El presidente Donald Trump está convencido de que es la máxima autoridad en Estados Unidos en cualquier ámbito, lo cual está lejos de ser verdad, según la Constitución.
El mandatario ha vuelto al ojo del huracán al afirmar que es el “jefe máximo de la Policía” en el país, por lo que tiene derecho a tomar decisiones o involucrarse en las decisiones judiciales.
La más reciente polémica del mandatario fue su crítica a la condena de siete a nueve años de prisión contra Roger Stone, su exasesor. Tras sus comentarios, el Departamento de Justicia confirmó que solicitaría al juez una menor sentencia.
Más alertas se prendieron, luego de que el mandatario perdonara a varios sentenciados de “cuello blanco”.
“Se me permite estar totalmente involucrado”, dijo a los periodistas al salir de Washington. “De hecho, supongo que soy el jefe de Policía del país. Pero he elegido no involucrarme”.
Durante el juicio político en el Senado, los demócratas afirmaron repetidamente que el presidente Trump “no está por encima de la ley”, pero todo indica lo contrario.
Es tal el problema, que trascendió que el fiscal general William Barr podría renunciar a su puesto, debido a la forma en que el mandatario republicano complica los procesos penales con sus tuits y afirmaciones