Cerca de 300 familias de origen mexicano separadas por las políticas migratorias pudieron reencontrarse y abrazarse durante unos minutos este sábado la frontera entre México y Estados Unidos gracias al evento «Abrazos, no muros».
Tres años tuvieron que pasar para que Luis Lucio y su esposa, Gabina Villarreal,a pudieran ver de nuevo a su hija Rocío y a sus nietos.
La situación migratoria por la que atraviesan les ha impedido convivir en México o Estados Unidos y por eso decidieron llegar hasta el lugar conocido como «El Puente Negro» en la mexicana Ciudad Juárez, municipio del estado mexicano de Chihuahua, para el encuentro .
«No pues sí, muy emocionados, como no. Vamos a verlos a mis nietos, a mi hija, mi yerno», dijo a Efe Luis Lucio poco antes de ver a sus familiares después de tres años separados.
«Quisiera decirles tantas cosas que no se, la verdad. Tantas cosas nada más», añadió.
Rocío, hija del matrimonio mexicano, no pudo contener la emoción al volver a ver a sus padres en la reunión celebrada a la mitad del Río Bravo, bajo la mirada de la patrulla fronteriza de Estados Unidos, efectivos d
el Ejército mexicano y la Policía Federal.
«Estoy bien contenta, bien emocionada, ya tenía mucho que no los veía. Estoy bien emocionada», expresó la hija,
Fernando García, director y fundador de la organización civil Red Fronteriza por los Derechos Humanos, comentó en entrevista con Efe que para la séptima edición de este evento se realizó un arduo trabajo en cuestión de registros y capacitación en la ciudad estadounidense de El Paso (Texas), fronteriza con Ciudad Juárez.
Su objetivo era que alrededor de 300 familias se volvieran a abrazar por un tiempo limitado de tres minutos para después volver a su lugar de residencia.
«El registro se abre meses antes, semanas antes en donde la familia llama, se inscribe, se les entrevista, se les da orientación y luego ya se les registra finalmente», expresó.
«Así es como tuvimos 300 familias y ponemos un límite porque no podemos con más familias, de por sí tenemos como cinco horas nada más para el evento», añadió.
Las políticas migratorias de los últimos años en Estados Unidos han hecho que asociaciones civiles como la Red Fronteriza por los Derechos Humanos busquen alternativas para el reencuentro de personas, aunque sea por unos minutos, con la esperanza de que en un futuro el tiempo pueda ser más prolongado.
«Tenemos millones de familias impactadas por las redadas, por la deportación, entonces nosotros lo único que estamos haciendo es elevar la historia de esas familias, decir que cómo es posible que en este país que se dice democrático y justo haya niños que no estén con sus papás o esposos que no puedan estar juntos porque están de cada lado de la frontera», dijo Fernando García.
Estaha sido la cuarta ocasión que se realiza «Abrazos, no muros» desde que Donald Trump es el presidente de Estados Unidos. En la administración de Barack Obama, que terminó en 2017, se llevó a cabo tres veces.
Fernando García dijo que «desde luego es un evento de amor porque se juntan las familias y de esperanza porque es la esperanza de que algún día van a estar juntos».
Pero sobre todo «de protesta contra esta política antinmigrante, por lo que este evento que se llama abrazos, no muros», concluyó.
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