Estados Unidos ha comenzado a entrenar a las tropas africanas en Costa de Marfil. En el marco de la Operación Flintlock, una treintena de países africanos están recibiendo entrenamiento militar con el objetivo de luchar contra el terrorismo en un momento en el que la amenaza yihadista se encuentra más presente que nunca.
Así, el Comando de Operaciones Especiales de África, centrado en operar en los países del G5, trabaja de manera conjunta con las fuerzas de operaciones especiales tanto de Estados Unidos como de la OTAN con el fin de contrarrestar la violencia y el extremismo islámico.
El programa de entrenamiento, destinado a más de 400 soldados pertenecientes a los países del África Occidental, tratará de seguir reforzando las habilidades de las fuerzas militares para hacer frente a los ataques que siguen sufriendo por parte de grupos terroristas como Al-Qaeda o el Daesh.
Con este fin, los integrantes operativos de la Operación mantienen un entrenamiento en el que realizan ejercicios relacionados con combates de cuerpo a cuerpo, maniobras de tiro, movimiento montados y desmontados, reconocimiento, intercambio de inteligencia y rescate de rehenes en tácticas de unidades pequeñas.
De acuerdo con el comandante del Comando de Operaciones Especiales de EE. UU. en África, el almirante Jamie Sands, uno de los aspectos más importantes del ejercicio “es el intercambio de información” ya que “si no podemos comunicarnos, no podemos trabajar juntos”.
De esta forma, Flintock nace como un ejercicio que tiene como fin fortalecer las capacidades de defensa tanto de los gobiernos africanos como de las organizaciones regionales para frenar todas aquellas amenazas que pongan en riesgo la seguridad regional de la zona. Asimismo, el ejercicio militar supone abrir una importante oportunidad comercial y de inversión económica que beneficia de manera directa a los ciudadanos de la zona.
En el año 2020 el Ejercicio Flintock fue acogido por Mauritania, con una estación externa en Senegal, con el que se pudo enfatizar en el fortalecimiento del compromiso de Occidente con los países africanos en cuestiones de seguridad y defensa.
En él, el pasado febrero, España participó a través de la Fuerza de Operaciones Especiales (FOE), compuestas por el Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra, la Fuerza de Guerra Naval Especial de la Armada, el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas del Ejército del Aire y el Grupo de Acción Rápida de la Guardia Civil.
En este contexto, España lleva participando en el Flintock desde el año 2006 con los objetivos de entrenar al personal militar de los países africanos para que cuenten con la capacidad suficiente de operar de manera independiente contra el yihadismo predominante en la región del Sahel. Concretamente España pudo operar junto con las fuerzas portuguesas en Cabo Verde, Chad, Mauritania y Senegal.
África se adentra en una etapa marcada por el auge del yihadismo y la inseguridad, unos desafíos que el continente atraviesa desde hace ya varios años pero que aun no ha conseguido erradicar.
Dividiendo al continente por partes, el norte de África se presenta más estable que en el resto de las zonas africanas, a pesar de que cuenta con crisis políticas y sociales de extrema gravedad. Libia es uno de estos ejemplos. A las puertas de considerarse como un Estado fallido, el país encara una situación compleja en términos de estabilidad política y social. La sociedad tribal del país libio junto con las confrontaciones civiles y la propia impunidad de los crímenes de guerra cometidos por los mismos hacen de Libia un escenario desolador.
El pasado diciembre Libia iba a celebrar unas elecciones que finalmente fueron pospuestas, lo que afectó a la crisis política y social que atraviesa el país desde el derrocamiento y la muerte de Gadafi. Las mal llamadas Primaveras Árabes sumieron al país en una década de oscuridad de la que los más damnificados han sido los civiles, como ocurre en todos los conflictos. Algunos analistas señalan que incluso que, aunque se consiga celebrar un proceso electoral, el país mantiene unas heridas abiertas difíciles de cerrar, pero insostenibles en el tiempo.
Por otro lado, adentrándonos en África Occidentaly en la zona del Sahel, la región ha vivido en muy poco tiempo una serie de golpes de Estado que han traído inestabilidad y cierta parálisis en los procesos políticos. Esta inseguridad ha sido el marco perfecto para que los grupos yihadistas, que se mantenían operativos en la zona, se hayan hecho más fuertes. Aprovechando además la retirada de las tropas occidentales del Sahel y el fin de la Operación Bharkane, el yihadismo puede aprovechar este vacío militar para seguir atacando y asolando a la región.
Asimismo, el cambio climático está empeorando problemas ya existentes como la pobreza, los fenómenos migratorios y la degradación del suelo, lo que afecta directamente a la agricultura sobre todo de los países más inestables.
Junto a esto, en la región de África Oriental, estamos siendo testigos de una serie de crisis de refugiados derivados de conflictos armados librados en Somalia o hasta recientemente Sudán, país que ha sido escenario de un golpe de Estado perpetrado por los militares el pasado mes de octubre.
Además, Etiopía sigue librando un conflicto civil en el que han perdido la vida más de 50.000 civiles. Este conflicto, además, ha sido testigo de incontables crímenes de guerra y ha desestabilizado en el enclave estratégico que supone el cuerno de África para el comercio y las relaciones internacionales.
Por otra parte, la zona de África Meridional está albergando una de las economías de más rápido crecimiento a nivel mundial. Sin embargo, este crecimiento no esta supliendo la pobreza ya que la cantidad de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza sigue creciendo.
En esta región del mundo un alto porcentaje de la población joven no puede acceder al mercado laboral, lo que les obliga a emigrar en búsqueda de un futuro. Además, el 65% de la población sigue dependiendo directamente de la agricultura, un sector que depende a su vez de las condiciones climáticas.
A pesar de estos escenarios, la cooperación entre los países africanos y Occidente sigue en activo en pro de conseguir atajar los problemas más importantes que azotan al continente. Recientemente en el marco de la Cumbre UE-UA, Europa aprobó un ambicioso paquete de inversiones África-Europa que pretende, del mismo modo, frenar el ya más que evidente papel de China en el continente.
En este aspecto, Pekín está ejecutando su “nueva ruta de la seda”, un proyecto de inversiones a lo largo de toda África que incluye la construcción de carreteras, infraestructuras, industrias y medios de comunicación, además de fomentar el comercio internacional entre los países africanos y China.
Coordinador de América: José Antonio Sierra