Una mirada al estado sureño en Estados Unidos, donde se pueden encontrar diversas expresiones de arte y preservación de la historia como símbolo de lucha, identidad y voluntad humana a través de sus ciudades
Arte callejero en Austin creado por diversos artistas y que destaca la evolución de la ciudad.Irene Acosta | La Estrella de Panamá
Despiertos, alistados y en camino a abordar un avión fue el inicio del viaje que nos llevaría a una de las ciudades más icónicas en el estado más grande de la historia norteamericana, siendo hogar de diversas culturas latinas y cuna de la música en vivo con artistas reconocidos a nivel mundial y generacional. Hablamos de Austin, Texas.
Al aterrizar en el aeropuerto internacional de Austin-Bergstrom, se nos recibió como familia, entre el bullicio de turistas que planearon vacaciones o residentes que vuelven a casa rodeados de las miniplazas de restaurantes y tiendas oficiales. Asombra observar la gigantesca guitarra eléctrica en mitad del camino, que mostraba el título ‘Austin, la capital mundial de la música en vivo’, como un recordatorio de la identidad cultural de la población.
Y la cultura no fue algo que pasó desapercibido cuando llegamos a la avenida South Congress (abreviado SoCo según los locales) en el centro de la ciudad que deslumbra con cientos de galerías, boutiques, escenarios artísticos, restaurantes y dulcerías, además de la famosa pizzería Home Slice, que para muchos es la cuna de la mejor pizza de Austin, con kilométricas filas de comensales que esperan durante horas. ansiosos, entrar y probar un trozo de los más de diez estilos diferentes de pizza , siendo la Margarita su plato insignia y el mejor en sabor que pudimos confirmar tras una espera de hora y media.
Luego de probar la deliciosa comida italiana, conducimos por la ciudad hasta encontrar la popular librería Book People, situada en el corazón del centro de Austin, donde se congrega la comunidad lectora tejana, “si te gusta leer y no vas a Book People, ¿realmente te gustan los libros?”, compartieron algunos visitantes. Dentro de este espacioso edificio encontramos dos pisos de estante tras estante de libros todos clasificados por género, formato, año, nuevos lanzamientos, clásicos y editoriales, ¡un sueño para todo lector habitual! Luego de recorrer los casi seis pasillos de más de mil libros, accedimos al segundo piso, donde se realizan lecturas públicas y conversatorios con autores. La cafetería y un pequeño espacio de misceláneos no se perdieron de nuestra visita. Al dirigirnos a pagar unos cuantos ejemplares, pudimos observar, con detenimiento, la vista general de tal acogedor lugar fundado en los 70.
Tras el recorrido literario era hora de relajarnos y aprovechar el incesante sol de Texas, lo cual nos llevó al lago Lady Bird —nombrado en honor a la ex primera dama estadounidense Lady Bird Johnson—, donde quedamos perplejos por la vista que brinda esta reserva natural, creada dentro del río Colorado en 1960, que ahora es visitado por familias, equipos de remo, kayak y canoas en temporadas de alta temperatura, donde el calor puede ser abrasador.
La perspectiva del lago desde una canoa, remando para recorrerlo y disfrutar las frescas brisas que atrae nos hizo enamorarnos de los azules cielos que se encuentran con los altos edificios, y la vida citadina que pasa lejana frente a un espacio dedicado a la tranquilidad y apreciación del medio ambiente donde perezosas tortugas se dejan ver en ramas sobre el agua y peces nadan tranquilos en armonía con los humanos.
Como siguiente parada en nuestro viaje por la “capital de la música en vivo” llegamos al Museo Bob Bullock de la Historia del estado de Texas, una bóveda que contiene innumerables datos y exhibiciones sobre el origen de Texas como territorio, su liberación política, su conversión en república luego de la Independencia de México en 1821 —tras el suceso denominado Álamo—, y la presencia española, francesa y nativa norteamericana. Pasando por sucesos que marcaron la historia como la Primera Guerra Mundial hasta el viaje espacial del hombre hacia la Luna, se destacan elementos de la cultura popular como el inicio del fenómeno cinematográfico del ‘Viejo Oeste’ y ‘Vaqueros contra Aliens’, además de réplicas exactas de autos, vestimentas, escenarios naturales, espaciales y tecnológicos desde siglos pasados.
Junto a la estatua de su fundador y 38° gobernador de Texas, Bob Bullock (1929-1999), pudimos leer una inscripción en la pared que citaba al filántropo diciendo que “al final, a quién o dónde ayudemos exactamente no importará tanto como el hecho de que amamos nuestro estado lo suficiente para ver que aquellos que vengan después de nosotros encuentren un mejor Texas por el hecho de que estuvimos aquí” (Bob Bullock, 1997), la cual representa el profundo amor y dedicación del exgobernador por su tierra natal y el legado que dejó para futuras generaciones al fundar el museo en 2001.
Así como Bullock rescató la historia de Texas, el Capitolio de Austin sigue escribiéndola con un recorrido para visitantes al que asistimos una calurosa y brillante mañana de fin de semana cuando locales y turistas se reúnen para conocer sobre la política y huella que Austin ha dejado. Con un gran techo en forma de domo el Capitolio se impone orgulloso y majestuoso —casi como un castillo—, ante la vista de quienes caminan hacia él por los jardines y senderos cuidados minuciosamente, plantados alrededor de estatuas y conmemoraciones a figuras de héroes diarios que dieron sus vidas en tragedias como el 11 de septiembre de 2001.
Al entrar a la casa política, y tras lograr ajustar nuestra vista a la sombra que se produjo, subimos las escaleras por cada uno de los tres pisos que contienen, cada uno, una exhibición diferente desde el salón museo, la biblioteca de archivos nacionales, la sala de juntas y un mirador que permite ver la ciudad extendida como un cuadro de pintura más que una fotografía hasta quedar grabada para siempre en nuestras retinas.
Al descender para dar un vistazo al sótano encontramos una muestra de proyectos de arte de residentes con alguna discapacidad física, auditiva o visual, y nos sorprendió que se trataba de una exaltación a sus capacidad y aportes diarios a la sociedad más que una muestra de sus dificultades u obstáculos, una verdadera —y hasta envidiable— apreciación cultural y humanista de parte de una parte del mundo que no conocíamos.
Llegada la hora de partir salimos del Capitolio para ser recibidos por un sol incansable que quemaba nuestra piel aunque no nos percatáramos, pero con una carga en nuestras mentes y corazones llena por el deseo de ver expresiones de alto orgullo social en nuestro Istmo. Rápidamente nos encaminamos a una de nuestras últimas paradas, pero no la menos importante, sino la que más nos hizo sentir en casa: San Antonio.
La “ciudad latina” en medio de una población estadounidense se alzó ante nosotros como un pedazo de hogar lejos de nuestro hogar, si bien es cierto sigue siendo parte de Texas, es la locación con mayor bagaje cultural centroamericano y de habla hispana en el país norteamericano. México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador dijeron presente mientras caminábamos por la Plaza Central donde el olor a tacos, “gorditas”, churros y tortillas alimentaba nuestro olfato y formaba un sentido de pertenencia que creíamos sólo posible en nuestro territorio istmeño; sin embargo, cada persona con la que tropezamos en el camino nos mostró amabilidad, diversión y calidez como solo los latinos podrían dar. La música en vivo atrajo nuestras raíces folclóricas y tras presenciar danzas típicas de diversas nacionalidades, nuestro orgullo patriótico se alzó y pudimos disfrutar en compañía de hermanos y hermanas.
Dentro de un centro cultural descubrimos una pequeña colonia de vendedores y artesanos latinos que dedicaban su tiempo y habilidades a crear piezas únicas de sus tierras natales para vender y mostrar a los turistas. Con grandes sonrisas fuimos bienvenidos a diversos puestos que mostraban molas, vestidos típicos, ropa de trabajo folclórica, instrumentos hechos a mano y objetos de decoración creados por artistas expertos. Definitivamente, uno de los mejores sitios que visitamos y al cual volveríamos mil veces más en el futuro.
Como destino final, después de haber disfrutado un día en la ciudad artística de San Antonio regresamos a la capital musical que es Austin, y en busca de un lugar algo hipster y a la moda abierto en la madrugada, encontramos Bennu Café, una cafetería ubicada en SoCo como un tesoro para jóvenes de diversas generaciones donde la música suena con los éxitos de diferentes épocas y el café lleva títulos de clásicos literarios. Bebimos un mocaccino de Orgullo y Prejuicio, seguido de un café a lo Gran Gatsby mientras observábamos los autos pasar en el horizonte con un posible bullicio del que éramos privados por los relajantes sonidos de conversaciones íntimas, dedos tecleando computadoras portátiles y máquinas cafeteras expidiendo el delicioso aroma de nuevas tazas siendo servidas. Enamorados, encantados y añorando nuestra próxima visita a Texas en un futuro, vimos la madrugada dar paso a los primeros rayos del sol de un nuevo día donde, fueras quien fueras, podrías disfrutar un pedacito de paraíso en la Tierra.