado las múltiples sanciones aprobadas tanto por Estados Unidos como por Europa, ejecutadas con el fin de “atacar el corazón de la economía rusa” y “castigar” a los oligarcas, participes del sustento de del gobierno moscovita.
En un contexto en el que Ucrania sigue sufriendo los incesantes ataques de las tropas rusas, demostrando una resistencia ejemplar, la cautela llama a las potencias internacionales. De darse un paso mal calculado, un movimiento de tropas que Moscú considere una amenaza o cualquier medida que se considere un ataque directo contra Rusia, las consecuencias pueden ser muy graves. Rusia, país que posee el mayor arsenal nuclear a nivel mundial, no se ha rendido ante Ucrania y a pesar de estar perdiendo terreno, no parece que lo vaya a hacer.
Sin embargo, Moscú ha anunciado su nueva estrategia militar. El Ejército ruso, castigado y damnificado por la fuerte resistencia de Ucrania, se centrará ahora en el Donbás, por lo que los ataques militares se verán reducidos en el resto del país ucraniano. De cumplirse esta nueva estrategia, se podría confirmar que efectivamente, Rusia no ha perdido la guerra, pero tampoco la estaría ganando. La reducción de sus ofensivas demostraría que Moscú no ha conseguido cumplir sus principales objetivos, algo que habría sido muy diferente de no ser por la resistencia ucraniana, animada siempre por un Volodimir Zelensky incansable.
Este mismo Zelensky es el que sigue demandando ayuda internacional. Pide a Occidente que cierre el espacio aéreo de Ucrania y avisa de que su persona “es el objetivo principal de Rusia”. Aun así, el presidente ucraniano no se amedranta y sigue siendo el protagonista de todos los foros, reuniones y cumbres internacionales, a las que acude de manera virtual con tal de no abandonar Kiev.
Y es que a pesar de que la ayuda de Occidente es notable en términos económicos, militares y humanitarios esta no ha sido capaz de salvar la vida de la población civil. De acuerdo con la ONU más de mil civiles han muerto desde el inicio de la invasión rusa, así como 1.700 heridos civiles confirmados, cifra que podría subir con el transcurso de las horas.
En esta situación y según señala UNICEF, un total de 4,3 millones de niños han abandonado el país de los 7,5 millones de los que hay en el país. Esta cifra es la más alta que se registra desde la Segunda Guerra Mundial por lo que tanto la ONU como UNICEF avisan de que “es imperante detener el conflicto bélico”. Asimismo, condenan los ataques que se han realizado contra 64 hospitales y refugios, además de en más de 500 instalaciones educativas.
“Si existe el infierno en la tierra, sin duda ese sitio es Mariupol”, señalan organizaciones humanitarias. Mariupol, considerada ya un símbolo del desastre de la guerra, ha quedado completamente destrozada a causa de los bombardeos y sigue siendo uno de los blancos más importantes para Rusia.
Y es que a pesar de que Moscú ha prometido centrarse en la “liberación del Donbás”, Mariupol continúa estando sitiada, sufriendo uno de los escenarios más graves de todo el conflicto. Según el Mando General de las Fuerzas Armadas de Ucrania, “hay un aumento del terror hacia la población local por parte de los ocupantes” pero esto no ha servido para que Moscú cese sus ofensivas. Según el Batallón Azov, aseguran que Rusia ha matado ya a más de 3,000 civiles en el bombardeo del ataque al teatro de Mariupol.
Los civiles de Mariupol siguen sufriendo los estragos de los bombardeos al igual que en ciudades como en Leópolis donde han denunciado un nuevo ataque aéreo procedente de Rusia, ciudad en la que han estallado al menos tres proyectiles, según ha confirmado el alcalde, Andri Sadovi.
Coordinador de América: José Antonio Sierra.