Pues sí. Una vez más los chinos han vuelto a conseguir sus propósitos. La China de Xi Jinping ha demostrado de nuevo sus grandes capacidades y su férrea voluntad de dedicar el potencial económico y tecnológico que sea necesario a la exploración del espacio ultraterrestre.
Aunque en los últimos meses la Agencia espacial de China tenía acostumbrado al mundo entero a grandes sorpresas, en esta ocasión ha logrado una proeza que solo Estados Unidos ha sido capaz de llevar a cabo, lo que ha convertido al gran país asiático en la segunda nación en tocar la superficie del Planeta Rojo y sobrevivir al intento. La Unión Soviética lo consiguió el 2 de diciembre de 1971 con la misión Mars 3, pero la astronave dejó de transmitir antes de cumplir los 2 minutos de vida sobre suelo marciano.
El descenso con éxito del módulo de superficie en cuya parte superior se encuentra el vehículo todo terreno de nombre Zhurong ‒el dios del fuego en la antigua mitología china‒ es de suma importancia. Al hacerlo, el presidente Xi Jinping da por concluida la exclusividad que mantenían desde hace varias décadas los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca, de alcanzar el suelo marciano, para después rodar su tecnología por la superficie y dedicarse a explorar el único astro rocoso situado más allá de la Tierra que órbita en nuestro Sistema Solar.
La especie de monopolio involuntario que la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio ‒la poderosa NASA‒, ejercía en nombre de Estados Unidos respecto a Marte acaba de quedar hecha trizas. Nada menos que en nueve ocasiones había posicionado astronaves y vehículos de exploración sobre el Planeta Rojo. Es cierto y no hay ninguna duda que las competencias y capacidades tecnológicas de la Agencia espacial norteamericana, su industria y la comunidad científica que la sustentan son muy superiores a las del inmenso país asiático.
Pero el líder chino Xi Jinping acaba de ver cumplido su sueño de tocar el suelo del Planeta Rojo. Es evidente que está resuelto a dar los pasos que sean menester para dar la batalla al nuevo presidente Joe Biden en el campo espacial, y de manera muy directa en la exploración de cosmos, en los vuelos espaciales tripulados y, por supuesto, también en la esfera espacial del ámbito de la defensa.
Los primeros grandes hitos que nos depara china son concluir la construcción de su primera estación espacial permanente tripulada, cuya primera pieza del puzle está en órbita desde finales del pasado abril, y que se completará previsiblemente en un par de años. La segunda consistirá en que los astronautas chinos pisen la Luna, lo que todo apunta que será a finales de la presente década. Y la tercera y mucho más ambiciosa, compleja, difícil y a más largo plazo, que sus nacionales pongan los pies sobre Marte y regresen a la Tierra.
En este último caso, queda por aclarar si Estados Unidos aceptará que China forme parte de un proyecto de enormes dimensiones, cuyas astronómicas inversiones requieren una cooperación a escala mundial, que la NASA quiere liderar. Pero si Washington no acepta la participación de China en el proyecto, Pekín la llevará a cabo de forma unilateral, como está demostrando que es capaz de afrontar con paciencia y en solitario los retos que se propone.
Volviendo a la reciente proeza conseguida en Marte, que se suma al retorno de muestras de suelo lunar de diciembre pasado. Es conveniente resaltar que el éxito de colocar su primer artefacto sobre la superficie marciana lo ha hecho realidad en su primer intento, un hito de mucha mayor complejidad que un alunizaje en nuestro satélite natural. El descenso se produjo a primera hora del 15 de mayo, hora peninsular española, sobre la región conocida como Utopia Planitia, la misma zona en la que en 1976 se posó la primera sonda marciana de Estados Unidos, la Viking 2.
Lo primero que hizo el vehículo de exploración de seis ruedas Zhurong fue desplegar sus paneles solares, recargar sus baterías, activar su antena de comunicaciones y comprobar que sus equipos a bordo estaban en buenas condiciones y enviar a los técnicos del Centro de Control de Pekín sus primeras señales. Pero se mantiene estático sobre el módulo de superficie, donde permanecerá durante varios días, hasta que los técnicos chinos comprueben las condiciones y obstáculos existentes en su entorno.
Cuando el ingeniero jefe del proyecto, el profesor Zhang Rongqiao, obtenga la luz verde de la Agencia Espacial China, se ordenará al vehículo Zhurong que se libere de las ataduras que lo mantienen fijado al módulo de superficie. Será entonces cuando se le ordenará descender a través de una rampa de dos carriles, por la que rodará hasta tocar suelo marciano y tendrá ante sí todo un nuevo mundo ultraterrestre.
Ya en suelo marciano, los técnicos del Centro de Control Espacial de Pekín volverán a verificar su estado. En caso de no existir ninguna anomalía, recibirá los telecomandos enviados por los técnicos de tierra para que comience su labor exploratoria, cuya duración está programada para 92 días.
El todo terreno Zhurong cuenta con seis instrumentos científicos. Entre ellos un equipo de espectroscopia láser para analizar los minerales existentes en la superficie, cámaras panorámicas, sensores para estudiar la climatología y las condiciones atmosféricas del entorno, un magnetómetro y un radar de penetración terrestre. Con unas dimensiones de escasamente 2 x 1,65 x 0,8 metros y 240 kilos de masa, es de mucho menor tamaño y masa que el Perseverance de la NASA ‒de alrededor de una tonelada‒, en Marte desde el 18 de febrero de 2021.
La finalidad exploratoria del rover chino es encontrar depósitos de hielo de agua en la superficie y en el subsuelo, estudiar la climatología, topografía y geología del área por la que se mueva, búsquedas encaminadas a verificar la posible existencia de vida pasada o presente y la habitabilidad para futuras misiones tripuladas a Marte.
Se acabó el monopolio de la NASA, que era una realidad desde el primer descenso exitoso de la misión Viking 2 en septiembre de 1976. Desde entonces se ha ido completando con otras ocho misiones exploratorias, muchas de ellas acompañadas de vehículos de ruedas todo terreno. Además de la reciente del rover Perseverance que sigue su curso con el complemento del helicóptero Ingenuity, sobre Marte rueda el todo terreno Curiosity, que funciona desde el 6 de agosto de 2012.
También está el laboratorio científico InSight, que trabaja de manera estática desde el 26 de noviembre de 2018. Ya han quedado fuera de servicio el módulo de superficie Mars Pathfinder y el pionero vehículo marciano Sojourner, que llegaron el 4 de julio de 1997, pero cuyas comunicaciones se perdieron a finales de septiembre de ese mismo año. Ya están desactivados los rover Spirit y Opportunity, que se posaron el 4 y el 25 de enero de 2004, respectivamente. El primero caducó su trabajo en marzo de 2010 y el segundo en junio de 2018. A ellos hay que añadir el módulo de superficie Phoenix, que descendió el 25 de mayo de 2008 y acabó su labor a principios de noviembre de 2008.