La recuperación económica está cogiendo velocidad de crucero en Estados Unidos por dos razones muy evidentes: la intensa campaña de vacunación contra la COVID-19 y la enorme inyección de rentas que está haciendo Joe Biden a los hogares y empresas estadounidenses. En este contexto, se espera que la economía estadounidense registre un crecimiento intertrimestral del 1,5% en el primer trimestre del año e incluso podría alcanzar niveles prepandemia en el segundo trimestre.
Por no hablar de China, que entre enero y marzo creció por encima del 18%, en términos interanuales, según los datos divulgados por la oficina nacional de estadística. Una cifra que dista mucho del 6,5% registrado en trimestre inmediatamente anterior y que constata el vigor de la recuperación, que se espera siga asentándose e incluso permita a la economía china ir recortando terreno a Estados Unidos en la carrera por convertirse en la primera potencia económica mundial.
En Israel y Reino Unido, donde las campañas de vacunación están también muy avanzadas –particularmente en el primero, que se ha constituido en paradigma de gestión y administración eficaz de las vacunas–, los consumidores comienzan a recuperar la confianza y a dar salida al consumo retenido durante más de un año, impulsando una rápida recuperación.
Las principales economías europeas han tenido que replegarse e imponer nuevas restricciones y confinamientos para hacer frente a la cuarta ola de la pandemia. El sector servicios sigue acusando, si bien con menor intensidad, las restricciones a la movilidad y el normal desarrollo de la vida social. El ritmo de vacunación está siendo lento y marcado por una cadena de tropiezos, retrasos y problemas de abastecimiento de difícil comprensión que podrían frustrar las expectativas de una pronta recuperación en verano. Los primeros desembolsos de fondos europeos se esperan para verano –ahora que el Tribunal Constitucional alemán ha rechazado el recurso que pretendía bloquear su ratificación–, pero su ejecución será lenta y complicada.
En este contexto, las instituciones internacionales están revisando a la baja sus previsiones de crecimiento para este año en la eurozona. Según la última actualización del Regional Economic Outlook del FMI, la eurozona crecerá un 4,4% en 2021, frente al 5,2% proyectado en el mes de octubre.
La receta del FMI para que Europa logre salir del atolladero de forma rápida es clara: redoblar los esfuerzos de producción y distribución de vacunas, reforzar el apoyo fiscal a hogares y empresas e implementar políticas económicas que eviten daños estructurales en la economía, aprovechando el impulso transformador de los fondos Next Generation EU.
España no termina de dar signos de recuperación. Las casas de estudios proyectan para el primer trimestre del año una tasa de crecimiento del PIB ligeramente negativa como consecuencia de la evolución de la pandemia y del mantenimiento de las restricciones, que frenaron en seco el incipiente proceso de recuperación iniciado en el último trimestre del año pasado.
Se espera que el verano suponga un punto de inflexión y dé un impulso a la recuperación, pero ello dependerá de dos elementos fundamentales: que logremos acelerar el ritmo de inoculación de las vacunas y que las familias recuperen la confianza. Este es un factor clave: el ahorro embalsado de las familias está en niveles máximos y esto tiene un enorme potencial reactivador. Pero para que ese gasto se materialice e impulse la actividad económica y el empleo es necesario que las familias recuperen la confianza y con ella las ganas de gastar. En este sentido, habrá que ver el efecto que tienen sobre las ganas de gastar de las familias los anuncios de subidas fiscales que hemos escuchado recientemente.
Por último, el Gobierno ha revisado sustancialmente a la baja sus previsiones de crecimiento para este año, que ahora sitúa en el 6,5%, frente al 9,8% que estimaba en octubre del pasado año. Detrás de esta revisión a la baja se encuentra el impacto de la tercera ola de la pandemia, pero también una confianza cada vez menor en que los fondos europeos lleguen este año en las cantidades previstas.
Como conclusión, impulsar una reactivación económica que no deje a nadie atrás y evite males mayores en nuestra estructura productiva es prioritario. Sin olvidar que a medio y largo plazo tenemos importantes retos pendientes entre ellos, el ajuste fiscal– que requieren de una agenda reformista e inversora ambiciosa que nos sitúe en la senda de la transformación digital y verde.