Que en menos de dos meses Donald Trump tenga que ceder el testigo presidencial a Joe Biden parece no estar siendo impedimento para tensar más si cabe la relación con Irán.
Hace una semana el New York Times desvelaba que tras la publicación del informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), Trump había barajado la posibilidad de atacar una de las principales plantas nucleares iraníes. Concretamente la de Natanz, dónde según la OIEA las reservas de uranio son 12 veces mayores de lo permitido en el Acuerdo Nuclear de 2015, que Estados Unidos abandonó en 2018.
Acompañado del vicepresidente, Mike Pence; el secretario de Estado, Mike Pompeo; y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley. Fueron ellos los que disuadieron al presidente de cualquier acción bélica que podría desatar una escalada bélica peligrosa. No obstante, The Daily Beast asegura que Trump habría dado carta blanca a Pompeo para aumentar la presión sobre Teherán.
Esto fundamentalmente se ha traducido en más sanciones económicas que paralicen la economía de Irán, como las anunciadas por el secretario de Estado el pasado viernes, dirigidas a entidades rusas y chinas por transferir tecnología relacionada con el programa nuclear.
El pasado día 27 de noviembre, Mohsen Fajrizadeh, principal científico nuclear iraní, identificado por la inteligencia estadounidense e israelí como el “padre del plan nuclear militar”, fue acribillado a tiros en una emboscada en la carretera. Inmediatamente Teherán acusó a Israel y Estados Unidos de estar detrás del ataque.
Las únicas declaraciones de Tel Aviv al respecto han ido en la línea de desconocer el asunto, tal y como expresó el ministro de Asuntos de Asentamientos, Tzachi Hanegbi, que aseguró “no tener ni idea”. Sin embargo, funcionarios de inteligencia estadounidenses confirmaron al New York Times la autoría de Israel. Y es que la avanzada tecnología utilizada en el atentado, una ametralladora con control remoto, apunta en esa dirección.
En Irán las protestas no se hicieron esperar, y al igual que tras el asesinato del general Qasem Soleimani, miles de ciudadanos se manifestaron quemando banderas estadounidenses e israelíes, además de imágenes de Trump y Biden.
The Daily Beast afirma que las últimas órdenes de Trump a sus asesores son la de evitar acciones que puedan llevar al asesinato de personal estadounidense. Eso sí, dejando la puerta abierta a que Israel tome la iniciativa de atacar a altos funcionarios de Irán. Lo que podría confirmar las sospechas de la República Islámica.
El presidente electo, Joe Biden, y el próximo secretario de Estado, Anthony Blinken, han mostrado su interés en volver a lo que se reconoce como uno de los mayores éxitos de la política exterior de la Administración Obama, el Acuerdo Nuclear de 2015. Siempre y cuando Irán cumpla las condiciones marcadas entonces. A su vez, los iraníes reclaman que Biden levante las sanciones impuestas por Trump para volver a sentarse en la mesa.
Que Estados Unidos vuelva al JCPOA (nombre del acuerdo nuclear) e Irán lo cumpla, sin duda se verá dificultado por los últimos esfuerzos de la Administración Trump de continuar desgastando la economía iraní. The Daily Beast, señala que en las próximas semanas se anunciarán más sanciones a entidades y personalidades vinculadas a Irán.
Se teme que los últimos coletazos de Trump al frente de Estados Unidos vayan dirigidos a dificultar el inicio de mandato del 46º presidente.
En los círculos de poder de Teherán siguen predominando quienes quieren esperar a que Biden sea presidente. Pero no se puede obviar que los partidarios de la línea dura están a favor de una respuesta contundente, en tanto que consideran que se ha llegado muy lejos con el asesinato de Fajrizadeh, frecuentemente considerado el equivalente iraní a Robert Oppenheimer, el científico supervisor del Proyecto Manhattan.
Si habrá respuesta o no, y si esta proviene directamente ordenada por el líder supremo Alí Jamenei o milicias respaldadas por Irán, solo el tiempo lo dirá. Los más conservadores del régimen apuestan por el fin de las sanciones, pero podrían buscar vías de confrontación con Estados Unidos o sus aliados en la región para conseguir ese objetivo. Además, el próximo mes de mayo habrá elecciones presidenciales en Irán, dónde los rivales conservadores de Rohaní esperan alzarse con la victoria, por lo que harán todo lo posible por retrasar cualquier avance al menos hasta después de la cita electoral.
Desde luego el reto que tiene por delante la futura Administración Biden es grande. La mano está tendida, aunque desde el entorno del futuro presidente, concretamente Jake Sullivan, próximo asesor de seguridad nacional y emisario secreto en el inicio de las negociaciones del acuerdo de 2015, aseguran que “eso depende de Irán”